Tiene una barba desaliñada y algunas canas entre su escaso cabello. Me saluda con un apretón de manos fuerte, como su tono de voz que pasa de 0 a 100 decibeles en un segundo, y me invita a pasar a su oficina; hay un escritorio, una pizarra en la que esboza la posible alineación del equipo que jugará los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe, una figura espiritual de color bronce, un pequeño cactus y nada más.
Se coloca los lentes de arco negro, prende la portátil y me muestra unas diapositivas sobre su proceso (su palabra más usada). Son cuatro años en el país y Marcelo Herrera asegura que lo intangible se volvió real hace tiempo, cuando le pidieron sumergirse en una estructura en crisis.
Hoy, cuando Costa Rica teme que el cambio generacional de la Mayor se transforme en una pesadilla, Popeye no tiembla. En su discurso se denota una evidente confianza en que la camada que viene en camino, la primera que trabajó desde que llegó al país, está lista para aportar en la transición.
“Los Mbappé son pocos, es único. Todavía en Costa Rica no hemos podido visualizar ese jugador distinto, pero sí hay muchos otros que están listos para el alto rendimiento, que saben de qué se trata el alto rendimiento y que seguramente van a ser una realidad en la Mayor", afirma.
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A la altura de cuatro años, Herrera sabe que su imagen es como una montaña rusa. Se estrenó como el ‘salvador’, después de guiar a Costa Rica a un mundial Sub-17 y otro Sub-20, cuando el país venía de trastabillar en dos procesos y quedar fuera de cuatro mundiales, dos juveniles y dos infantiles.
Se deterioró en la eliminatoria Sub-20 en casa, ante el irregular rendimiento del funcionamiento ofensivo del equipo nacional. Popeye reconoce que no se jugó bien, pese a que se obtuvo el boleto a la cita de Corea del Sur.
Hoy se sostiene en su cargo. Dice estar satisfecho de haber cumplido la mayoría de objetivos trazados hace cuatro años, cuando aceptó el puesto de director de selecciones menores. Me los muestra uno por uno en sus diapositivas, con fotos de adolescentes que ya hoy son jugadores grandes.
Cree que se cumplió la premisa de elegir y formar futbolistas de manera integral; impulsó la construcción de un complejo para la liga menor con cuartos, camerinos y sala para charlas, e insiste en que se ampliaron las visorías en todo Costa Rica.
Cuando está por comenzar un nuevo proceso en la Tricolor absoluta, su trabajo toma un rol protagónico. Se espera que los jóvenes que ayudó a formar y que adquirieron un roce internacional en los selecciones menores, puedan dar el gran paso a la Sele.
El entrenador conversó ampliamente con La Nación sobre el cambio generacional en la Tricolor.
¿Qué tan listos pueden estar los jugadores de esta camada para dar el salto a la Mayor o cuánto tiempo hay que esperar?
Creo que hay un 70% de futbolistas que han jugado este último mundial y todavía tienen mucha soga, de cara a lo que se viene.
Eso se interpreta como que hay un 30% de la base del equipo que se puede renovar con jóvenes.
Y después hay otros muchachos en el medio nacional que van a empezar a tener sus posibilidades, de todos esos nombres que se le ocurren a todos en el medio. Y después viene todo este proceso que ya va a cumplir cuatro años de trabajo, donde van a salir algunos muchachos en el corto plazo que pueden llegar a tener alguna participación. Creo y sigo insistiendo que en el transcurso del tiempo es donde vamos a ir viendo la llegada paulatina de muchos de estos jóvenes a la Selección. No tengo ninguna duda de que los que vienen de este proceso largo, van a ir llegando con el tiempo. Siempre va a depender de ellos, por supuesto.
Se tiene la idea de que esta generación que usted dirigió y ya suma dos mundiales menores podría colaborar en ese proceso de renovación, principalmente porque a la camada mayor a esta suya no le fue bien. ¿Es bueno o contraproducente darle rodaje en la Selección Mayor a este grupo de menor edad (entre 20 y 21 años)?
A ver. El tiempo es el único que dice cuándo están los jugadores listos. Vimos un Mundial de una dinámica tremenda donde Mbappé, con 19 años, fue balón de plata. Fue el segundo jugador más importante del Mundial. Entonces la capacidad del jugador no tan solo es necesaria con el correr del tiempo. Hay algunos que son buenos independientemente de la edad que tengan. Y hay otro factor: que el entrenador tenga la capacidad para ponerlo, porque por ahí también pasa.
