La aventura de Ian Ignacio Sancho en los Juegos Olímpicos de Tokio llegó a su fin, pero más allá de caer en la segunda ronda ante el coreano Kor An Baul, número tres del mundo, su gesta no se empaña.
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An Baul impuso toda su calidad y logró dos waza-ari (medio punto), lo que equivale a el Ippon; la mejor manera de conseguir la victoria en el combate y la puntuación más alta en este deporte.
El cansancio le pasó factura al nacional, quien apenas minutos antes había mostrado toda su calidad en el tatami del Nippon Budokan y hasta salió con un corte en su mano izquierda y un golpe en su ojo derecho.
Sancho se convirtió en el primer costarricense en imponerse en un primer combate en esta disciplina, en una justa olímpica. Anterior a él, 13 ticos lo intentaron y sucumbieron, según los datos del periodista y estadígrafo Joseph Fernández. Antes de que Ian se impusiera al albano Indrit Cullhaj, el balance era de 17 derrotas y dos eliminaciones.
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El yudoca Ian Ignacio Sancho (blanco) tuvo dos combates de alto nivel en -66kg en los Juegos Olímpicos de Tokio. Fotografía: Franck FIFE / AFP) (FRANCK FIFE/AFP)
No obstante, el nacional fue decidido a derribar todas las barreras y trascender. Así lo hizo en su primera aparición y con un movimiento magistral a 20 segundos del final logró girar a Cullhaj y someterlo, al punto de que no pudo continuar.
La emoción embargó a los familiares de este yudoca que desde hace cuatro años vive, estudia y entrena en suelo japonés.
“Sabemos la calidad que le tocó en segunda ronda, es el número tres del ranquin y tiene muy buen nivel. Ya había competido contra él en un mundial y se perdió en ese momento. La planificación de la táctica se hizo pensando en más allá del primer combate y de seguro que se pensó en todo para hacer la mejor competencia. Es una olimpiada y se sabe bien que conforme se avance se va enfrentar a los mejores. Nos preparamos para quién sea y la idea fija y la mentalidad era dar lo mejor y entregarse”, contó a La Nación Andrés Sancho, papá y entrenador por muchos años de Ian.
Sin importar lo que ocurrió con el coreano, el yudoca costarricense ya dejó grabado su nombre en letras doradas en el deporte nacional y va por más.
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Previo a partir a los Juegos Olímpicos junto con su hermano Julián, técnico en esta ocasión y practicante de la disciplina, adelantó que buscará seguir creciendo en la Universidad de Tokai en Japón y clasificar a otras justas más.
“Voy a hacer el próximo ciclo hasta París 2024 y después de ahí veré qué me presenta la vida. Me quedan dos años y medio en Japón, en los que estaré entrenando muy fuerte y los aprovecharé para seguir compitiendo a nivel internacional”, indicó el atleta de 28 años, quien cursa la carrera de educación física.