El aumento en la delincuencia, mantiene en alerta a los comercios que no solo ven impactos directos por la caída en la demanda, sino porque también deben realizar inversiones en seguridad privada, videovigilancia y hasta protección de sus colaboradores.
Hechos violentos como el registrado el viernes anterior, en pleno Día de la Madre, donde un ataque en un bar dejó como saldo tres fallecidos, de los cuales uno resultó ser una víctima colateral, golpean no solo al negocio involucrado, sino que de manera indirecta, refuerzan la sensación de inseguridad que se traduce en que cada vez más los consumidores, prefieran quedarse en la casa antes que disfrutar de una cena en un restaurante o salir a hacer compras en horas de la noche.
Arturo Rosabal, presidente de la Cámara de Comercio de Costa Rica, aseguró que el tema de la inseguridad es actualmente uno de los que “más está preocupando” al sector.
Según dijo, el aumento en asaltos, homicidios y delincuencia en general, ha obligado a los negocios a asumir costos adicionales para poder mantener la seguridad no solamente de los clientes sino también de los colaboradores.
“Hemos tenido que hacer inversiones en seguridad privada, mayor cantidad de cámaras, mayores inversiones en seguros, alarmas y además en el caso de que se hayan dado hurtos o saqueos, eso representa pérdidas materiales y por supuesto en aquellas zonas donde los niveles de inseguridad son un poco más altos, algunos negocios se han visto en la obligación de tener que limitar sus horarios de trabajo”, detalló.
Según dijo, adicionalmente, al existir un ambiente de inseguridad, se registra una afectación en el consumo, pues hay menor movilidad de personas especialmente en horarios nocturnos, lo que perjudica las ventas en algunas zonas.
A eso se suman otros gastos, por ejemplo la contratación de custodios para prevenir asaltos a camiones o el robo de contenedores, delito que también ha venido en aumento y alcanza alrededor de los 110 casos por año, según un reciente informe de la Cámara de Exportadores de Costa Rica.
El presidente de la Cámara de Comercio aseguró que aunque muchos de esos costos son trasladados a los consumidores finales, la mayor parte es asumida por las mismas empresas, para las cuales en algunos casos se vuelve “inmanejable”.
Rosabal urgió a las autoridades a procurar una solución integral, que implique que los distintos poderes de la República “se pongan de acuerdo”
“Aportar cada uno un granito de arena porque se tienen que reformar leyes, se tiene que incrementar la presencia de policías en distintas partes del país y sin duda necesitamos un Código Procesal Penal que nos dé la tranquilidad a todos los costarricenses de que todas aquellas personas que estén cometiendo crímenes permanezcan en las cárceles y no salgan a la calle a seguir cometiendo crímenes”, afirmó.
En el caso de los bares y restaurantes, el impacto es aún más palpable. Mauricio Rodríguez, presidente de la Cámara de Restaurantes, asegura que las ventas han caído entre un 10% y 30%, respecto a las cifras que se tenían antes de la pandemia y atribuye esta condición a cuestiones de seguridad.
Rodríguez aseguró que los más golpeados son los bares, pues si bien en restaurantes ha caído el consumo en los locales, se registra un aumento en los pedidos a domicilio, lo que refuerza la tesis de que muchas personas prefieren quedarse en casa por miedo.
Aunado a esas pérdidas, se suman importantes inversiones que van desde los ¢800.000 hasta ¢3 millones, en equipos de seguridad y vigilancia y contratación de personal para esas tareas.
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“Lo que hemos visto es el descaro de cómo hacer las cosas. Los delincuentes están totalmente claros de que no tienen ninguna consecuencia cuando cometen algún acto y eso está haciendo que muchísima gente inocente se esté viendo perjudicada porque están llegando a restaurantes con cámaras, a veces con seguridad que nosotros incluso estamos recomendando que no estén armados por un tema de que un intercambio de balas dentro de un establecimiento puede traer todavía más consecuencias”, detalló.
Rodríguez advirtió de que hechos que usualmente se presentaban en la madrugada o en zonas ya conocidas como de alta vulnerabilidad, ahora ocurre a luz del día y en cualquier tipo de lugar.
Tanto Rosabal como Rodríguez reconocieron que tras hechos como el ocurrido el viernes anterior en el bar de Santa Ana, no solo es difícil recuperarse para el mismo comercio, sino para otros negocios aledaños o similares.
“Si no atacamos la parte de impunidad, vamos a perder a Costa Rica y nos vamos a volver como muchos otros países y lastimosamente cuando uno ve los comportamientos en diferentes países y cuando llegaron a un nivel de inseguridad tal que ya no lo podían manejar, Costa Rica anda muy parecido hacia ese lado”, agregó el vocero de la Cámara de Restaurantes.
Miedo a ir al trabajo
La condición de inseguridad también afecta otras áreas, como el empleo. Rodríguez sostuvo que uno de los principales retos de los bares y restaurantes es conseguir personal dispuesto a laborar en horario nocturno.
Según contó, inicialmente el problema se daba principalmente para ocupar puestos de cajeros, que son los más expuestos a los asaltos en locales, no obstante la situación ya es generalizada, pues temen ser asaltados cuando van de regreso a sus casas.
Manuel Ramírez, quien tiene más de 4 años de ser conductor en plataformas de transporte, asegura que con el tiempo, quienes comparten ese trabajo van acumulando no solo experiencia, sino “mañas”, para evitar ser víctimas del hampa. En su caso, solía dedicarse al transporte de personas en horas de la noche, porque era cuando resultaba más rentable, no obstante la preocupación constante de su familia, hizo que optara por dejar ese horario.
Mantener chats con otros conductores que alertan en caso de situaciones irregulares, compartir su ubicación cuando es contratado para viajes largos, así como evitar zonas “calientes” son parte de las medidas que también ha tomado por su seguridad, especialmente en el último año y medio.
El establecimiento de nuevas empresas extranjeras también empieza a verse amenazado, aunque según la directora de Clima de Inversión de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), Vanessa Gibson, todavía no refleja afectaciones directas asociadas con la percepción de seguridad.
Según Gibson, esto se debe a que las empresas utilizan reportes internacionales, principalmente ofrecidos por embajadas para definir sus operaciones.
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Según dijo, si bien muchas de esas representaciones diplomáticas han aumentado las alertas relacionadas con este tema aún no han recibido respuestas directas de parte de posibles inversores en donde se cite esta situación como causa específica para no venir al país.
En el caso de las empresas que ya están instaladas en el país, al monitorear los elementos que son de atención para las compañías, por primera vez el tema de seguridad se encuentra entre los cinco factores de preocupación.
“Un aspecto importante es que la inseguridad que ellos perciben es sobre los individuos. No han visto una inseguridad que atente sobre la operación como tal, las personas pues ya no quieren salir tanto de la casa porque ya ahí les puede robar el carro o algo les puede pasar (...) eso hace que haya mayor estrés a nivel de la población laboral y eso hace que la proximidad y la disposición de que vayan a a la oficina sea menor”, agregó.
Gibson coincidió en que es necesario atender en este punto la problemática, pues si los reportes internacionales continúan se corre el riesgo de que empresas instaladas comiencen a limitar la visita de ejecutivos e incluso a considerar este indicador como un tema que afecte la competitividad.