Los formadores siempre dicen que un jugador puede ser bueno, pero a veces no está listo. ¿Cuántos de estos jugadores están listos para la Sele Mayor?
Por eso digo, los Mbappé son pocos, es único. Como en su momento pudo llegar a ser Messi o Maradona. Creo yo que todavía en Costa Rica no hemos podido visualizar ese jugador distinto, pero sí hay muchos otros que están para el alto rendimiento, que saben de qué se trata el alto rendimiento y que seguramente van a ser una realidad en la Selección Mayor, si es que tienen un crecimiento sólido, si es que no se desvían, por todas esas cosas extrañas que pasan en el fútbol.
Ya se habla de un futbolista de esta camada que podría ser importante, Ian Smith. ¿Qué otros jugadores ve usted preparados en lo mental y futbolístico para meterlos en el proceso de la Mayor desde ya, y que puedan llegar a la eliminatoria ya afianzados?
Hay una base importante que va a jugar los Centroamericanos y del Caribe; todos ellos están mentalmente preparados para asumir un desafío, pero no depende de un solo partido. Es un proceso de maduración, como decía antes, los distintos (Mbappé) juegan a cualquier edad, pero hay otros que necesitan un proceso de maduración, encontrando su mejor rendimiento a través de muchas cosas, de preparación, de sistemas, de confianza, de que se crea en ellos. Soy una persona que cree mucho en el estado de ánimo. Todos son importantes en cuanto nos hagan sentir importantes.
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¿Pero lo más productivo para la Selección Mayor sería ir metiendo a estos muchachos desde ya?
Por supuesto. Ya Ian Smith participó de una manera directa en un mundial. Si lo pudo hacer Ian, también puede hacerlo Luis Hernández (Saprissa), Pablo Arboine (Santos), Jimmy Marín (Herediano), Rándall Leal (Malinas, Bélgica), Jonathan Martínez, Bernal Alfaro o Bryan Rojas (Carmelita); cualquiera de ellos lo puede hacer tranquilamente.
¿Estos nombres que menciona y se le vinieron a la mente de primero son los jugadores que más listos considera o fue circunstancial que los mencionara?
No. Porque podría nombrarle los 20 que están en la lista de Centroamericanos y los cuatro que se quedaron fuera en esta oportunidad.
Hay un condicionante adicional. No solo van a estar en la Mayor los que usted vea bien, sino los que juegan y se muestran en Primera División.
Cuando se habla de una proyección de chicos en una selección mayor, se habla de momentos y de tiempos, distinto a lo que tiene que ver con la inserción de un jugador en la selección mayor. Por ejemplo, Ricardo Montenegro (portero del último mundial Sub-17) peleó de tú a tú una posibilidad para estar en Centroamericanos con dos muchachos mayores que él.
Fíjese la diferencia de edad entre Luis Diego Rivas (portero Sub-20 de Cartaginés) y Montenegro. Y yo tengo que pensar que al tener una paridad en rendimiento en este momento, tengo que optar por el más grande. Porque en la teoría, es el que más rápido va a jugar en una selección mayor. Por maduración, por lógica. Pero yo no sé si en un año Montenegro va a estar mejor, igual o peor que Rivas. Este es un momento para un muchacho más grande. Cuando llegue el momento de elegir en un categoría superior, ya veremos quién está listo.
Nosotros somos formadores antes que todo. Nosotros tenemos que preparar a los chicos y el seleccionador mayor los tiene que llevar para que jueguen. Dárselos lo mejor posible para que en ese momento no fallen.
Da la impresión de que está muy confiado de que ya hay un grupo de futbolistas que está listo para saltar a la Mayor.
Yo primero confío en la gente que trabaja conmigo. Soy una persona que a los que le pierdo confianza, es probable que se queden en el camino, o considero que no tienen la capacidad. Yo trato de ser exigente conmigo mismo y luego con ellos. Y parte del aprendizaje es equivocarse, de eso no hay duda. Si no lo intento, no lo voy a conseguir nunca. Eso está claro.
¿Cuánto peso pueden tener estos futbolistas jóvenes en la Sele?
Es una inserción. ¿Cómo le vamos a dar el peso a todos estos nombres que yo le di, si ni siquiera se consolidaron en sus equipos aún? Ya muchos de ellos juegan en Primera División, pero no es que decimos ‘este nos salva el partido’. Ellos necesitan ir teniendo partidos de fogueo a ese nivel para vayan sabiendo cuál es la realidad de una selección mayor.
¿Al entrenador que venga a Costa Rica le debe gustar la renovación, para que se puedan proyectar estos jóvenes de selecciones menores?
