Ciudad de Guatemala, Guatemala. “No entiendo cómo dentro del estadio una persona saca un tubo para darme por la cabeza, él ya estaba predestinado a agredir a alguien, o a matarlo, porque darle un tubazo a alguien por la cabeza es para matarlo”, expresó Christian Castro a La Nación, al salir del hospital la noche de jueves, después de la agresión que sufrió en el Estadio Cementos Progreso, antes del partido entre Comunicaciones y Liga Deportiva Alajuelense.
- ¿Desde cuándo se organizaron para venir a acompañar a Alajuelense a este partido?
- Justamente este jueves cumplimos nueve años de casados. Mi esposa y yo planeamos venir a Ciudad de Guatemala a celebrar los nueve años de casados y 15 años de estar juntos. Se suscitó que a la Liga le tocó jugar acá en Guatemala y yo soy socio de Alajuelense, liguista desde que nací y hasta que me muera, aunque llevemos palo. Mi esposa también es liguista y le dije a ella que todo nos quedó perfecto.
”Compramos el vuelo porque estaba muy barato en Avianca, nos salió en poco más de $300 y luego buscamos hotel y toda la cuestión. La idea era salir martes y regresar viernes. La Liga jugaba jueves y todo calzaba. Salieron las entradas a la venta y compré preferencial, que ni sé dónde era, la verdad es que no había mayor información.
”El martes que llegamos al aeropuerto dio la casualidad de que la Liga venía en el mismo vuelo y mucho mejor, porque mi esposa se tomó fotos y estaba toda contenta”.
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- ¿Qué pasó después?
- Estuvimos acá, caminamos por el centro histórico y todo perfecto, tranquilo, yo andaba con la camisa verde de la Liga y sin ningún problema, nadie nos dijo nada y teníamos la confianza de que todo tranquilo. Aparte de eso, yo escuché una entrevista que le hicieron a Marco Vásquez donde decía que las barras eran las que no iban a autorizar, pero que los aficionados podíamos asistir tranquilamente al estadio.
”Sí nos dijeron que era un poco difícil llegar a esa zona, porque solo había una entrada y una salida y que nos fuéramos temprano y que esperáramos unos 45 minutos después del partido para salir, a que se bajara un poco el ritmo de la gente para tomar el Uber.
”También nos dijeron que el estadio estaba en una zonita un poco fea en Guatemala, entonces salimos para el estadio a eso de las 4:30 p. m. y llegamos a las 5 p. m. pasaditas. El Uber nos dejó en la pura puerta del estadio.
”Nos bajamos y como hacía un poquito de frío, yo me puse la chamarra de la Liga. En eso, un aficionado que no sé si es de la Ultra de ellos o qué, pero tenía el uniforme de Comunicaciones y me dice: ‘Hijuep...., ¿qué estás haciendo aquí? Ustedes aquí no pueden venir’. Y me tira una lata de cerveza.
”Le dije que tranquilo, que éramos mi esposa y yo. El que estaba en la puerta también nos dice: ‘¿Qué están haciendo? Ustedes no pueden venir aquí‘. Yo no sé en qué momento el que nos tiró la cerveza hizo el burumbún y venían el montón y entonces nos abren la puerta”.

- ¿Ustedes ingresaron entonces?
- Nos abrieron la puerta, pero no pudieron contener a la gente que venía. Mi esposa sale corriendo por un lado y a mí me atajan entre todos y me comienzan a dar por todo lado. Ellos lo que querían era quitarme la camisa y la chamarra.
”Uno de seguridad me decía: ‘Suéltela, désela’. Yo le respondí: ‘No la tengo agarrada, que se la lleven, pero que me dejen’. Solo agarré el celular, que era lo único que tenía para comunicarme y me seguían dando. Lograron quitarme todo y dejarme solo en pantaloneta.
”Llegaron como cuatro más de seguridad y me lograron zafar de ellos, yo salí corriendo y no sabía dónde estaba mi esposa en ese momento. Salí corriendo hacia otro acceso, pero cerraron la puerta y en eso se me acercó un hombre grandote y me dice: ‘Hijuep..., ¿qué estás haciendo aquí?’ y me tiró un escupitajo. Yo le dije que veníamos a disfrutar del fútbol y que todos somos hermanos y amigos.
