
Hace casi dos años, Massiel Alvarado Sotela se instaló completamente en Bettembourg, al sur de Luxemburgo, un pequeño país europeo que limita con Francia, Bélgica y Alemania.
Esta liberiana de 32 años disfruta de una vida feliz al lado de su esposo, un italiano llamado Alessandro, a quien conoció cuando trabajaban en el Hotel Four Season, en Guanacaste.
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Adoran Luxemburgo, un país cuatro veces más pequeño que la provincia en la que nació.
Dar el paso para vivir en el extranjero no fue nada sencillo para Massiel, pues muy rápido sufrió de mal de patria, ese terrible sentimiento que hace explotar en la persona un incontrolable deseo por volver a su nación.
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Cuando esto ocurrió, Alessandro luchó contra todo por estar al lado del amor de su vida.
“A él lo conocí en Costa Rica en el 2011, pues trabajamos juntos; él en el restaurante porque es chef y yo como hostess. La primera vez que fui a Europa, fuimos a Francia, pero yo lloraba mucho, todos los días, día y noche. Duré cuatro días y me regresé a Costa Rica”.
“Como tres meses después, él volvió por mí. En el momento en que nos fuimos éramos novios, pero cuando regresó, me propuso matrimonio y a los meses nos volvimos a ir a Europa y aquí estamos”, contó Massiel.
El matrimonio fue en Francia, aunque la celebración y la cena tuvo sede en Luxemburgo.

Luego, empezó un periplo laboral. Primero migraron a Jordania, durante dos años. Después volvieron a Costa Rica y de aquí salieron a Cuba.
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Al final, decidieron instalarse definitivamente en Luxemburgo, pues aman esa nación.
“Nos costó porque es difícil vivir aquí; por ejemplo, para alquilar una casa hay que pagar seis meses por adelantado, entonces él se fue primero a buscar trabajo y yo me quedé en Italia, con sus papás. Alessandro encontró empleo muy rápido y un año después, yo también hallé un trabajo”.
Ella tiene su puesto laboral en el restaurante privado de una firma de contadores. Ahí se encarga de atender diversos servicios de alimentación para quienes trabajan en el lugar.
Poco a poco Massiel ha ido dominando el francés, uno de los tres idiomas oficiales del país donde vive. Los otros dos son el luxemburgués y el alemán.

Sobre su vida allá, ella y su esposo resaltan las ventajas que tienen los trabajadores.
Por ejemplo, Alessandro enumera que las personas solo pueden trabajar ocho horas al día, pues si se quedan más tiempo, la compañía en que laboran puede afrontar serios problemas con el Gobierno.
Las vacaciones son 25 días en el sector privado y 30 en el público, al año. Pero si trabaja más de 20 fines de semana en el año, le corresponden dos días más libres.
“Si uno trabaja un día feriado, se lo pagan triple o le dan dos días libres. Si un día su jornada laboral acaba a las 11 p. m., al siguiente día no puede entrar a las 8 a. m., pues deben pasar 11 horas entre un turno y otro, excepto que el trabajador esté de acuerdo y firme un documento que así lo haga constar, y que no sea más de dos veces al mes”, detalló Alessandro.
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Luxemburgo tiene la etiqueta de ser un país caro. Massiel dice que en muchos aspectos es así, como por ejemplo en el alquiler de un apartamento, pues uno muy pequeño llega a costar 1.100 euros al mes (¢770.000).
No obstante, hay grandes tiendas con precios buenos.
“Las tiendas cerca de la estación de transporte son muy económicas, las farmacias también tienen algunos productos baratos, al igual en que los supermercados. La comida es bastante económica (en los súpers)”, indicó Massiel.
Sobre los luxemburgueses, esta compatriota los define como personas muy amigables, aunque un poco callados. “No dan el primer paso, pero cuando le tienen aprecio a alguien, son muy afectivos. Hay que saber ganarse su confianza”.
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El país tiene grandes atractivos para los turistas y sus casi 600.000 pobladores, pero, además, las actividades abundan, especialmente para niños, resalta Massiel.
Por ejemplo, en la temporada de nieve hay tours para esquiar; en verano, son normales las caminatas, grandes ferias y las barbacoas.
“Usted puede salir, dejar el teléfono en un baño público y al regresar, ahí está. Uno puede caminar con toda tranquilidad, porque no le pasará nada”,
Para ella, lo más difícil ha sido extrañar a su familia, que aún vive en Guanacaste.
Como anécdota, Massiel recuerda cuando vio la nieve por primera vez.
“Apenas tenía un mes acá y estaba muy frío, lo cual fue complicado para mi proceso de adaptación, hasta el día en que nevó, que fue como una felicidad. Todo se veía diferente, todo era más bello y eso me ayudó montones”.
Ella tiene un pasatiempo en que sobresale, pues acaba de ganar la tarjeta profesional como Elite Pro Bikini Fitness, que es un deporte que practica desde hace cuatro años.
Por ahora la práctica de esa disciplina deportiva está en pausa, pues Massiel y Alessando desean tener un bebé.

Datos de Luxemburgo
Capital: Luxemburgo.
Población: 590.667 habitantes (casi nueve veces menos que Costa Rica).
Extensión territorial: 2.585 kilómetros cuadrados (20 veces más pequeño que Costa Rica).
Idiomas: Francés, alemán y luxemburgués.
Moneda: Euro (un euro son ¢700).
Visa para ticos: No es solicitada.
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Esta es la cuadragésima sexta historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.