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María Fernanda Quesada llegó a eso de las 10 a. m. a censar en el barrio cartaginés. Ella forma parte del ejército de 14.500 encuestadores enviados por el INEC. Foto: Keyna Calderón.
A eso de las 10 de la mañana de este jueves 9 de junio escuché a mi hermano (que iba de compras al mercado y vive a la par de mi casa), decir que ya se veía la muchacha del Censo y que para aprovechar la iba a esperar de una vez.
Después de unos minutos y realizando yo la limpieza de mi casa, como de costumbre, escuché que él me llamó para decirme que era mi turno.
Dejé lo que estaba haciendo, busqué mi mascarilla y salí de inmediato a atender a la encuestadora. Me llamó la atención que era muy jovencita, de una edad como la de mi hija, de unos 20 años.
Venía con su gafete y en él su nombre, su chaleco, celular, sombrilla y una botella de agua.
¿Cómo está?, le pregunté y muy simpática me saludó, me dio su nombre y el motivo de su visita (como decían en los medios que no debían entrar a las casas, la atendí afuera, en el portón), a lo que reaccioné con un gesto de que estaba enterada y que iba a participar del censo, que la estaba esperando.
Me preguntó mi nombre, si la casa era propia, el estado del piso, paredes, techo y los materiales y si estaban en buenas condiciones. Si tenía Internet, tablet, computadora, tele, celular y cantidades.
También consultó sobre el número de personas que vivían conmigo, cantidad de cuartos, la parte académica de cada uno de nosotros, edades, números de cédula y a qué nos dedicábamos y cuál era el jefe de hogar y si estábamos asegurados. Preguntó si hace cinco años vivíamos aquí mismo, en qué nos desplazamos al centro de estudio o trabajo y si es en el mismo cantón o fuera de él... entre muchas otras preguntas, pero nada fuera de lo común ni comprometedor para uno o que despertara desconfianza.
Mientras la encuestadora, María Fernanda Quesada Peralta, de 21 años me hacía el Censo, pues yo también sentí curiosidad y también la “entrevisté” (supongo que no se sorprendió porque le dije que soy comunicadora para Grupo Nación). Le pregunté qué zonas le tocaba cubrir, a lo que me respondió que son 5 calles alrededor de la mía y que eso debía hacerlo en 15 días. Empezó hasta hoy porque estaban en capacitación desde el lunes, pero que otros compañeros sí iniciaron desde ayer miércoles.
¿Y cómo hace con el desayuno, el almuerzo o para ir al baño?, le dije.
Según relató, como inician a las 8 a. m, ya deben venir desayunados y cerca del mediodía tenían una hora para almorzar, pero que no le daba tiempo de ir hasta la casa, hoy se salvaba porque la mamá salía temprano del trabajo y le iba a llevar almuerzo para que se lo comiera tranquila en el carro de ella, pero mañana no sabía si le tocaría llevar o comprar en algún lugar cercano.
¿Y cómo la ha tratado la gente? volví a preguntar... “Por el momento muy bien, en algunas casas no he encontrado a nadie porque trabajan, pero mañana vuelvo a pasar y si no los encuentro les dejo el papelito”, respondió.
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María Fernanda Quesada aceptó tomarse un 'selfie' después de entrevistarme para el Censo Nacional 2022. Foto: Keyna Calderón
Una cara conocida
Por un momento, un poco sofocada, se acomodó la mascarilla y su cara se me hizo conocida... mi memoria trabajó rápidamente. Era de la generación de mi hija del colegio y no me quedé con la duda. Me dijo que sí y que la conocía. Entonces le pregunté si no trabajaba, me contestó que aún no, pero que está en la universidad y que el horario (del Censo) le cayó apenas, porque cuando finaliza se va a estudiar y si por alguna razón le chocaba el horario, en la universidad les daban un permiso especial para que trabajaran con esto.
De repente me dijo... “Eso es todo, ya finalizamos las preguntas”.
¿Tan rápido?, consulté. Creí que eran más y se duraba más rato, pero me explicó que eso depende de la cantidad de personas que viven en una casa porque en algunas reside solo una, pero en otras hasta 10 y debe tomar datos de cada uno de los integrantes.
¿María Fernanda, qué pasa si usted termina antes de los 15 días? le planteé por curiosidad. Pues en ese caso, señaló, deben ayudar a otros compañeros que están más atrasados porque tienen pocas personas censadas o por el tiempo que se dure en cada casa.
Me dio la calcomanía del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y me dijo que lo pusiera en un lugar visible, por si en estos días pasaban preguntando si ya me habían hecho el censo.
Le ofrecí galleta y jugo, porque a esa hora a quién no le da hambre y una meriendita no le cae mal a nadie. También le ofrecí el baño, pero no hacía falta.
Le pregunté si le podía tomar una foto sola y otra conmigo para publicar en mis redes que ya me habían hecho el Censo, a lo que accedió.
Nos despedimos mientras ella se dirigió a otra casa vecina a realizar su trabajo, mientras yo, feliz, pegué la calcomanía como premio por colaborar como ciudadana con el Censo Nacional 2022.
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Nada más pensé que ojalá no les llueva y que todas las personas los atiendan bien, porque ellas están realizando su trabajo, pero como de todo hay en esta vida, no faltará quien no lo haga.
El Censo comenzó el 8 de junio y se extenderá hasta el día 28, tiempo durante el 14.500 encuestadores visitarán 1,8 millones de casas en el país.
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La entrevista duró poco, luego de la cual la encuestadora del INEC entregó la calcomanía que prueba que el hogar ya fue censado. Foto: Keyna Calderón