
La Galería Costarricense del Deporte nació en 1969 como un espacio para honrar a los atletas que llenaron de gloria a nuestro país. Pero desde hace ocho años no designa nuevos miembros; en setiembre pasado cerró sus puertas y ahora enfrenta la amenaza de desaparecer permanentemente, para vergüenza del país.
Durante décadas, la Galería se convirtió en el museo donde figuran los nombres históricos del deporte y objetos representativos que buscan preservar el legado y trasladarlo a las nuevas generaciones.
La Galería se administraba a través de una asociación integrada por los propios exatletas, en un magnífico ejemplo de alianza público-privada: el Estado aportaba fondos, guía y supervisión, y los deportistas, su esfuerzo, voluntad y conocimiento.
El modelo funcionó hasta que la actual administración del Instituto del Deporte y la Recreación (Icoder) decidió aplicar drásticos recortes presupuestarios. Según denuncia la Asociación, para este año, la tijera fue de 50% de los recursos que se utilizan para cubrir algunos servicios profesionales indispensables en la Galería, además de otros costos operativos.
Con tales rebajas, era imposible continuar el trabajo. La Asociación se sintió asfixiada y, en setiembre anterior, dijeron “hasta aquí”. Por más voluntad y tiempo que estuvieran aportando, sin la contrapartida del Estado era imposible continuar. Así que la Galería –ubicada en la casona junto a la estatua de León Cortés, en La Sabana– cerró sus puertas y dejó sembrada una estela de incertidumbre sobre su futuro.
El ministro de Deportes y principal jerarca del Icoder, Donald Rojas, admitió los recortes presupuestarios, bajo la justificación de que deben atender otros frentes y los recursos son limitados. Siempre lo han sido (¿cuándo ha habido abundancia?), pero las anteriores administraciones encontraron la forma de mantener ese brazo de apoyo a las glorias de nuestro deporte.
El ministro Rojas afirmó que la intención es mantener la Galería con personal del Icoder. ¿Significa esto que van a crear más plazas? ¿O van a incrementar el pago de horas extra? Porque, si la idea es absorber ese trabajo con la planilla actual sin incurrir en nuevos costos, significa una confesión tácita de que actualmente hay funcionarios con tiempo ocioso, que lo podrán invertir en este proyecto. Pues, si no, ¿de dónde va a salir ese personal?
En realidad, el Icoder está dejando perder el trabajo voluntario de las personas que integran la Asociación, para convertirlo en una recarga hacia los funcionarios propios. Ahí es donde nacen las dudas de cuál será el destino real de la Galería.
El ministro también anunció la posibilidad de trasladar este Salón de la Fama al Estadio Nacional. Según esta idea, el objetivo es incrementar el valor agregado de quienes visitan el Estadio en otros ámbitos, más allá de eventos como partidos o conciertos. Pero un traslado de este tipo es, naturalmente, mucho más complejo que habilitar de nuevo el sitio que la Galería ha venido ocupando. Tiene sentido cuestionarse: si no hay recursos para mantener el espacio actual, ¿cómo van a financiar el traslado y acondicionamiento de un nuevo salón?
La parálisis institucional viene desde antes de este gobierno. La Galería no cuenta con nominados ni nuevos integrantes desde hace ocho años, un vacío injustificable mientras grandes atletas esperan para recibir tan merecido homenaje.
Al parecer, discrepancias con el Reglamento detuvieron el proceso, aunque ahora el ministro dice que lo retomarán para 2026. Pero sin nuevos integrantes, con presupuesto recortado y un candado en la puerta, es válido interpretar que la Galería está desapareciendo.
Como parte de esta muerte lenta y dolorosa, a los atletas se les pidió que acudieran al edificio actual a retirar los objetos que ellos mismos habían donado en su momento para enriquecer la colección y convertirla en patrimonio del país. ¿Es posible imaginar algo más indigno? Deportistas que obsequiaron uniformes, medallas, trofeos, fotografías y demás objetos que llenaron de éxito a Costa Rica, tuvieron que ir a recolectarlos en una bolsa y llevárselos de vuelta. El riesgo era dejarlos ahí, en un edificio cerrado, donde de por sí nadie los está viendo y, previsiblemente, iban a pasar acumulando polvo.
En la Galería Costarricense del Deporte, las hermanas Poll ganan todos los días sus históricas medallas olímpicas; Tuzo Portugués noquea a un rival tras otro y Alejandro Morera Soto hace magia con una pelota de cuero cosida a mano. Sería una pena dejar morir esta memoria histórica del deporte nacional.