“Venimos con muchos traumas y nos cuesta olvidarlos”. Lo dice mientras sostiene con fuerza el micrófono con ambas manos, no para victimizarse, sino para explicar que sobrevivir a la trata de personas es una lucha que se extiende por años.
Sofía es una de las 3.109 mujeres que han llegado a la Fundación Rahab en los últimos 28 años, una institución sin fines de lucro que atiende a mujeres vinculadas a la trata de personas, el comercio sexual y la explotación sexual.
Este jueves, en uno de los salones de la organización y acompañada por otras tres sobrevivientes, compartió lo que significó para ella aprender a vivir de nuevo, en el marco de la conmemoración de más de dos décadas de historia de la fundación.
“Muchas hemos salido profesionales de acá. Yo me siento una profesional, yo me siento alguien grande, que tiene un amor propio que no tenía, que estaba en el suelo. Yo soy una sobreviviente y me ha costado mucho”, narró.
A ella le secundó una de sus compañeras. “Yo llegué aquí y he ido caminando poco a poco, queriendo ser yo, ser más fuerte, más segura de mí misma. Somos muchas mujeres que hemos pasado por situaciones, cada una a su manera. Si puedo, y ahí voy”, contó.
Entre aplausos y clamores terminaron sus discursos.
Algunas de las mujeres, aun con 60 años, llegan a la fundación y apenas comienzan a aprender a leer y escribir, cargando sobre sus hombros el peso de haber sido vendidas por sus propios padres o, en otros casos, haber sido intercambiadas a organizaciones criminales por sus familias a cambio de un puro de marihuana.
Otras cayeron en redes de explotación sexual mientras buscaban un trabajo para mantener a sus hijos. Tal es el caso de Ana, quien contó a La Nación en setiembre cómo quedó encerrada en un ciclo de violencia y explotación sexual en playa Jacó, junto a 14 mujeres más, entre ellas menores de edad.
Una vez que logró salir, Ana pasó meses en la calle con su hijo, dedicándose al trabajo sexual, hasta que una joven en una situación similar le habló sobre la Fundación Rahab y entonces pudo comenzar a reconstruir su vida.
Otras llegan a la puerta de la organización con su vida entera empacada en un bolso y tomando de la mano a un niño o una niña. En los últimos 28 años, profesionales de la fundación han atendido a más de 15.000 víctimas indirectas de trata y explotación, usualmente los hijos e hijas de las mujeres sobrevivientes.
“Ha sido una bendición muy grande”, afirmó Mariliana Morales, fundadora y directora ejecutiva de Rahab.
“He visto milagro sobre milagro, he visto la transformación de mujeres, que vinieron totalmente destrozadas, a sentirse reinas del mundo. Con el amor que les tenemos y la paz que necesitan acá. Nadie las va a juzgar”, agregó.
Entre enero del 2020 y junio del 2025, la Coalición Nacional contra el Tráfico Ilícito de Migrantes y la Trata de Personas ha acreditado 283 víctimas de estos delitos. Las cifras, sin embargo, no reflejan la verdadera magnitud de la problemática, pues muchas temen denunciar.
Si usted conoce a una mujer que podría ser víctima de trata o explotación sexual, puede acudir a la fundación, situada en la avenida 12, entre calles 11 y 13, en el centro de San José, o bien contactar a través de los números (506) 2248-2095 y (506) 2248-0929.
