
La fiebre de Oropouche es una enfermedad producida por un virus que lleva el mismo nombre. Se denomina así porque el primer caso se descubrió en una zona de Trinidad y Tobago, en el Caribe, cerca de un río llamado Oropouche.
Lo que debe saber:
- Se transmite por la picadura de un insecto muy pequeño, conocido como purruja o jején (Culicoides paraensis).
- Sus síntomas son similares al dengue, zika o chikungunya: fiebre, dolores musculares y de cabeza, y en algunos casos afecta el sistema nervioso.
- No existe vacuna ni tratamiento específico, la prevención con repelente, ropa adecuada y control de criaderos es la medida principal.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), recientemente emitió una actualización epidemiológica por el avance de casos de Oropouche en la región de América.
El informe detalla que, en el 2025, en el transcurso de 30 semanas se confirmaron 12.786 casos en 11 países: Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Perú, Guyana, Panamá, Uruguay y Venezuela.
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Aunque hasta ahora Costa Rica no registra casos autóctonos, los especialistas indican que el aumento de la migración y el cambio climático elevan el riesgo de que el virus llegue al país, por lo que hay que tomar precauciones.
“El mismo tema de que la gente se ve obligada a migrar por situaciones políticas, económicas, de seguridad, etc., hace que inevitablemente esto sea uno de los factores que determina que haya más propagación de la enfermedad“, mencionó Saúl Quirós, infectólogo del Hospital Metropolitano.
¿Qué es la fiebre de Oropouche y cómo se transmite?
Quirós explica que la fiebre de Oropouche pertenece al grupo de los arbovirus, dentro del cual también están el dengue, zika y chikungunya, con los que comparte algunos síntomas y características clínicas.
El virus es transmitido por la picadura de pequeños insectos conocidos en la región como “purrujas” o “jején” (Culicoides paraensis). Estos insectos se reproducen en zonas pantanosas o con agua estancada.
El ciclo de transmisión tiene dos fases:
- Selvático: entre animales (como monos o perezosos de tres dedos) y los insectos vectores.
- Urbano: cuando un insecto infectado pica a un ser humano y empieza la transmisión entre personas en comunidades.
Los cambios ambientales, la deforestación, la expansión de cultivos y el desplazamiento humano han favorecido que este virus se extienda a nuevas regiones.

Un tema en estudio es la transmisión vertical: el paso del virus de una madre infectada a su bebé durante el embarazo. Sin embargo, está confirmado que no existe riesgo durante el periodo de lactancia, ya que la transmisión es por sangre.
Síntomas principales y complicaciones
- Fiebre
- Dolor articular, muscular y de cabeza
- Dolor detrás de los ojos
- En algunos casos, brotes en la piel
A diferencia de otros arbovirus, Oropouche puede afectar más el sistema nervioso, provocando dolores de cabeza intensos y en casos graves, otras complicaciones:
- Meningitis
- Alteraciones de la conciencia
- Debilidad muscular severa
- Trastornos de movimiento
- Aunque no es común, también se han descrito sangrados leves en encías y nariz
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Tratamiento y duración de la enfermedad
- No hay un tratamiento específico ni vacuna. El abordaje médico es de soporte: hidratación, analgésicos y manejo de las complicaciones.
- El periodo de incubación va de tres a siete días después de la picadura y los síntomas suelen durar una semana.
- En algunos casos, pueden presentarse recaídas leves, pero generalmente desaparecen en dos semanas.
¿Cómo prevenir la fiebre de Oropouche?
Las medidas preventivas son similares a las de otras enfermedades transmitidas por vectores:
- Uso de repelentes y ropa de manga larga, especialmente en horas de la tarde y noche que es el periodo donde este tipo de insectos se activan.
- Reducción de criaderos en zonas pantanosas o con agua estancada.
- Mosquiteros y toldos, aunque los insectos que transmiten Oropuche son más pequeños que los mosquitos y pueden atravesar ciertas telas.
- En áreas de riesgo, se recomienda fumigar y tomar precauciones adicionales.
Para las autoridades sanitarias, el reto está en reforzar la vigilancia epidemiológica y los diagnósticos de laboratorio que permitan diferenciar este virus de otros arbovirus ya conocidos.
“La prevención es la mejor herramienta que tenemos hoy”, finalizó el especialista.