”Me respondió: ‘Ni mierda hijuep...’ y cuando veo fue que sacó el tubo y me mandó el primer tubazo. En el segundo logro meter la mano, que tengo el dedo gordo todo inflamado y lo desvío un poco, pero siempre me da en la cabeza y en el tercero me vuelve a mandar otro tubazo. En eso, la gente de seguridad vio que la cosa se descontroló porque ya estaba todo ensangrentado.
”A un muchacho de seguridad lo agredieron también y le destaparon la cabeza; ese fue el ángel. Cuando logro entrar, veo a mi esposa atendida por una empresa de las que ellos contratan, privada y llegaron los reporteros. Alguien ahí me dijo que no teníamos que estar haciendo nada ahí y que viéramos las consecuencias, que nos buscamos esto”.
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- ¿Ahí fue donde lo atendieron?
- Sí, ya me hicieron un vendaje y me meten en una ambulancia y nos dijeron que no encendiéramos celulares para que no supieran que estábamos ahí adentro. Yo les pedí que nos sacaran de ahí, entonces nos dijeron que no podían, porque la cosa estaba caliente y que teníamos que quedarnos ahí hasta que llegara la policía.
”Una muchacha nos llevó un vaso con agua y nos dijo que estuviéramos tranquilos, que nos sacarían y quedamos incomunicados y encerrados durante dos horas, porque no aparecía una sola patrulla. Gracias a Dios un amigo se enteró y me llamó, porque yo lo publiqué. Me dijo que llamaría al consulado de Costa Rica para hablar con el embajador, porque es amigo de él.
”De inmediato se puso en contacto conmigo, nos preguntó qué necesitábamos, dónde estábamos, qué teníamos y le comentamos, pero se fue para el Mateo Flores, en lugar del Cementos Progreso. Al no vernos, se percató de que era en otro lugar y nos dijo que coordinaría con el jefe de policía.
”Eran casi las 7:30 p. m. y seguíamos en la ambulancia, llegaron dos oficiales en una patrulla y nos preguntaron que si poníamos la denuncia, pero es que ni sabemos quién fue, porque fue una turba.
”Les pedí que nos sacaran de ahí, que nos llevaran al hospital, al hotel, o donde sea. Mi esposa está lo más mal sicológicamente, emocionalmente y tiene miedo. Ella nos dijo que la patrulla estaba largo y en la ambulancia tampoco podían porque la turba llegó a preguntarles, porque sabían que los ticos estaban ahí. A ellos les daba miedo que volcaran la ambulancia”.
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- ¿Qué pasó después?
- A los 20 minutos llegaron otra vez los oficiales con un pick-up y nos pasaron para que no nos vieran y nos llevaron custodiados para el Hospital San Juan de Dios en Guatemala. Nos trataron bien, yo entré y mi esposa dio los datos. A los 10 minutos me vio el doctor y a los 20 ya me estaba suturando.
- ¿Cuántas puntadas le hicieron?
- Fueron cinco puntadas en una herida, seis en otra y tres en otra. Me dijo el doctor que gracias a Dios fue superficial, que no fue profunda porque ahí sí tenía que hacerme un TAC por el peligro de un cóagulo. Yo lo que digo es que cómo dentro del estadio estaba esta persona con un tubo. Ellos ya estaban listos para agredir a alguien.
”Mi esposa está nerviosa, porque los amigos en Costa Rica nos han pasado fotos donde esa Ultra publica mi camisa como un trofeo y algún otro publicó la foto de nosotros caminando por el hotel, por Ciudad de Guatemala. Ella piensa que si vendrán al hotel, que si van a botar la puerta, que si nos esperarán, es una gran angustia”.
- ¿Eso pasó dentro del estadio entonces?
- Correcto, eso fue dentro del estadio. A mí me desbarataron los anteojos y ahorita ando que ni veo, tampoco. Nosotros queremos estar en el aeropuerto esperando nuestro vuelo, ahí nos sentiremos más seguros que aquí, porque ahora nos pasa todo por la cabeza.
- ¿De qué parte son?
