El problema fiscal de Costa Rica se resume en que desde el 2009 elevó el gasto en partidas poco flexibles, mientras los ingresos han mantenido una dinámica relativamente estable. Una reforma fiscal es imprescindible, pero no solamente para tapar el faltante de recursos, sino también para minimizar múltiples distorsiones generadas por los impuestos.
Un sistema impositivo debe ser simple. Hay que diseñar impuestos que causen la menor distorsión en la economía. En primer lugar, porque la actividad productiva puede verse afectada o se crean incentivos para elusión y evasión; y en segundo lugar porque entre más complejo el sistema, los costos para velar por el cumplimiento tributario son más altos para la administración.
En particular, uno de los cambios necesarios es la revisión del diseño de impuesto sobre la renta sobre las utilidades para personas jurídicas (IRPJ). Sin embargo, se le está dando poca importancia en la discusión de la reforma fiscal.
Debe bajar la tasa de este impuesto para recaudar más. Suena paradójico, pero no lo es. Al respecto, Pierre Bachas y Mauricio Soto en su estudio Not (ch) Your Average Tax System: Corporate Taxation Under Weak Enforcement discuten los detalles técnicos. De acuerdo con los autores, elevadas cargas hacen que las empresas busquen mecanismos de elusión y evasión para sobrellevar obligaciones fiscales y mantenerse competitivas.
Este impuesto en Costa Rica está dividido en tres tramos, en los cuales se paga 10 %, 20 % o 30 %. La ubicación de las empresas en cada tramo depende de las utilidades reportadas. De esta forma, cuando las empresas enfrentan las obligaciones del 30 % empiezan a reportar menores utilidades para ubicarse apenas en los bordes de los tramos con bajas tasas impositivas (bunching behavior).
Los autores estiman que las empresas costarricenses evaden el 70 % cuando enfrentan la tasa del 30 %, reportando menores utilidades, lo cual causa una erosión en la base. Pero, además, según sus cálculos, la tasa que maximizaría la recaudación debería estar por debajo del 25 %.
Más argumentos. Si es que los argumentos técnicos no parecieran suficientes, veamos lo que dice el mundo real. Actualmente, la tarifa general de las IRPJ se encuentra en el 30 %, mientras que el promedio de América Latina es del 26 % y el de la OCDE del 24,7 %. Esto resta competitividad a los empresarios en relación con competidores extranjeros, pero, además, pone en clara desventaja a las empresas del régimen regular en comparación con las instaladas en los regímenes de zona franca, donde hay un tratamiento fiscal diferenciado. Como resultado, los ingresos fiscales en Costa Rica por concepto de las IRPJ son comparativamente bajos, a pesar de su alta tasa: 2,3 % del PIB en el 2016 vis a vis 2,8 % y 3 % del PIB promedio de la OCDE y América Latina, respectivamente.
Y si aún esto no convence, veamos cómo diseñan otros países este impuesto. Las tarifas reducidas de un 10 % y un 20 % se crearon con el espíritu de incentivar a las pymes. Sin embargo, de acuerdo con el último Análisis de Políticas Fiscales de la OCDE para Costa Rica, a pesar de que sí existen tasas reducidas para estas empresas en otros países, no es habitual que haya múltiples tramos como en Costa Rica.
Si bien queda pendiente evaluar empíricamente los resultados de este diseño en términos de incentivar a las pymes, lo que sí se puede decir es que genera un portillo claro para la evasión fiscal, toda vez que incentiva a las firmas a evadir.
Algo más. Terminemos con un bonus por si quedan algunas dudas en el aire. En diciembre pasado, el gobierno de Donald Trump aprobó una histórica reforma fiscal en los Estados Unidos. Entre toda la maraña legal, uno de los cambios importantes es precisamente una baja en las IRPJ del 39 % al 21 % (más la tasa estadual correspondiente a cada estado).
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El resto del mundo ha visto este cambio con recelo, pues temen que las inversiones estadounidenses se regresen de sus países hacia Estados Unidos. Además, en el vecindario, Guatemala bajó esta tasa del 28 % al 25 % en el 2015, Honduras la bajó del 30 % al 25 % en el 2017 y Panamá la ha mantenido en un 25 %.
Hay ya varios argumentos sobre la mesa para ir a revisar el diseño y la tasa de las IRPJ. Como mencioné, una reforma más profunda a este impuesto es necesaria, pero no solamente para recaudar más bajando la evasión, sino también para tener un sistema más simple (ojalá una tasa única y baja) para disminuir distorsiones y así promover el crecimiento económico.
El autor es Economista.