Escritores de novela negra hay muchos. Escritores de hardboiled también y de terror ni qué decir, pero escritores como John Connolly escasean.
El autor irlandés, de 50 años, lleva menos de dos décadas de vida literaria y en tan poco tiempo se ha convertido en un referente de sombras, secretismo y persecución.
Su obra, difícil de enmarcar en etiquetas de géneros literarios, se ha nutrido de antihéroes, venganzas, demonios, fantasmas y mundos perdidos. Comparaciones con Stephen King o John Katzenbach están de más, pues Connolly ha edificado su bibliografía en pos de un desahogo que nunca imaginó.
Para entenderlo, es bueno recordar su vida. Para conocerlo, no hace falta ir muy lejos, pues el connotado autor visita nuestro país esta semana con una serie de charlas y actividades. El repaso de su vida para complementar su arribo a Costa Rica es entonces imprescindible.
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Sombras paridas desde Dublin
Si uno se deja llevar por una de sus fotografías más conocidas, resultaría difícil imaginar a este amante de los perros como un imaginador de mundos cargados de sangre y violencia, pero lo es.
Aún así, Connolly no creyó desde un principio convertirse en un autor de novelas de crímenes y angustias. Antes de llenar sus días como novelista a tiempo completo, Connolly vivió de distintas profesiones: fue camarero, dependiente en una tienda de ropa, trabajó en un gobierno local irlandés y encontró el oficio de escribir por medio del periodismo.
Tras obtener una licenciatura en inglés en el Trinity College de Dublín y graduarse como máster en periodismo en la Universidad de Dublín, Connolly supo que el trabajo de las letras y la escritura se afinaba con facilidad con sus ideas. Connolly pasó cinco años trabajando como colaborador en el diario The Irish Times hasta que empezó a preguntarse si la realidad del periodismo era insuficiente.
Fue entonces cuando la ficción comenzó a tentarlo.
Hasta finales de los noventa, Connolly decidió investirse como autor de ficción. Para 1999, el irlandés publicó su primer libro llamado Todo lo que muere. Desde esa publicación, fue evidente que existía algo particular en la pluma de Connolly, pues el escritor estaba tremendamente interesado en realizar un angustioso thriller desarrollado en un país muy lejano a su patria: Estados Unidos.
“Desde el punto de vista académico-literario el ‘experimento’ de Connolly supone todo un reto, pues en buena medida quedan pulverizadas las tradicionales fronteras entre los modelos británicos –como Arthur Conan Doyle y Agatha Christie– y norteamericanos –como Dashiel Hammett y Raymond Chandler– que, pese a encontrar tanto unos como otros en Edgar Allan Poe su sustrato, se antojaban conceptualmente diferentes. John Connolly logra en buena medida mimetizar lo más valioso de ambas tradiciones anglosajonas”, señaló en su momento el crítico español José Antonio Gurpegui.
La ópera prima de Connolly fue todo un suceso. La novela alcanzó la nominación al Premio Bram Stokerpor por mejor primera novela, y además ganó el Premio Shamus de 2000 como mejor primera novela de detectives.
Pero debajo de todo el reconocimiento, se gestaba algo más importante. Con Todo lo que muere, el irlandés introducía a su personaje por excelencia. Se trataba del detective Charlie ‘Bird’ Parker, un expolicía que vive obsesionado con rastrear al asesino de su mujer y su hija. El nombre del inolvidable detective sigue siendo el motor y pavimento de su cautivante obra.
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El largo aliento de Charlie Parker
Cuando no se piensa en jazz, el nombre de Charlie Parker solo se puede relacionar con la creación de John Connolly.
Con el protagonismo de diecisiete libros escritos por el irlandés, la serie literaria de Charlie Parker es adicción asegurada para el lector intrigado. Es sencillo engancharse al notar cómo Parker no es un simple irreverente que encaja con los moldes clásicos de la novela negra, sino que es un hombre con las heridas abiertas y cargadas de violencia, pero con la fe de cicatrizar sus desgracias y evitar que el mal desgarre vidas ajenas.
Charlie Parker perdió a su esposa y su pequeña niña de tres años de manera trágica. Mientras su familia estaba en casa, Parker estaba borracho. El peso de la pérdida es inmenso, y la construcción de su personaje fue tan preciso que ha tenido una mecha tan larga como para resistir a nuestros días.
Dentro de tantos años de escritura, Connolly ha sabido mantener a su personaje fresco y evolutivo. Con casi esa veintena de libros sobre Parker, Connolly ha ido coloreando el universo ficticio del detective cada vez con más tintes sobrenaturales, utilizando una escala de elementos paranormales que pocos podían imaginar en sus primeras obras. Para el irlandés, el crimen se combina con lo desconocido.
"Los elementos sobrenaturales en los libros atrajeron la mayor cantidad de críticas, y aún hacen que los elementos más conservadores del género se sientan incómodos. Me gusta el hecho de que los estadounidenses llaman a las novelas policíacas ‘misterios’, y la raíz de la palabra misterio deviene de ‘sobrenatural’. Un misterio es una verdad que solo puede revelarse a través de la revelación divina”, dijo el irlandés en una entrevista en el blog de la autora J. F. Penn .
Esta transición a una especie de literatura policial con influencia esotérica ocurrió rápidamente. Por ejemplo, tan solo tres libros después de Todo lo que muere, Connolly se atrevió a jugar con los rasgos detectivescos para dar cabida a un subgénero literario que algunos llaman policial-satánico. En El ángel negro, su libro del 2005, personajes con naturaleza luciferina entran al ajedrez que tanto le ha costado jugar al detective.
“Supongo que las novelas de Parker toman esta idea y corren con ella: hay nociones de justicia, de moralidad, de retribución y de redención. Sigo volviendo a esos temas porque, si, como yo, provienes de una crianza con origen judeocristiano –soy mal católico– entonces la ‘redención’ que busca Parker va a ser atacada con cierta carga espiritual”, confesó Connolly en esa misma entrevista.
Aunque en estos diecinueve años de escritura Connolly no solo se ha dedicado a continuar la serie de Charlie Parker, este año Tusquets Editores publicó Tiempos oscuros. En esta novela, Charlie Parker es contratado por un hombre que terminó en las rejas de manera injusta.
Para dicha del irlandés, esta nueva aparición del detective ha contado con el visto bueno del público y la crítica.
“Él ha apostado toda su carrera a crear un territorio donde combina crímenes ficcionados de manera hábil con la escritura de la novela negra tradicional. Ahora, su abundante toque de lo sobrenatural le da vigencia”, sentenció el crítico Myles McWeeney del diario inglés The Independent.
Tras tantos años navegando en el inframundo del expolicía, la pregunta es inevitable. ¿Será que Connolly no puede despegarse de Charlie Parker porque habla de él mismo?
“Para mí, lo interesante de escribir es que te permite explorar partes de tu propia naturaleza y de tí mismo que quizás no podrías tener en otra vocación. Cuando escribo en primera persona, no soy yo, es Parker, y no puedes mediar entre los dos, pero sí puedes explorar los enlaces a través del personaje y de mí”, dijo el autor recientemente a January Magazine.
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Sobre su visita a Costa Rica
John Connolly realizará dos encuentros literarios en nuestro país, con motivo de la presentación del libro Tiempos Oscuros. La primera charla que dará en Costa Rica será el jueves 20 de setiembre a las 7 p. m. en la Librería Internacional de Multiplaza Escazú. El segundo encuentro será el sábado 22 de setiembre a las 2 p. m. en la Librería Internacional de Multiplaza Curridabat. Connolly realizará firmas de autógrafos al finalizar cada evento.