
En la mayoría de pueblos se puede encontrar a alguien con las características de Guanelgue Esteban Matarrita: lleva sombrero, botas, camisa de botones, faja con hebilla grande y una actitud que lo hace creerse dueño de un montón de fincas y ganado. Adonde sea que llegue, se anuncia con una sonrisa contagiosa que grita “¡Parienteeee!”.
Así es el personaje humorístico más conocido de Daniel Montoya, quien en la vida real se describe como un hombre serio y, en sus propias palabras, tan tímido que le invaden los nervios antes de arrancarle las risas a las personas en sus shows.
Gracias a su último proyecto, el programa Mira quién baila de Teletica, el público ha podido conocer de cerca a la persona detrás del sombrero, más de allá de su característico humor.
Un talento que se trae
Daniel, de 39 años, recuerda que creció en Santiago del Monte, en Cartago, disfrutando de una infancia feliz con su familia.
“Fue muy bonita, muy entretenida. Siempre jugando con mis primos y corriendo en los cafetales, aquí en un lote que tenían mis abuelos, que se llama Calle Larga, ahí era feliz”, añoró el humorista.
Desde pequeño era un niño volcado al arte; en las actividades familiares se robaba las miradas y los aplausos por sus imitaciones. Aunque en ese entonces le daba mucha vergüenza –una situación que, según confiesa, no ha cambiado mucho–, de igual forma se animaba a seguir.

Con la adolescencia llegaron cambios y, aunque se alejó un poco del arte, hubo otras maneras de mantenerse conectado a él. Por ejemplo, siempre participó en actividades en la Pastoral Juvenil, precisamente en lo que más le gustaba: el humor. A pesar de que no es católico practicante, afirma que siempre tiene a Dios muy presente en su vida.
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Aunque siempre disfrutó de hacer reír a los suyos, Montoya no se dedicó al humor cuando entró a la vida adulta. Al menos por seis años, recuerda haber trabajado en diversos puestos en un supermercado nacional, hasta que se quedó sin empleo y debió empezar a forjar el camino que vive hoy.
Su primo segundo, Maikel Cordero Montoya, tuvo que ver en ese trayecto. En el negocio Vidrios y Fachadas de Tres Ríos, donde conocían las imitaciones que realizaba Montoya, le pidieron un video con algunas muy puntuales.
Daniel cumplió y, en el gracioso video que grabó en 2015, envió el saludo con una seguidilla de imitaciones de personajes, muy fieles a su estilo. Entre las voces que replicó estaban las del padre Minor, Hernán Medford, Chito Pitt y Carlos Ramos, entre otros.
“Yo dije: ‘Esta es la oportunidad mía para poder hacer algo, para poder aprovecharla’. Yo le hice el video sin pensar que lo iba a subir. Él lo subió a redes y el video se hizo viral. Y de ahí fue cuando yo dije: ‘tengo que aprovechar este momento’. Fue una suerte muy bonita, un regalo de Dios”, explicó el humorista con gran cariño hacia su primo y ese momento de su vida.
Posteriormente, las puertas se fueron abriendo. Los buenos comentarios llegaron tras la viralidad del video y, gracias a su talento innegable, llegó la primera oportunidad de firmar un contrato con una empresa grande.
“Con la marca Autopits hice veintialgo de videos y ya después de eso vinieron más empresas. Me enseñaron cómo se cobraban los shows, porque yo tenía shows, pero no sabía cómo se cobraban y los estructuré mejor”, afirmó Montoya.
Su crecimiento llegó hasta los oídos de Teletica, empresa que lo ha tomado en cuenta para diversas transmisiones, como El Chinamo y los toros de fin de año. La radio también ha sido un gran aliado para él; actualmente, trabaja en el Manicomio de la risa en Radio Omega.
Inspiración de personajes
Montoya no siempre ha encarnado a Guanelgue, su personaje más conocido. Sus primeros pasos en la imitación los dio con Nando el Loco, un personaje inspirado en Chico Loco de Eloy Mora.
Fue hasta 2018 que decidió reinventarse, para darle vida a Guanelgue. “Nació en un viaje a Guanacaste con unos amigos, en Semana Santa hace muchos años. Yo les dije: ‘qué chiva hacer un personaje que sea ganadero, que sea un personaje entrador, trabajador, pero que a la vez sea gracioso y espabilado. Que sea ese personaje del pueblo que todo el mundo quiere y el legítimo personaje que todo el mundo sabe que ese es Guanelgue”, dijo.
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“En unas fiestas de Patarrá había un muchacho que era un Guanelgue, mandaba a la gente y decía que era el dueño de la finca y andaba ahí de bombeta nada más. Este personaje ha sido un regalo de Dios”, añadió sobre su inspiración.
Daniel menciona que, cuando las personas lo saludan en la calle y le gritan “Guanelgue” o “pariente”, se llena de felicidad y orgullo, sobre todo cuando recuerda las adversidades que ha superado en el camino.

