Tuve una pesadilla con Gustavo Matosas. En un sueño de mal gusto vi al entrenador uruguayo, ese tipo elegante conquistador con solo su mirada y verbo sentarse en una mesa y frente a todos los medios de comunicación anunciar que dejaba tirada la Selección Nacional.
Tuve una pesadilla con Matosas. Lo vi referirse al equipo más importante de Costa Rica como si fuera una insignificante experiencia, como si fuera un sabor de helado más que se descarta o se acepta, que gusta o desagrada. En lo profundo de mi mente lo noté acompañado de Rodolfo Villalobos, un jerarca federativo que pese a estar contra las cuerdas sonreía una y otra vez cuando escuchaba que lo dejaban botado.
El mal sueño fue más allá , porque aunque Villalobos debía sentirse traicionado, más bien se le notaba como si ya supiera el desarrollo de la escena. Su sonrisa, sus bromas, su comprensión y su compadrazgo con Matosas era impresionante; mientras que cualquier otro tico se hubiera sentido herido, ofendido y burlado.
En mi sueño me atacaron muchas voces pero una muy clara me decía una y otra vez: “está planeado, está planeado”... Yo incrédulo hice intento de despertarme pero no lo logré...
Otro susurro me comentó que detrás de todo esto había un tema político: no irse antes de la elección de la cabeza federativa, y que luego podría partir.
No entendía por qué el técnico se iba, tampoco cómo las recién finalizadas elecciones influían... Solo veía a la Federación tambalearse sin rumbo por un camino directo a un precipicio.
La preocupación era tal que todos buscaron apaciguar las aguas con el arma segura, el único jugador de este país al que todos apoyan y quieren; era el momento de sacar a la escena pública al Halcón... pero él tiene decisión propia y no tiene porque estar salvando honores perdidos. Ante esto decidió hablar pero con la decisión ya en firme, no quería apagar el incendio, pero sí ayudar a controlarlo y atendió consultas cuando ya se sabía la noticia.
La pesadilla se ponía cada vez más oscura y la obra tocaba el desenlace final; en eso me desperté y el televisor estaba prendido y solo recuerdo ver a Gustavo Matosas, seleccionador de Costa Rica, asegurar: “hace dos meses me buscaron , pero venían cosas importantes para la Federación y no era el momento de irse”.
Escuché, pensé y muy dentro de mi dije: lo que era pesadilla se convirtió en buena noticia. Lástima que ocho meses se fueron a la basura; aunque pensándolo bien acá ya estamos acostumbrados a este tipo de desplantes y papelones.
Luego noté como la bola de nieve pública se encargó de poner contra las cuerdas al Comité Ejecutivo de la Federación, los obligó a quitar a Matosas para que no dirigiera ante Uruguay... Y 14 horas después, sí casi medio día después, ellos por fin notaron el irrespeto que todos percibimos desde el primer momento de parte del charrúa. ¿Una reacción populista? Juzgue usted.
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