La economía de Costa Rica es como un avión que vuela con dos motores, sin embargo, uno de ellos necesita carburación para funcionar con más eficiencia. Esta analogía refleja las recomendaciones de analistas sobre el desempeño del régimen definitivo frente al crecimiento constante de la zona franca.
El Banco Central estima que, en 2025, el sistema definitivo, es decir, de las empresas que deben pagar impuesto sobre la renta, aportará el 85,8% del producto interno bruto (PIB), mientras que el régimen especial representará el 14,2%.
Además, el ente emisor calculó que el primero tendrá un crecimiento porcentual anual este año del 4,6%, mientras el que acoge a multinacionales tendrá una variación del doble: 9,2%.
La disparidad en el crecimiento también se traslada a los salarios. En agosto pasado, un informe de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) determinó que el salario bruto promedio mensual se ubica en $2.319 en 2024, frente a los $1.169 del promedio nacional.
La brecha es clara: en junio pasado, el índice mensual de actividad económica (IMAE) del régimen definitivo creció 3,9% interanual, frente al 15,5% del régimen especial, según datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Frenos del crecimiento
En las zonas francas, la industria de dispositivos médicos son la principal generadora de empleo y exportaciones. Estos productos representan el 48% del total de exportaciones del país, calculadas en $13.148 millones a julio pasado.
Para el economista Ronulfo Jiménez, este es uno de los factores que explican hoy la distancia con el resto de empresas nacionales.
Mientras que el régimen definitivo depende principalmente de la demanda interna; contraste a zona franca que depende del consumo y necesidad externa
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“Las empresas con mayor productividad están en las zonas francas”, afirmó Jiménez.
El economista agregó que el régimen definitivo sufre por la apreciación del tipo de cambio, que aumenta las importaciones agropecuarias, y por la tasa de política monetaria (TPM).
Por su parte, Daniel Ortiz, director ejecutivo de Cefsa, consideró que se está ampliando la brecha entre la producción nacional medida por el PIB y el ingreso nacional disponible bruto per cápita, que refleja los ingresos de las familias.
“Esa mayor producción (de zonas francas) no se está traduciendo en mayores ingresos para los hogares”, apuntó.
La apreciación del economista se debe a que las utilidades de multinacionales en zonas francas entran en la contabilización de la producción, pero no siempre se quedan en el país.
Ortiz advirtió que el menor dinamismo de las compañías con vocación local, unido al tipo de cambio y la baja inflación, afecta los márgenes de utilidades y se refleja en la desaceleración de la recaudación de impuestos.
Cuando no hay inflación, los salarios no se ajustan y las empresas evitan subir precios para no perder mercado, lo que reduce sus márgenes de ganancia, impacta la demanda interna y, por ende, el crecimiento, dijo Ortiz.
“No podemos esperar que el régimen definitivo crezca al mismo ritmo que las zonas francas, pero sí que lo haga más. Ahí está la gran creación de empleos y la base de la recaudación de impuestos”, subrayó Ortiz.
La investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN), Natalia Morales, sostuvo que hay un motor económico que avanza rápido, pero es pequeño (zonas francas), mientras que el resto de empresas es más estable, aunque vulnerable a las crisis.
Morales destacó la alta carga tributaria que enfrentan las empresas y la falta de apoyo público para su modernización.
“El régimen de zona franca ha sido exitoso, pero es difícil que se expanda en el corto plazo. Hemos atraído inversión extranjera, pero el contexto internacional genera incertidumbre”, indicó. También advirtió que la concentración de este régimen en el Valle Central limita las oportunidades en otras regiones.
Aquí coincide Ronulfo Jiménez, quien advirtió que la incertidumbre global generada por las políticas arancelarias de Estados Unidos podría frenar la inversión en zonas francas y, con ello, afectar las exportaciones.
Encadenamientos productivos
El investigador del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la Universidad Nacional (UNA), Donald Miranda, reconoció que las zonas francas ofrecen salarios atractivos, el doble del promedio nacional ($1.169), junto con altos niveles de productividad.
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Para cerrar la brecha, Miranda recomendó políticas públicas efectivas.
“Se creyó que incentivando a las empresas exportadoras (de zona franca) se daría un derrame a toda la economía, pero eso no ha ocurrido. Se necesita innovación tecnológica en el Régimen Definitivo y más encadenamientos productivos para fortalecer el mercado local”, dijo Miranda.
También consideró que la incertidumbre por los aranceles podría frenar las exportaciones.
Azofras e industriales opinan
La Asociación de Empresas de Zonas Francas (Azofras) defendió que este régimen no solo genera inversión y empleo de calidad, sino que también impacta en múltiples sectores de la economía.
En 2024, el sector registró $6.014 millones en compras locales, equivalentes al 57% de sus gastos totales, con un crecimiento anual del 18%.
Además, destacó que se construyen puentes con el Régimen Definitivo, mediante la transferencia de capacidades, tecnología y buenas prácticas.
El presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR), Sergio Capón, calificó de “muy positivo” el crecimiento de la manufactura en zonas francas y pidió mantener la seguridad jurídica.
Sin embargo, advirtió sobre las dificultades que enfrenta el Régimen Definitivo: presión tributaria, exceso de trámites, alto costo de energía y limitado acceso a financiamiento.
“Hay que promover más encadenamientos productivos con innovación y desarrollo tecnológico en empresas locales, para lograr un crecimiento más integrado y sostenido de la industria manufacturera”, recalcó Capón.
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Exoneraciones compensadas
El exministro de Hacienda, Elian Villegas, advirtió que lo preocupante sería que ambos regímenes perdieran dinamismo.
“El país ha hecho una buena apuesta con las zonas francas, pero ahora corresponde lograr mayor integración con las empresas locales mediante compras de insumos y servicios de calidad”, señaló.
Villegas recordó que las empresas de zona franca ya tienen el mercado externo asegurado. Sobre la recaudación, explicó que las exoneraciones de renta se compensan con el impuesto a las remuneraciones que pagan los colaboradores de zonas francas, quienes reciben salarios por encima del promedio nacional, lo que genera más consumo y pago del IVA.

