
Claudio “Turco” Husaín, el exjugador de Vélez, River Plate y la Selección Argentina en los tiempos de Marcelo Bielsa, cambió la camiseta por el delantal y el césped por la cocina de MasterChef Celebrity de Telefe y lucha por hacerle un gol a la depresión.
Detrás de la audacia de mezclar miel y jengibre como si el destino dependiera de ello, el “Turco” esconde un pasado de gloria y un posretiro que lo sumergió en un “desgarro” que aún lo hace llorar al pisar una cancha de fútbol.
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Una historia de reinvención, vulnerabilidad y nuevos desafíos, que la cuenta, porque sabe que puede ayudar a alguien más que atraviese por lo mismo, por depresión.
Claudio Husaín supo enfrentar a los tridentes ofensivos más letales del fútbol y hoy se mide con un jurado que califica de “tres monstruos que no los podés enganchar”: Germán Martitegui, Donato de Santis y Damián Betular.
La presión es tangible, pero el exvolante asegura que “no le pesa” la responsabilidad de pasar de hacer un asado rústico a perfeccionar puntos de cocción y estética de platos.
“Nunca pensé que le iba a prestar atención a la estética de los platos, vengo de un palo donde normalmente se cocina de manera rústica y en grandes cantidades”, confesó el “Turco” en una entrevista que concedió a La Nación de Argentina.
Él marca su evolución en un certamen que lo obliga a expandir su “carta de presentación”.
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El ambiente, no obstante, es de camaradería, y destaca la buena sintonía con un grupo de participantes donde la diferencia de edad es notoria, llevándole casi 25 años a figuras como Ian Lucas o La Joaqui.
Si la cancha de MasterChef es un campo minado, la verdadera “muerte” para Husaín ocurrió en 2010.
Tras colgar los botines en Chile, al no sonar el teléfono para retirarse en Vélez, el exjugador se hundió en un panorama desolador y cayó en una depresión profunda.
Le pasó a él y está convencido de que a muchos futbolistas alrededor del mundo les pasa igual, solo que es un tema del que no todos hablan.
“Un futbolista muere dos veces; la primera, cuando deja de jugar”, sentencia el “Turco”, graficando el vacío que sintió cuando los recuerdos se volvieron eso mismo: solo recuerdos.
La falta de una preparación para el final de su carrera lo llevó a dos años de “depresión absoluta” y a subir 30 kilos.

Relata un período de autodestrucción, con salidas nocturnas que hoy recuerda con espanto: “Me iba al bar... y me tomaba cinco tragos fuertes, después de eso me volvía manejando y no me puse el auto de sombrero porque Dios quiso que llegue a mi casa todos los días”.
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El golpe fue tan duro que ni el apoyo familiar o la ayuda psicológica pudieron mitigar el “desgarro” interno.
“Tu familia te puede acompañar, pero no entienden lo que vos sentís... si hubiese podido explicarle lo que sentía no iba a tener una solución para el desgarro que yo tengo adentro por no jugar más”, explicó sobre su decisión de abandonar el tratamiento.
El ‘desgarro’ que le impide entrar a la cancha
Aún hoy, a pesar de haberse reinventado como comentarista deportivo y de haber superado la depresión, la herida sigue abierta.
Claudio Husaín reveló un detalle conmovedor sobre su trabajo actual: “Cuando me dicen de hacer la previa de un partido desde adentro de la cancha les digo que no la hago... estando adentro de la cancha no puedo… me pongo a llorar, no lo puedo superar”, confesó.

La nostalgia de no poder ser protagonista lo invade, obligándolo a vivir el fútbol desde la tribuna.
Hoy, con la mente puesta en su hijo Mateo, Claudio Husaín busca en MasterChef la solidez y el futuro que antes le brindaba el fútbol.
“Cada cosita que pueda hacer es para que mi hijo tenga un futuro sólido”, concluye el exjugador, cuyo delantal de cocina simboliza mucho más que un nuevo reality: es la viva imagen de un campeón que, con garra y vulnerabilidad, se atreve a seguir jugando su partido más importante, el de la vida después de la gloria.

