Estado seleccionó a los primeros 1.900 hogares beneficiarios de programa a través del Sinirube. Imagen ilustrativa de una familia en condición de pobreza en Salitrillos de Montes de Oca. Foto: Mayela López. (Mayela López)
Un nuevo programa social, llamado Niñez, Desarrollo y Oportunidades (Nido), intenta mejorar las condiciones de vida de los niños de entre cero y tres años que crecen en hogares en extrema pobreza.
Este plan, que formará parte de la estrategia nacional de combate a la pobreza Puente al Desarrollo, reúne 17 servicios o asistencias que brindan diferentes instituciones públicas, para atender a los menores en la llamada primera infancia e incluso desde la etapa prenatal, así como a sus madres.
Para lograrlo, los trabajadores sociales del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) ejecutarán junto a las familias un plan de desarrollo, no solo para recibir y formar a los nuevos miembros del hogar, sino para preparar a madres y padres para el mercado laboral.
Contempla desde temas básicos como seguro de salud y seguimiento médico por parte de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), hasta aspectos como educación en salud sexual, reproductiva y planificación familiar.
Los hogares deben cumplir requisitos para permanecer en el plan, que posteriormente les traerá beneficios como acceso a una casa digna —en caso de necesitarla— a través del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU), así como al programa de Hogares Conectados.
Por ejemplo, las familias recibirán el paquete de desarrollo infantil y estimulación temprana “Mis Primeras Huellas”, del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), así como seguir la guía pedagógica para niños “Primeros Lazos”, del Ministerio de Educación Pública (MEP). También recibirán asistencia de lactancia materna y alimentación saludable del Cen-Cinái.
Entretanto, las necesidades básicas de esos hogares en condición de pobreza extrema serán cubiertas por el IMAS.
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A partir de los dos años, los menores podrán ingresar a la Red de Cuido, para que sus madres puedan incorporarse al mercado de trabajo. En los años siguientes, los niños podrán continuar su educación con ayuda de becas del programa Crecemos y Avancemos del MEP.
El ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, Juan Luis Bermúdez, afirmó que este nuevo programa surgió ante las debilidades encontradas en Puente al Desarrollo.
“A lo largo de estos últimos años, desde 2015, identificamos situaciones en las que nos preguntamos qué hubiese pasado si hubiésemos llegado antes. Pudimos haber llegado de manera temprana a identificar factores de riesgo e intervenirlos y tener impactos mayores en las familias.
“La intervención se basa en la priorización de la evidencia científica, que nos indica que en los primeros 36 meses, los programas que podamos direccionar tendrán mayores impactos que los que podamos hacer en cualquiera otra etapa de la vida.
“Cuando lo que tenemos en esos primeros años son carencias y privaciones, sus impactos son muchísimas veces irreparables a lo largo de la vida”, afirmó el también jerarca del IMAS.
Para la ejecución de esta estrategia, en su primera etapa, no se requerirá de recursos adicionales, pues los programas que integran Nido ya están en funcionamiento.
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Modelo de funcionamiento de Nido. Imagen: IMAS.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) establece, con base en estudios pedagógicos, que la atención y educación de la primera infancia es “una de las mejores inversiones que un país puede emprender” con miras a combatir la desigualdad social.
Asimismo, establece que esta inversión temprana puede reducir “el coste de los programas de recuperación ulteriores”.
La ciencia ha identificado a la pobreza, la desnutrición y la violencia en el hogar, como algunos de los factores que pueden alterar de forma negativa el cerebro de los menores durante los primeros años de vida, etapa en la que justamente más se desarrolla este órgano.
Primeros hogares
En esta primera etapa de Nido se seleccionaron 1.900 hogares en condición de pobreza, priorizados a través del Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (Sinirube).
De acuerdo a esa gran base de datos de la población costarricense, en 2019 nacieron 8.533 niños en hogares en situación de extrema pobreza. El 10% de esas madres (878) eran menores de 18 años.
La iniciativa fue diseñada con acompañamiento de la Unicef y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).