- Somos de San José, vecinos de Hatillo.
- ¿A su esposa le hicieron algo?
- La agredieron, el que me pegó el tubazo le dio un patadón a ella y le dijo: ‘No te doy más porque sos mujer’. Y una mujer y otro hombre la golpearon en la cara. Yo tengo 52 años, mi esposa 45, nunca hemos vivido esto, por más que somos de un barrio feo, es que fue ver la muerte, no paraban y no paraban. No sé si duraron cinco minutos, o diez, pero para mí fue una hora o dos horas donde me daban y me daban.
”La agresión fue adentro del estadio, la lata de cerveza me la tiraron afuera, pero abrieron la puerta como para socorrernos, pero la gente de seguridad no pudo sostenerlos, y después, toda la agresión pasó dentro del estadio”.
- ¿Tiene algún mensaje después de ser víctima de la violencia en un estadio al que llegaron a disfrutar de un partido?
- El fútbol no da para eso, uno se pone a ver y en el estadio uno grita, le da cólera, dice esto y lo otro, pero es como un desahogo, pero si uno se fija, esos mismos jugadores que se dieron patadas y codazos terminan abrazados y hablando como si nada. El fútbol es para compartir, para vivir una pasión en todo el mundo, para disfrutarlo, no es para llegar y desahogarse porque como allá tuvieron problemas, aquí nos sacamos el clavo.
”Ojalá que para el próximo jueves no nos saquemos el clavo tampoco, porque tenemos que demostrar nuestra cultura. Yo amo el fútbol, desde niño lo amo. Soy liguista envenenado y yo no soy de andar de pleitos. Veo el fútbol desde un punto que si la Liga anda mal yo lo digo y si anda bien, está bien, pero no porque usted sea saprissista o sea herediano yo voy a llegar a insultarlos, no, no...
”No da para tanto, el fútbol es lo más grande y lo más bello que hay en el mundo. Es ilógico llegar al punto de casi llegar a matar a una persona, por nada, porque fue por nada, por andar yo la camiseta de la Liga. ¿Eso da para matar a una persona? Porque yo siento que iban a matarme por andar la camisa de Alajuelense. Porque que llegue alguien y saque un tubo, faltaba un puñal o un revólver”.
- ¿Qué le preocupa ahora?
- Que mi mamá no sabe nada y tiene 87 años y yo he estado llamando a gente pidiéndoles que no le digan nada, pero sé que alguien abrirá la boca y por eso estoy deseando que amanezca para llamarla y decirle que estoy bien, que ahorita nos vemos. Es que esto fue terrible, a ellos no les importaba nada. Leo que cómo un adulto mayor como yo anda metido ahí, pero eso qué importa, que sea un adulto mayor o sea un niño, todos tenemos derecho a disfrutar del fútbol.
- En los códigos de las barras, quitar una camisa es un trofeo. ¿Eso para usted es irrelevante?
- Correcto, si yo hubiera sabido que la situación era así, júrelo que yo no voy vestido de liguista y no pasa nada. Simplemente fue el odio al ver ese uniforme, fue un odio hacia los colores. Yo andaba eso y el odio fue hacia mí, aparte de que en ese sector hay un montón de lugares donde venden licor. Gracias a Dios llegamos a esa hora, porque si hubiéramos llegado un poquito más tarde, esa barra se hubiera duplicado y ahí sí nos matan.
- ¿Le dará miedo volver al estadio o seguirá yendo con su carné de socio al Morera Soto ya sintiéndose en casa de nuevo?
- Para nada, la Liga es mi amor, al León lo llevo tatuado. Yo seguiré yendo al estadio, nunca me ha pasado nada en el estadio de la Liga. Es la primera vez que se dio la situación que jugara la Liga y que estuviéramos aquí, y pasó esto. A mí no me pasa por la cabeza que voy a dejar de ser liguista o dejar de ir al estadio, es algo que uno lo trae en el corazón.
”Desde muy niño, mi papá, mi hermano, mi mamá, mi abuelo, es que esto se trae y esto no me hará cambiar de opinión de que no iré al estadio porque me van a agredir. Es que esto no debe ser, es que tenemos que tener cultura”.

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