Alrededor de 1.500 familias en condición de pobreza extrema reciben, cada año, un sistema de saneamiento básico, que incluye la instalación de inodoros, tanques sépticos y drenajes.
Esta es una iniciativa del Ministerio de Salud, financiada con recursos del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf).
El proyecto no es nuevo; existe desde hace una década y, desde entonces, brinda entre 1.400 y 1.500 soluciones anuales, lo cual varía según el presupuesto.
Pese a los esfuerzos de la cartera de Salud, todavía hay 18.000 personas que defecan a cielo abierto en Costa Rica.
Según Eugenio Androvetto, director de Protección al Ambiente Humano del Ministerio de Salud, el programa incluye la coordinación con las familias mismas, para que colaboren con la construcción de esos sistemas. Asimismo, se les capacita para utilizarlos correctamente y darles mantenimiento.
Las áreas rectoras de Salud son las que se encargan de recolectar la información para definir a cuáles hogares beneficiar.
“Nos hemos dado cuenta de que es gente muy pobre, que no tiene letrinas, sino que hace sus necesidades en zonas verdes (...). A partir de este año, a las familias más pobres les ayudaremos a construir, incluso, la caseta del servicio”, declaró.
El jerarca advirtió de que la disposición de excretas a cielo abierto puede detonar un grave problema de salud pública.
Riesgo a la salud. Según el último informe sobre la cobertura de la disposición de excretas en el país, a cargo del Laboratorio de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), el contacto con esos desechos puede transmitir enfermedades e infecciones.
Entre los riesgos, se encuentran enfermedades fecal-orales no bacterianas (infecciones intestinales), las fecal-orales bacterianas (fiebre tifoidea), los helmintos del suelo y del agua (lombrices intestinales), la teniasis (lombriz solitaria), así como las enfermedades transmitidas por insectos, como moscas y cucarachas.