La carencia de mecanismos de evacuación como tanques sépticos, alcantarillado y letrinas, obliga a 18.000 personas a defecar al aire libre en Costa Rica.
Están incluidos en esa cifra sobre todo los indigentes y los inmigrantes que habitan cerca de las zonas fronterizas, así como los indígenas que vienen a la cosecha de café.
La mayoría de estos pobladores –el 63%, 11.364 personas– habita en zonas urbanas, en condiciones de pobreza extrema.
Las personas que disponen sus excretas a cielo abierto representan el 0,4% de la población nacional de unos 4,8 millones. Otro 71,5% utiliza tanques sépticos, el 26,6% está conectado a una alcantarilla o cloaca, mientras que el 1,5% usa letrinas y mecanismos similares.
Las regiones que más utilizan tanque séptico y el mecanismo “a cielo abierto” son la Huetar y la Brunca. Por su parte, la Región Central es la que más usa alcantarillado y la que menos recurre al tanque séptico.
Así lo revela el último informe sobre la cobertura de la disposición de excretas entre el 2000 y el 2014, a cargo del Laboratorio Nacional de Aguas, del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).
“Si nos comparamos con el mundo, tenemos bajos niveles de defecación a cielo abierto. A nivel nacional, en 1960, el 26% de la población lo hacía. Hemos avanzado muchísimo, pero queda mucho por hacer. Me preocupa que nos hemos dormido”, dijo Darner Mora, director del Laboratorio.
Según Mora y Eugenio Androvetto, director de Protección al Ambiente Humano del Ministerio de Salud, además de afectar la salud pública, la carencia de servicios sanitarios golpea la dignidad y los derechos humanos.
Para reducir la cifra de 18.000 y evitar que crezca el contagio de enfermedades por contacto con los desechos, Salud desarrolla un programa para brindar infraestructura sanitaria a unas 1.500 familias cada año.
El estudio sobre excretas (que aprovecha datos de censos y la Encuesta Nacional de Hogares 2014), revela que entre el 2000 y el 2014, el país experimentó un crecimiento en el uso de tanques sépticos (del 60% al 72%) y una caída del 31% al 27% en alcantarillado.
Según Mora, esa baja en alcantarillado responde a que el país ha estado “confiándose” en el Proyecto de Mejoramiento Ambiental de San José, el cual lleva años de retraso y empezaría a operar en los próximos meses.
Mora explicó que, aunque no es lo más recomendable en cuanto a eficiencia y cuido del ambiente, el tanque séptico es una medida de tratamiento primario, que remueve entre el 30% y el 40% de materia orgánica en las excretas.
¿Bueno? Según el concepto “instalaciones de saneamiento mejoradas” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), Costa Rica alcanzó un 99,6% de cobertura de disposición de excretas.
Para Mora, eso es paradójico: los sistemas de alcantarillado logran un muy escaso tratamiento de las aguas residuales, y eso ha deteriorado gravemente los ríos, sobre todo en las áreas urbanas.
Por ejemplo, en el país operan 57 plantas para tratar las aguas y, de las 20 que administra el AyA, solo 12 cumplen con los requisitos de Salud y del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).
Otros cinco de esos sistemas son administrados por la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH), cuatro de los cuales cumplían las reglas en el 2012. Los municipios y acueductos rurales operan los restantes 32, pero su eficiencia resulta un misterio.
A fin de cuentas, el AyA tiene proyecciones positivas de aquí al 2021. Con programas de alcantarillado sanitario como el Proyecto de Mejoramiento Ambiental de San José y otros menores en Jacó, Limón, Cieneguita y Puntarenas, las aguas tratadas pasarían del 4,5% actual, al 27%.
Asimismo, la cobertura por medio del alcantarillado crecería del 27% al 53%, y la de tanques sépticos bajará del 72% al 48%.