
Un testigo recordó ante los jueces del Tribunal Penal de Santa Cruz el pleito ocurrido hace casi 10 años en Playas del Coco de Carrillo, que derivó en el asesinato del joven Alejo Leiva Lachner, a manos de una turba.
Ese juicio culminó el 22 de agosto pasado, con una condena de 16 años de cárcel contra el imputado Luis Carlos García Canales, mientras que otros tres hombres quedaron absueltos, de apellidos García (hermano del condenado), Rivas y Ortiz.
Un quinto imputado, de apellido Ovares, se apartó del expediente por una incapacidad, y se le realizará un juicio por aparte, según indicó una fuente cercana al caso. El Ministerio Público detalló que había más personas en la turba, pero solo estos cinco hombres fueron identificados. Los testigos estimaron que la muchedumbre oscilaba entre 20 y 30 personas, según indica la sentencia del expediente 16-000641-0060-PE.
Durante el debate, un testigo de apellido Moya relató que él estaba en el mismo grupo de amigos de Alejo. Era Viernes Santo (25 de marzo del 2016) y departían en un bar cerca de la playa. Esa noche jugaba la Selección de Costa Rica un partido eliminatorio ante Jamaica, y los locales comerciales estaban a reventar.
Moya se dirigía al establecimiento del frente, pero al cruzar la calle un carro le golpeó las piernas. Él reaccionó golpeando el capote del vehículo, del cual se bajó un taxista informal, el ahora condenado García Canales, a reclamarle e iniciar una discusión breve, en la que intervinieron varias personas. Hasta ese momento, el incidente no pasó a más.
Moya, Alejo y los demás amigos fueron a un bar cercano a dónde estaban anteriormente, en un segundo piso. Desde allí, Moya vio varios vehículos llegando al bar, y le dijo al grupo que se fueran a otra parte.
“El plan era ir al final de la calle del Coco para buscar un taxi rojo para irnos, cuando caminábamos, vi atrás una turba de gente y yo gritaba ‘cuidado’. A mí me rodeó un grupo de gente con objetos, botellas, objetos de cocina, y me empezaron a golpear, estaba el taxista con el que tuve la primera riña”, contó el testigo al Tribunal Penal.
Moya relató que lo golpearon, se cayó, se levantó y lo golpearon de nuevo, sin lograr identificar a sus agresores en medio del tumulto. Permaneció en el suelo en posición fetal con heridas de arma blanca en la cara y en la espalda, no tan graves como las que sufrió Alejo. Desde el piso, un desconocido lo levantó y le dijo que corriera.
“Yo corrí hacia la playa y me fui a la Delegación de Policía, ellos estaban con un detenido herido, yo les dije que ocupábamos ayuda y ellos me dijeron que me callara, les volví a decir que ocupaba ayuda y me dijeron que me sentara atrás de la delegación”, aseguró.
De ahí fue trasladado al Hospital Enrique Baltodano Briceño de Liberia, y en la ambulancia se enteró de que Alejo, de 21 años, había fallecido.
Durante el juicio, el único imputado que Moya reconoció fue el eventual condenado, García Canales. Él también fue identificado por una testigo que esa noche trabajaba cerca del sitio del crimen, testimonio que resultó clave para la sentencia condenatoria.
En la sentencia, de la cual La Nación tiene copia, el Tribunal consideró que no era razonable ni proporcional imponerle a García la pena mínima por el delito acreditado debido a la “extrema violencia y desprecio de la vida que tuvo el encartado en compañía de sujetos no desconocidos, para darle fin a la vida de una persona ofendida”.
Agregan los jueces, que García hizo uso de la superioridad numérica, en el entendido de que eran más de 10 personas quienes atentaban contra la vida de Alejo, mientras él se mantenía en solitario, vulnerable en el suelo y sin posibilidad de defenderse.
También le reprocharon al sentenciado que dejara a su víctima a la intemperie y luego simplemente fuera a lavarse las manos “para evitar ser descubierto, lo que a todas luces le hace ver al Tribunal el desprecio absoluto y el irrespeto que existía para el señor García Canales de la vida de un ser humano, que se encontraba en su plena juventud”.
El longevo proceso para sentenciar a quienes mataron a Alejo
Entre abril y setiembre del 2016, las autoridades judiciales lograron detener a cinco sospechosos del crimen de Alejo, un joven estudiante de ingeniería que aprovechó los días de Semana Santa de aquel año para disfrutar con sus amigos en la playa.
Sin embargo, el camino a la justicia fue largo desde entonces.
La primera llamada a debate ocurrió cuatro años después, en julio del 2020, pero luego se reprogramó para junio del 2021 y luego hasta diciembre del 2023.
A los ajustes de agenda del Tribunal Penal de Santa Cruz, se sumó la incapacidad de uno de los imputados, que obligó a postergar el juicio hasta agosto pasado.
Tras el brutal ataque, los familiares y allegados de Alejo lo recordaron como una persona tranquila, muy activa y que le gustaban los deportes como el surf y el windsurf. Era el mayor de cuatro hermanos.
Al momento del crimen estudiaba ingeniería y había estado trabajando para comprarse un vehículo.
“La agresión en este país está llegando a tal punto que tiene que haber una respuesta. El país entero está conmovido y no es porque sea Alejo Leiva Lachner, es porque es un muchacho de los muchos tantos que mueren porque otros lo atacaron, no importa si es en playas del Coco o en Desamparados”, había declarado en marzo del 2016 su abuela, Lilia Castro.
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En ese año, Costa Rica cerró con un total de 578 homicidios. En este 2025, el país registra 642 crímenes de ese tipo al 26 de setiembre.
