La familia de Ian Ignacio Sancho difícilmente podrá dormir esta noche, luego de que el yudoca hiciera historia y grabara su nombre con letras doradas, en los libros del deporte costarricense.
Los papás, hermanos, primos y tíos de Ignacio no pudieron contener la emoción al ver cómo el tico superó con un movimiento magistral al albano Indrit Cullhaj y superó la primera ronda en los Juegos Olímpicos de Tokio. Sancho es el primer yudoca nacional que consigue esto, luego de 13 atletas lo intentaran anteriormente sin lograrlo (17 derrotas y dos eliminaciones), según los datos del periodista Joseph Fernández.
“Estaba toda la familia en la casa, pero nos sorprendimos porque vinieron mis hermanos, mis sobrinos y todos estábamos super emocionados y disfrutando al máximo la competencia. Creo que hasta el perro brincaba en la casa, todos nos abrazamos, nos pusimos muy felices por el movimiento que hizo y no puedo describir todo lo que sentimos”, contó Andrés Sancho, padre de Ignacio, quien también participó en unas justas olímpicas (Los Angeles 1984).
Así mismo, relató que: “estamos muy emocionados y muy contentos, porque era un objetivo que estaba en la mente de todos nosotros. Queríamos dar ese paso y hacer historia en el yudo nacional. Hace poco se creía que era imposible, pero se trabajó duro para lograrlo. No solo hablo de todos los años de entrenamientos, sino de la preparación específica para estos Juegos Olímpicos. Cuando se cumplen los objetivos, uno se siente muy feliz y satisfecho”.
El rival en la segunda ronda es el coreano Kor An Baul, número tres en el ranquin mundial. Sin embargo, más allá de la complejidad, el costarricense adelantó que iba con la meta de trascender y de llevarse por delante a quién fuera.
Así lo hizo en su primera aparición y pese a sufrir un corte en su mano izquierda que necesitó de un vendaje y también un golpe en su ojo derecho, no le importó dejar hasta sangre.
“La lesión de la mano nos preocupó, pero no tanto porque es muy común y uno aprende a identificarlo... Esta noche no dormimos de la emoción. La adrenalina se nos subió al tope y es difícil conciliar el sueño después de algo así como lo que vivimos. Ignacio quería hacer un trabajo diferente, luchó para esto y quería darle con todo para adelante, sin importar el rival o el adversario”, añadió el papá del yudoca.
El nacional estudia y entrena desde hace cuatro años en Japón, propiamente en la Universidad de Tokai, una de las más prestigiosas del gigante asiático.
En este país afinó su estrategia, subió el nivel todo lo que pretendía y al lado de su hermano Julián, quien hoy en día lo entrena y lo asiste, cumplió un gran sueño.
Para lograrlo, sacrificó el no tener a sus seres queridos cerca y aprendió el japonés. En el último mes y medio se concentró en Alajuela, cerca de su familia y ahí deputó el movimiento magistral que le valió el gane en el primer combate y de paso hacer historia.
“Ese movimiento él lo estuvo practicando mucho, es muy técnico y sabíamos que si lo metía podía ganar. Quedaba muy poco para el final del combate y ya con eso era claro que se iba a ganar, pero más aún cuando ya se determinó que el rival no podía continuar”, agregó Andrés.
El papá de Ignacio reiteró que sin importar lo que ocurría, su hijo estaba listo y preparado para lo que se le viniera y sabían muy bien que al pasar enfrentarían aún más complejidad.
“Sabemos la calidad que le tocó en segunda ronda, es el número tres del ranquin y tiene muy buen nivel. Ya había competido contra él en un mundial y se perdió en ese momento. La planificación de la táctica se hizo pensando en más allá del primer combate y de seguro que se pensó en todo para hacer la mejor competencia. Es una olimpiada y se sabe bien que conforme se avance se va enfrentar a los mejores. Nos preparamos para quién sea y la idea fija y la mentalidad era dar lo mejor y entregarse”, finalizó.