Bueno, esa es una pregunta incómoda para mí, prefiero no contestarla. Todo lo que yo diga, puede generar suspicacia.
¿Cómo percibe que un joven salga a Europa a muy corta edad, cuando todavía no se afianza en la Primera?
Hay de todo. Dependiendo de donde van los jóvenes puede ser bueno. Tenemos la experiencia de Rándall Leal que se fue muy joven y ya tenemos un jugador muy maduro. Se va a una liga como la de Bélgica, en la que se trabaja bien y le han dado las oportunidades para que pueda crecer.
¿Ve a Rándall Leal en la Selección Mayor en el corto plazo?
Sin duda.
Se perfila con más protagonismo a aquellos jugadores de la media hacia arriba, porque por lo visto en Rusia, fue la zona donde más costó que la Sele pesara. Por eso le pregunto por Leal.
Es un recambio. Tiene una capacidad técnica que nos puede dar muchas alternativas. Rándall puede dar cosas en diferentes puestos.
¿Y hay jugadores para renovar de la mediacancha hacia adelante?
Suhander Zúñiga (Carmelita), Jimmy Marín, Rándall Leal, Andrés Gómez (Guadalupe), quien tiene 18 años. Ellos van a estar en los Centroamericanos y del Caribe y pueden dar mucho.
¿Cuál será su papel con la Mayor de ahora en adelante?
No lo sé, tengo que hablarlo con Rodolfo Villalobos. Él tiene un pensamiento primario mío, en virtud de lo que yo pienso, pero no hemos hablado. Mi contrato termina en diciembre y hay que hablar de muchas cosas. Hay que hacer autocrítica, replanteo. Hay que evaluar lo bueno y lo malo. A mí me pone contento que el presidente ya piense en mí a futuro, que me considere.
Cuando se confirmó la salida de Óscar Ramírez, se especuló sobre el hecho de que usted podría ser interino. ¿Existe la opción?
Es que concreto no hay nada. Tuve una charla con él (Villalobos), pero fue muy breve. Intercambiamos opiniones y nada más que eso. Me parece que la Mayor y la estructura de juveniles son cosas muy importantes como para que yo pueda decir ya desde dónde puedo colaborar. Venimos desde mi consideración trabajando correctamente. Está todo a la luz del mundo. Es todo tangible ya. Todo lo que se habló de intangible en el 2014, ahora lo es. El tiempo colaboró para que todo fuera sucediendo.
Lo que dijimos tiempo atrás se ha ido concretando. Costa Rica ha crecido en muchos aspectos y en muchos otros tiene que corregir. Escucho la crítica positiva y la mal intencionada también. Hay que saber aceptar cómo se juega.
Usted hablaba de moldear un estilo de juego. ¿Cuál fue la característica que se moldeó en todo este tiempo?
Esta selección que viene trabajando con nosotros, que será ahora la olímpica después de dos mundiales menores, trabajó con línea de cinco por dos razones. Primero por los jugadores. Teníamos dos laterales muy activos, que te generaban un ida y vuelta (Ian Smith y Luis Hernández). Yo nunca en mi vida había jugando con línea de cinco y esta selección a través del tiempo fue dando resultados, por lo que hemos venido insistiendo en eso.
Pero no solo por eso, sino también porque el nuevo entrenador (Óscar Ramírez) insistía en una línea de cinco, lo que provocó que nos desarrolláramos de esa manera, por aquello de que existiera la posibilidad de incorporar a algún jugador a la Selección Mayor y así supiera el sistema que se estaba jugando.
Tampoco es un sistema tan rígido si se sabe utilizar.
Se modifica muchísimo. Dependiendo del rival y de los jugadores. Pero es punto y aparte, porque los técnicos de la Sub-17 y la Sub-15 ya desarrollan línea de cuatro, porque en la Primera División los equipos juegan con línea de cuatro. Hay alguna rara excepción, pero en el fútbol nacional casi todos juegan con línea de cuatro. Hemos optado porque jueguen así.
La tendencia en el Mundial mostró selecciones, en la teoría débiles, que lograron competir con bloques profundos y transiciones rápidas.
De hecho Inglaterra jugó con línea de cinco, Bélgica defendía con cinco.
Pesa mucho la calidad individual para que esa transición de defensa-ataque sea rápida y efectiva. ¿Esto se enseña o se forma en edades tempranas?
Se enseña. Tanto las transiciones como el sistema. Lo que traen los chicos es la capacidad cognitiva, que se puede potenciar, y la condición técnica.