
Todo comenzó por pasión, pero 45 años después son el amor, la historia y la riqueza cultural las que siguen alimentando al grupo Cantoamérica. Con el calipso como su carta de presentación, esta institución de la música nacional, que se ha dedicado a lo largo de su vida a preservar, difundir y defender nuestra herencia a partir de los sonidos afrocostarricenses, es imprescindible en el soundtrack de Costa Rica.
Manuel Monestel, fundador de la agrupación, sigue trabajando desde la trinchera de la investigación para que esas músicas se mantengan vivas, nos llenen de orgullo y lleguen al corazón de los niños y jóvenes.
Con motivo de este aniversario tan especial, el escritor, músico, cantautor e investigador -ganador del Premio Nacional de Cultura Magón 2024-, hizo un repaso por la trayectoria de Cantoamérica, una banda que allá por 1980 Manuel, junto a su hermano Bernal y Rodrigo Salas, se aventuraron a formar. Se trató de un proyecto que pronto se saldría de los cánones de la música latina y el popular Chiqui Chiqui, que en aquellos tiempos dominaban la escena tica.
Antes de formar Cantoamérica, los tres músicos habían tocado con el maestro nicaragüense Luis Enrique Mejía Godoy en el grupo Tayacán, pero al disolverse la banda, tomaron un nuevo rumbo al que se unieron Roberto Huertas, Emiliano Arriaga y Carlos Saavedra.
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Siguieron, según recordó Monestel, con música latinoamericana; y echando mano de instrumentos como la guitarra, el bajo eléctrico, los trombones, las flautas y los teclados; poco a poco sus sonidos fueron evolucionando. Querían tocar música original y, para lograrlo, alguien tenía que escribirla; esa tarea recayó en Manuel, quien en principio musicalizó poemas de escritores costarricenses como Abel Pacheco, así como de latinoamericanos como Armando Tejeda Gómez.
Sin embargo, la espinita de lo propio estaba muy presente, así que Manuel se animó a componer letras y música orginal para Cantoamérica.
Cantoamérica, defensor de la música afrocostarricense
“Al principio jugábamos con distintos ritmos latinoamericanos y tocábamos instrumentos del folclor de América del Sur. Pero desde varios años antes yo había reflexionado sobre la importancia de poner los pies en la tierra de uno”, comentó Monestel, sobre la necesidad de que Cantoamérica tuviera música de Costa Rica.

Para entonces, rememoró, Emilia Prieto había mostrado las canciones del Valle Central. El compositor pensó que de Limón y su cultura se sabía poco y decidió viajar a la provincia caribeña para aprender de primera mano sobre su historia y su riqueza cultural. Además, usó como guía el libro Wa’apin man: la historia de la costa talamanqueña de Costa Rica, de Paula Palmer.
Gracias a la escritora, Monestel conoció a quien se convertiría en su gran amigo, inspiración y maestro: Walter Ferguson. Lo que vino después fue una relación artística y personal que convirtió a Monestel y a Cantoamérica en los defensores de la música afrocostarricense, celebrando hoy 45 años de trabajo incansable.
El grupo echó mano de canciones de Ferguson y de otros calipsonians como Papa Tun; además, también interpretaron sus propias obras, dándole a la propuesta de Cantoamérica un sabor ecléctico con sonidos y fusiones con el bolero, el son, el reggae y la salsa.
Así llegaron las primeras grabaciones musicales y las invitaciones a prestigiosos festivales de música fuera de nuestro país. Sin embargo, en suelo tico se enfrentaron a varios obstáculos que, a la postre, no les impidieron ser ahora esa especie de biblioteca que resguarda, protege y difunde la historia de la música afro en nuestro país.
Según Monestel, hubo varios elementos que les complicaban su labor.
“Uno era por el idioma en el que cantábamos. Trataba de respetar el inglés criollo, la esencia de la canción (...) Había que hacer el esfuerzo de cuidar y no traducir esos calipsos porque sería como una herejía”, dijo.

Sin embargo, cuando tocaban en San José, había personas que los señalaban por cantar en “ese inglés tan raro que no se entiende”. Por otro lado, en Limón, un sector también lo criticó porque cantaba calipso sin ser una persona negra.
“La fortaleza era que los ritmos eran muy pegajosos, muy bailables, y que alegraban. Eso nos abrió espacio”, agregó el músico.
Cantoamérica, el legado y el trabajo incansable
Además del calipso y de la música afrocostarricense, que Cantoamérica ha abrazado como suyos, un detalle que ha identificado a la agrupación desde sus raíces es ser un semillero de grandes artistas nacionales, pues ha fungido también como un taller creativo y educativo para muchos músicos que han pasado por sus filas.

Sobre esto, Monestel siente gran orgullo. “Yo llevo el timón, pero en un barco el timonel no es el único. Si no están los otros que cuidan todas las partes del funcionamiento del barco, el barco se hunde. Sin el resto de músicos, yo no hubiera podido hacer nada”, precisó.
Muchos, fuera del grupo, no tenían fe de que la banda se mantuviera con los cambios. Sin embargo, para Cantoamérica más bien ha sido un nutriente para su vida. “O sea, hay formatos de grupo donde están John, Paul, George y Ringo, y eso fueron los Beatles siempre, pero bueno, no duraron 45 años. En Cantoamérica vienen y van, cada vez que entra gente nueva al grupo lo revitaliza, el grupo se oxigena; es una cosa muy linda”, agregó Monestel.
Cantoamérica: el aniversario, un disco, un libro y conciertos
Y como 45 años no son cosa menor, por supuesto que Cantoamérica abocó sus fuerzas para celebrarlo como lo merecen.
El primer festejo está convertido en letras, fotos y recuerdos; se trata del libro Tambores de resistencia: historia del grupo musical Cantoamérica, escrito por Monestel.

En la publicación él y otros actores en la historia de Cantoamérica cuentan cómo ha sido la vida de la agrupación. Está a la venta en la librería de la Universidad de Costa Rica, el precio es de ¢7.000.
Además, la próxima semana habrá dos conciertos muy especiales. El primero de ellos será en Cahuita, el viernes 9 de mayo, a partir de las 8 p. m. Este espectáculo se realizará en el marco de la celebración del Día Nacional del Calipso Costarricense.
El segundo recital llevará a Cantoamérica al Teatro Nacional, en San José, el domingo 11 de mayo a las 2 p. m. Allí serán parte del show Caribbean Rhythms junto a Kawe Calypso, de Costa Rica, y The Beachers, de Panamá. Las entradas para este concierto están a la venta en la boletería virtual del teatro y los precios van de ¢7.000 a ¢12.000.
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Por último, pero no menos importante, es que Cantoamérica festeja su aniversario con una nueva grabación discográfica. Titulada también como Tambores de resistencia, esta producción cuenta con temas inéditos. El álbum se grabó en vivo y presenta calipso, boleros, chachas y sones; viajando entre temas sociales y románticos. Siempre muy bailable, como el grupo nos tiene acostumbrado.
A Cantoamérica, los artistas que han tocado ahí, a don Manuel, a don Walter Ferguson y a la cultura afrocostarricense: ¡Gracias por darnos amor a través del calipso!