¿Un humorista nervioso?
Como si fuera un escudo, la mayoría de los personajes que interpreta Montoya utilizan un sombrero.
“Ha sido como un escudo de protección antes de presentarme o cuando me presento al público. Cuando uno llega a un lugar, la gente no sabe qué va a ver, no sabe quién va a llegar y uno no es tan conocido. Uno llega a un lugar y la gente dice: ‘¿Y este quién es? Voy a verlo’. Entonces, muchas veces me escondo en el sombrero o la mirada la escondo en el sombrero y me la juego con eso para ir entrándole a la gente poco a poco”, explicó.
Luego de entrar en confianza, ya logra mirar a la audiencia a los ojos y meterse de lleno en su personaje, sacudiéndose cualquier nervio que pueda aparecer.
“Lo hago porque me da como susto. De hecho, mucha gente no me cree, pero a mí me dan muchos nervios antes de hacer un show, antes de empezar un programa o antes de salir al aire en la radio, porque yo quiero hacer el trabajo bien. Quiero cautivar a la gente bonito y trato que mi humor sea muy blanquito. Entonces, por eso es que lo trato de hacer así”, añadió el comediante.
Daniel afirma que siempre desea afrontar su trabajo con la mejor actitud y que esta contagie al público, pero también tiene una motivación personal y especial.
“He tratado de hacer mi trabajo con mucho cariño, de que la gente se distraiga un ratito de todo lo que pasa, de todas las cosas que suceden. También, ahora tenemos a mi mamá con una enfermedad; mucho lo hago pensando en ella, de que se sienta orgullosa”, agregó.
Cuando se trata de su trabajo, Montoya confiesa que no le gusta ver sus redes sociales, ya que los usuarios pueden ser groseros e incluso critican su estilo del humor o rasgos físicos.
Ante estas situaciones, afirma que está bien que a una persona no le agrade su trabajo, pero le desanima que crean cosas de él que no son ciertas, como que es un “juega de vivo”, por ejemplo.
“Nunca contesto nada en redes sociales, no me gusta y evito leer eso (...). Porque eso más bien lo ‘bajonea’ a uno y eso es como contaminar la mente y el cuerpo”, añadió.

Daniel Montoya, el humorista de muchas pasiones
Además del humor, Montoya tiene otra faceta poco conocida: lo apasiona la cocina.
“Cocinar es algo que me apasiona mucho, me gusta un montón. Me gusta cocinarle a la gente que quiero, a las personas que considero especiales para mí”, expreso el empresario.
En honor a su emblemático personaje, desde hace dos años es dueño de una soda en Cartago que lleva por nombre Parientes. El éxito ha sido tal, que ya proyecta abrir su segundo proyecto, Paraíso Gastronómico, en las cercanías de las Ruinas de Ujarrás.
“Siempre soñé con tener un restaurante grande donde vaya mucha gente y donde la gente salga muy contenta”, añadió.
Para dar a conocer quién es en realidad, Daniel Montoya se quita el sombrero: revela un hombre apasionado por su familia, el humor, la gastronomía y, por qué no, también enfocado en mejorar sus habilidades en la pista de baile.
