
Los grupos narcotraficantes en Costa Rica y la región se han vuelto más complejos en su operación, y esto incluye sus métodos para pasar desapercibidos mientras trasladan la droga del sur al norte de América.
Los paquetes de psicotrópicos, en su mayoría cocaína, generan tantas ganancias que las bandas se dan el lujo de abrir pistas de aterrizaje clandestinas en fincas remotas, usarlas un par de veces y abandonarlas.
Estas pistas “desechables” han sido detectadas por las autoridades como puntos donde aterrizan avionetas desde Colombia, y a veces desde Ecuador, para abastecerse de gasolina o cambiar de avioneta para continuar su trayecto hacia Guatemala o México, y de ahí avanzan hacia el mayor consumidor, Estados Unidos.
Por lo general, se buscan terrenos cerca del mar, que agilicen el traslado de droga o dinero desde las lanchas hasta las aeronaves. También se privilegian sitios despoblados y planos o cercanos a puntos fronterizos. Por eso se repiten las destrucciones de pistas clandestinas en sitios como Santa Cruz, en Guanacaste, Sierpe, en Osa, Puntarenas, o Sarapiquí, en Heredia.
Si bien el Servicio de Vigilancia Aérea (SVA) recibe reportes y ubica pistas en todo el país, muchas veces esas pistas ya han sido utilizadas y abandonadas por la organización narcotraficante.
“Con que la logren usar una o dos veces ya le sacaron la ganancia, puede ser que no la vuelvan a utilizar y no les importa si la Policía llega y la destruye porque ya lograron el objetivo”, explicó Vladimir Muñoz Hernández, subdirector interino del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Los narcos no se limitan en sus métodos, y en ocasiones vuelven años después a pistas que habían dejado abandonadas, o aprovechan pistas autorizadas de grandes empresas agrícolas. Esto no quiere decir que los dueños de esas empresas estén involucrados, afirmó Muñoz, sino que las bandas cuentan con la complicidad de los encargados de seguridad de las fincas.
Michael Soto, director interino del OIJ, mencionó un método más que utilizan estas bandas: usar caminos que no se crearon como pistas, pero donde pueden aterrizar pilotos con la suficiente habilidad. Incluso, se han dado casos en que se coloca iluminación improvisada para aterrizar en las noches.
Entre las tres modalidades de transporte (aérea, terrestre y marítima), la vía aérea es “quizás la más efectiva”, aseguró Muñoz.
Solo por aire los paquetes de droga pueden evitar los controles fronterizos por tierra y los patrullajes de los gobiernos de la región en el océano.
Costa Rica es una escala particularmente atractiva para estos vuelos por las limitaciones tecnológicas que enfrenta el país, detalló.
“Tenemos poco control porque Costa Rica no tiene un control aéreo. Dependemos de los reportes de las policías y organizaciones amigas de los Estados Unidos, de Colombia, los equipos que mantienen controles aéreos y nos reportan llegadas y salidas de aeronaves. No tenemos la capacidad de interrumpir ni de interceptar”, explicó Muñoz.
La mejor posibilidad que tienen las autoridades de encontrar este tipo de pistas es cuando ocurre algún incidente en tierra que les permita descubrirlas.
Ese fue el caso en julio del 2023, cuando una avioneta intentó despegar con un gran cargamento de cocaína de una pista clandestina en una finca en La Victoria de Upala. El peso era tal que impidió que la aeronave levantara lo suficiente y debió volver a tierra, no sin llamar la atención de personas que alertaron a la Fuerza Pública.
Los policías llegaron al sitio cuando los sujetos ya habían huido, pero dejaron atrás 420 paquetes de cocaína en la avioneta y un pick-up. Dos años de investigación de la Policía de Control de Drogas (PCD) llevaron al arresto, el pasado 5 de noviembre, de dos sospechosos de apellidos Ramírez y Gutiérrez, quienes tendrían presuntos vínculos con el Cartel de Sinaloa y pretendían que la aeronave llegara a México.
Muñoz agregó que durante su estancia en el OIJ, las regiones donde más se han identificado pistas de este tipo son Guanacaste, principalmente los cantones de Carrillo, Nicoya y Santa Cruz, la zona norte (con especial incidencia en Upala) y el Caribe, enfocado en Pococí, donde se han incrementado los hallazgos en los últimos cuatro años.
“Yo tengo 35 años en el OIJ y 20 años trabajé en temas de narcotráfico y hay muchos métodos, a pesar de que hay cosas nuevas, muchos métodos no cambian, los métodos tradicionales, este de las narcoavionetas, el de las lanchas y de los contenedores, la carga la carga lícita que es aprovechada para trasladar droga de frontera a frontera, eso se mantiene, eso no cambia”, afirmó el subdirector.

Grandes carteles involucrados
En los últimos años trascendieron casos de organizaciones criminales transnacionales que utilizan pistas costarricenses para mover su mercadería.
Justo este miércoles, La Policía Control de Drogas (PCD), en coordinación con la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), detuvieron a cuatro hombres sospechosos de conformar una organización vinculada con el cartel de Sinaloa, una de las organizaciones narco más poderosas del hemisferio occidental, afincada en México.
Además del hallazgo de 400 kilos de cocaína, las autoridades decomisaron lámparas habrían sido utilizadas para colocarlas en pistas clandestinas para orientar a los pilotos, radios de comunicación, llantas para avioneta, pichingas con combustible y recipientes para filtrarlo.
Asimismo, en diciembre del 2024, La Nación divulgó que llamadas telefónicas interceptadas por agentes judiciales revelaron cómo una red de narcotraficantes costarricenses, vinculada al Clan del Golfo de Colombia, buscaba pistas clandestinas en San Carlos para el aterrizaje de aeronaves que traían dinero desde México correspondiente al pago de cargamentos de cocaína.
La banda pagaba hasta $15.000 (¢7,6 millones) a dueños de terrenos, pero en una conversación se mencionó la disposición de dar hasta $25.000 (¢12,7 millones).
Otro caso reciente ocurrió este lunes, cuando una avioneta se accidentó en Carate de Puerto Jiménez, Puntarenas.
La Policía de Control de Drogas (PCD), el Servicio de Vigilancia Aérea, el Servicio Nacional de Guardacostas y la Fuerza Pública atendieron el incidente y al revisar el interior de la cabina, los agentes observaron varios paquetes que podrían contener droga, por lo que se coordinó de inmediato con la Fiscalía para atender el caso.
Tras la inspección, los agentes de la PCD decomisaron un total de 309 paquetes con cocaína de aproximadamente un kilo cada uno, así como $543 que fueron hallados en poder del piloto, un hombre de apellido Villareal Suárez, de 53 años, quien luego de ser atendido por personal médico, fue presentado ante la Fiscalía de Osa para su debido proceso judicial.
