Para forjar una carrera que le ha permitido llevar su voz a escenarios internacionales y consolidarse como una de las figuras más reconocidas de la música costarricense, Debi Nova ha cultivado un equilibrio entre la expresión personal y las exigencias del engranaje administrativo que implica tener el arte como oficio.
En entrevista con Revista Dominical, la cantante reflexionó sobre los desafíos de sostener una carrera artística en un país donde aún no se puede hablar de una industria musical plenamente desarrollada. Desde la gestión empresarial hasta las políticas públicas necesarias para impulsar el crecimiento profesional de nuevas generaciones, Nova también compartió lo que ha aprendido de las dinámicas del público local comparadas con las del ámbito internacional.
— ¿Qué tan diferente ha sido construir una relación con el público costarricense versus el público internacional? ¿Es más difícil llegarle a uno que al otro?
— Si nos concentramos en esa palabra a la hora de pensar en una industria musical, pues sí puede ser retador en un tipo de música como el mío, música de cantautora, que tal vez no es la música masiva que le llegue a más gente, pero no sé si eso lo podemos asociar con la palabra difícil.
— Es diferente, entonces.
— Es diferente, sí, y también creo que hay que tener muy claro qué es lo que querés. Esa ha sido como la misión para mí cuando entro al estudio. Saber que quiero hacer algo del corazón, porque me llena a mí, o saber que quiero hacer algo para que tal vez se haga más masivo mi público.
“Yo siempre he escogido el camino de hacer algo que me gusta. Después, no puedo pensar en qué es más difícil o qué es menos difícil, sino que creo que uno debe tener muy claro qué es lo que quiere y estar feliz con sus decisiones.
“Yo amo el público de Costa Rica, es el público que más he alimentado a través de los años porque soy de acá, porque mi familia está acá, porque viajo muchísimo acá y siempre que hago un concierto acá, me siento como lo más sublime, lo más lindo, porque es como dar un concierto enfrente de mi familia”.
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— Y en ese sentido, ¿qué se necesita para que más artistas locales puedan crecer y destacar profesionalmente?
— Creo que hay muchas cosas que tienen que suceder para que Costa Rica tenga una industria musical saludable. Son muchas aristas, y todo eso tiene que ir de la mano. Creo que nos faltan venues (recintos) en el país especializados en música de diferentes capacidades. Creo que las radios podrían apoyar más a los músicos nacionales, la industria también, todo lo que son marcas.
“Eso desde la parte de afuera, y creo que nosotros también tenemos que darnos más nuestro lugar. Tenemos que apoyarnos más entre nosotros porque parece mentira, pero aunque es una industria chiquitita, como que no hay tanta colaboración. Yo he visto que en otros países los artistas colaboran más entre sí. Aquí no se da tanto las colaboraciones entre artistas.
“Creo que hay muchas cosas que pueden mejorar y, sin embargo, creo que cada vez vamos haciéndonos más poderosos, más fuertes. Cada vez se ven más artistas que están firmando con disqueras afuera, entonces sí vamos por un buen camino, pero por supuesto que nos falta”.
— Mucho se ha hablado de la necesidad de una política pública para fortalecer la industria musical. ¿Qué tipo de medidas cree que son urgentes o viables?
— La verdad es que no puedo hablar a ciencia cierta, porque no conozco exactamente en qué lugar estamos en ese aspecto, pero si vos me preguntas, yo creía que algo muy sano sería que existiera un mínimo requerido para que las radios pusieran música de Costa Rica.
“Eso sería algo fácil que pondría al músico nacional en un lugar horizontal con músicos de otros países, ¿y por qué no hacerlo? Eso sería lo primero que se me viene a la cabeza y estoy segura que hay muchas otras cosas más".
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— Pensando también en quienes sueñan con insertarse en la industria internacional, y entendiendo que cada artista tiene su propio lenguaje, ¿qué se debe afinar o fortalecer desde Costa Rica para lograr una propuesta musical que conecte con audiencias globales?
— Hace un par de semanas estuve en una conferencia, llamada Centroamérica Mercado Musical, que estuvo preciosa y estuvimos hablando de eso precisamente. En Costa Rica, por asunto de volumen, tal vez es un poco más retador competir en el mercado global, porque claro, si vos sos un artista al que le va muy bien en Colombia, por el volumen de Colombia, en la escala global va a tener mayor impacto. Si a vos te va muy bien en Costa Rica, pues nuestro volumen no es tan grande.
“Para competir en la escala global, hay que salir y picar piedra en otros países. Lo bueno es que hoy en día tenemos las redes sociales y las redes sociales yo no sé cómo funcionan, te digo que es un misterio, pero funcionan (...). Tenemos esa gran herramienta y deberíamos aprovecharla, por supuesto”.
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— Muchas veces se asocia a los artistas con un estilo de vida glamoroso, pero detrás de escena hay una enorme carga de trabajo, logística y dinero. ¿Cómo ha sido para usted manejar esa parte administrativa de su carrera?
— Creo que es lo que más me cuesta, y me cuesta estar en paz con eso. Pero creo que si eso no sucede, el barco se hunde. He tenido que ser muy disciplinada, sobre todo ahora que no me queda tanto tiempo como antes, porque soy mamá.
“Tengo que ser muy disciplinada para tener al menos dos horas al día para hacer trabajo creativo. Eso significa apagar el celular y ya sea sentarme en el piano o editar en la computadora, grabarme, pero si no lo hago me aplasta lo administrativo, porque sí es parte de lo que hago”.
— Es como un balance.
— Un balance, sí, y definitivamente el glamour de lo que hago, bueno, digo glamour, pero son realmente esos momentos sublimes que me alimentan. Yo lo encuentro en el estudio y en el escenario, son mis momentos de absoluto placer, gozo. Con lo demás tengo como que hablarme internamente, prepararme para saber que una cosa viene con la otra y así son, yo creo, todas las disciplinas o cualquier disciplina que uno escoja.
— Al asumir esa dimensión empresarial de su trabajo, ¿ha crecido como persona? ¿Cree que ha aprendido de sí misma en ese proceso?
— Sí, yo creo que todo es una oportunidad de crecimiento. Una cosa muy hermosa que tiene mi carrera es que me toca trabajar con muchas personas. También es una carrera de comunicación y he tenido que aprender eso, a poder mantenerme agradecida, mantenerme con una filosofía positiva a pesar de que hay fuerzas que tal vez a veces te quieren hundir.
“Yo a veces digo, ¿para qué hago lo que hago? Porque la música no es de vida o muerte, pero tal vez sí, ¿sabés? Siempre tengo que tener muy claro mi propósito, y de ahí creo que puedo navegar y crecer, a pesar de las tempestades".
— Se podría decir, entonces, que la música es vida.
— La música es vida, claro. Para mí lo es, sin duda. Es un salvavidas. Estoy segura que para muchas personas que consumen música, ha habido una canción que les cambió la vida.
“¿Para qué hago lo que hago? La música no es de vida o muerte, pero tal vez sí, ¿sabés? (...). Me encanta poder ser una voz en este país para otras mujeres que quieran dedicarse al arte, porque no es fácil".
