
Miguel el Piojo Herrera asumió la dirección técnica de la Selección de Costa Rica con una consigna que lo diferencia de otros extranjeros que han ocupado su puesto: un compromiso a fondo con el país que no se limita a las fechas FIFA y que implica hacer toda su vida en suelo tico.
Porque además de girar por los estadios, en búsqueda de material humano para vestir la Tricolor, Herrera vive la experiencia costarricense completa. Fuera del verde y las conferencias de prensa, el entrenador pasa los días entre abrumadoras presas (que le recuerdan a su México natal) y una cultura nacional en la que confiesa sentirse más que cómodo.
“Me he ido al centro a caminar, me he metido a los mercados, bueno, a las ferias, que nosotros llamamos mercados. Todavía no alcanzo a ir a todos los lugares turísticos, pero eso es porque vengo a trabajar primero y luego podré pasear. Pero, la verdad, es que lo he pasado bien. Se vive bien y la gente me ha recibido espectacular”, expresó con una sonrisa.
Y de todos los elementos culturales costarricenses, el Piojo se declaró enamorado de la cuchara tica. Más específicamente, su afinidad es con el chifrijo, que, como comentó a La Nación en abril de este año, es su platillo predilecto de la gastronomía local.
Pero si algo tiene claro el azteca es que, como pasa con los jugadores, el nombre no es garantía de nada: él, más que nadie, sabe que para conocer la calidad de algo hay que probarlo. Por eso, en una noche como mandada a hacer, Miguel Herrera se aventuró a probar el chifrijo de Cacique Acseri, una de las chicharroneras más icónicas de Costa Rica, ubicada en Aserrí.

Desde el popular restaurante y con un plato del delicioso manjar criollo al frente, el seleccionador narró su historia de amor con esta comida, la cual nació como boca en las cantinas josefinas, hace más de medio siglo.
Según relató el director técnico, su pasión nació recién llegado a Costa Rica y en el sitio más inesperado de todos. Herrera quedó cautivado por el chifrijo en el hotel que se hospedó tras ser nombrado al mando de la Sele.
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En aquel momento, relató, vio pasar uno de estos platillos rumbo a la mesa y su aspecto le llamó la atención. Le preguntó a la mesera de qué se trataba y pidió uno para degustarlo junto a quienes lo acompañaban.
“Al día siguiente, les dije: ‘Sabes qué, no, ¡tráemelo, pero para mí!’. Y de ahí empecé a tomarle mucha enjundia (voluntad) al chifrijo y donde iba lo pedía. También probé el gallo pinto. Es muy distinto porque nosotros en la mañana no desayunamos arroz con frijoles. Es rico, pero yo digo que esto (chifrijo) es completamente distinto”, comentó.
Eso sí, aunque quedó encantado con la receta de Cacique Acseri, asegura que el mejor chifrijo que ha probado no viene de ningún lugar comercial, sino que fue preparado por dos vecinas.
“Hasta el día de hoy, el de esas dos vecinas costarricenses, que me dieron ahí en su casa, ha sido el mejor. La mezcla de todo lo que lleva es algo riquísimo. Mi vecina, como diferencia, también le puso chicharrón del que truena. Ustedes le dicen de concha y para nosotros ese es el chicharrón (a secas)”, dijo el Piojo.

De acuerdo con el reconocido entrenador, el tipo de chicharrón que se utiliza en Costa Rica es una exquisitez en México, donde se le conoce como chicharrón prensado o de la Ramos (una importante carnicería, célebre por este producto).
No obstante, contrario al prejuicio fácil, el Piojo no acompaña ni a esta ni a ninguna otra comida con chile; pues dice ser el “único mexicano” al que no le gusta el picante.
“Allá, normalmente, siempre dicen: ‘¿Cuál salsa pica?’. Yo más bien ando buscando la salsa que menos pica. No la que no pica, porque no; es salsa, güey, o sea, va a picar. Pero sí, hasta mi nieto me dice: ‘Abuelo, ¿cómo no vas a comer esto? Esto no pica’. Todos en mi casa comen chile, pero yo no. Yo digo, prefiero disfrutar la comida que sufrirla”, detalló con humor.
La chicharronera Cacique Acseri, un sabor criollo que cautiva hasta fuera del planeta
Aún no se daba la histórica gesta del Apollo 11, la primera misión tripulada en llegar a la Luna, cuando en 1966 Orlando Chinchilla Castro abrió, en el corazón de Aserri, la chicharronera Cacique Acseri; la casa de un sabor que llegaría a cautivar hasta a un astronauta.
Con el tiempo, este local se convirtió en símbolo de la comunidad y el país, y también cambió de dueños. Desde hace 15 años, Carlos Badilla Camacho es el orgulloso propietario de este restaurante, al que conoció siendo un niño.
En el marco de la visita del Piojo Herrera, Badilla compartió su entusiasmo y reveló que adquirió el emblemático negocio sin esperarlo, pero que hoy es su mayor pasión.

Al incursionar con el restaurante, que tiene una sede en Escazú y otra en San Francisco de Dos Ríos, don Carlos ya era un exitoso empresario en áreas como la mueblería y las tiendas de ropa.
Sin esperarlo, una conversación con el anterior propietario, Mauro Arias, le cambió la vida y lo condujo a su mayor pasión en la actualidad.
“Él dijo que ya quería vender. Nosotros (su familia) dijimos: ‘Podemos intentarlo, a ver’. Empezamos negociaciones y duramos tamaño rato, pero al final de cuentas se dio la compra en noviembre del 2010″, explicó.
“Lo amo (dirigir el restaurante). Me encanta el trabajo, me encanta porque hay mucha convivencia humana. Entonces, me fascina, y pues aquí sigo hasta donde Dios quiera”, añadió.
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Además de Herrera, por Cacique Acserí han pasado numerosas figuras públicas; incluso, en 2011, Jorge Luis Pinto fue presentado en este local como técnico de la Selección Nacional.
Camacho recuerda que, durante su etapa en la chicharronera, ha recibido a cantantes, futbolistas y, recientemente, hasta al presidente de la República. Sin embargo, es claro en señalar a Franklin Chang-Díaz como el comensal que más lo ha honrado con su visita.
“Es una persona que ha llevado el nombre de Costa Rica muy arriba; literalmente (risa). Es una persona muy estudiosa, muy preparada y muy humilde, a la que admiro mucho. Cuando estuvo por acá, realmente me cautivó, me impactó el tipo de persona que es”, relató el propietario de Cacique Acseri.
Hace 14 años, un hombre con apellido de platillo tradicional fue presentado en esta emblemática chicharronera y, a la postre, guio el fútbol del país a la página más gloriosa de su historia.
Casualidad o destino, cada quien decide cómo catalogarlo; lo cierto es que los ingredientes se repiten más de una década después: dos seleccionadores extranjeros probaron los chicharrones del Acseri. Ahora, solo falta que el Piojo sepa transformar el chifrijo en el combustible del éxito, y lleve a la Tricolor a conquistar otra inolvidable gesta.

