
Aunque el abstencionismo ha crecido en los últimos procesos electorales y supera ya el 40% del padrón, la mayoría de la ciudadanía costarricense sigue valorando el acto de votar como un deber cívico, según la más reciente encuesta del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional (UNA).
Un 96% de las personas entrevistadas afirmó estar de acuerdo con que “votar es un deber de los costarricenses”, lo que, según el Idespo, refleja la importancia simbólica del sufragio dentro del imaginario político nacional.
A esto se suma que casi el 70% de los consultados respaldó la premisa de que la campaña política “es una inversión económica necesaria para fortalecer la democracia del país”.
Sin embargo, este compromiso declarado no siempre se traduce en participación efectiva. Solo el 61% de las personas encuestadas aseguró estar completamente decidida a votar en las elecciones nacionales del 1.º de febrero de 2026.
Este dato sugiere que los niveles de abstencionismo podrían mantenerse en rangos similares a los de 2022, cuando el 40,8% del padrón electoral se ausentó de las urnas el domingo 6 de febrero, la cifra más alta en seis décadas en una primera ronda, según datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
LEA MÁS: La voz del que no vota: así ha evolucionado el abstencionismo de Costa Rica en el tiempo
José Andrés Díaz, investigador del Idespo, explicó que los estudios recientes evidencian que, para los costarricenses, la idea de democracia está estrechamente vinculada con los procesos electorales.
Asimismo, descartó que el aumento de personas que se abstienen de votar responda a una desconfianza en el proceso electoral o en la institución encargada de su supervisión, el Tribunal Supremo de Elecciones.
LEA MÁS: TSE vs. Poder Ejecutivo: ¿en quién confía más la gente? Encuesta de Idespo UNA expone datos
En una escala de confianza de 1 a 10, el TSE recibió una calificación promedio de 6,45, posicionándose entre las cuatro instituciones mejor evaluadas del país. Aunque la nota no es sobresaliente, evidencia una confianza sostenida en el árbitro electoral.
“Los abstencionistas no están yendo a votar, no porque no crean en la democracia o no crean en las elecciones, esa no es la razón por la que el abstencionista no se está acercando, es más bien un tema posiblemente de la oferta. Los partidos políticos no logran generar la confianza suficiente, o la oferta que parezca atractiva, para que este grupo se acerque a las urnas”, argumentó.

A diferencia del respaldo que mantienen los procesos electorales, solo el 45,1% de las personas consultadas afirmó sentirse identificada con algún partido político. Esta baja afinidad ocurre a pesar de que la cantidad de agrupaciones partidarias continúa en aumento: para los comicios de 2026, se inscribieron 20 partidos nacionales y cinco provinciales.
El investigador aclaró que el hecho de que una persona manifieste cercanía con un partido no implica necesariamente que milite en él. Además, identificó un fenómeno que ayuda a explicar el abstencionismo persistente: el “abstencionismo duro”. Este grupo agrupa a personas que han perdido el hábito de votar, aunque no desconfían del proceso electoral.
Según Díaz, se trata de individuos que ya no se informan, han perdido interés o desarrollaron apatía hacia los comicios. Por esa razón, automáticamente quedan fuera de la participación electoral.
