La migración de las aulas a los hogares obliga a replantearnos qué se enseña, cómo se enseña y para qué. Responder a esas tres preguntas, sin que haya respuestas únicas, traerá resultados positivos porque implica reorganizar el presente y entender que los errores se pueden convertir en oportunidades y que el conocimiento y el aprendizaje solo se construyen de forma colaborativa.
Una escuela innovadora y que se adapte a los cambios que exige esta crisis no es aquella en la que todos los profesores recetan tareas de forma desmedida para mantener a sus alumnos ocupados frente a la computadora o un celular. El primer paso para ser asertivos en la educación que demanda este siglo es una comunicación basada en la confianza entre docentes y directores, en la que se genere un intercambio sobre los aciertos y los errores, para así trazar nuevas rutas hacia la innovación que beneficien a niños, niñas y jóvenes.
Para esta cuarentena, la artista y diseñadora de entornos de aprendizajes innovadores Rosan Bosch realiza en Facebook las conversaciones “Learning Inspired”: un espacio para repensar el aprendizaje junto a científicos y líderes del sector educativo. En la conversación de este martes, con Alfredo Hernando, psicólogo y autor dedicado a la innovación educativa, enfatizaron en que las escuelas innovadoras son aquellas dispuestas a ser laboratorios de constantes cambios, en donde se trabaja en equipo y se hace a un lado el miedo.
“Una escuela innovadora es un equipo de profesores y directores dispuestos al cambio y que trabajan de manera colaborativa, dentro y fuera de su cole o escuela. En estos tiempos, es fundamental recoger la experiencia de otros países y qué lecciones podemos aprender de ellos (…) Es muy difícil llegar a soluciones eficaces desde lo individual”, afirmó Hernando.
El objetivo de una educación virtual debe trascender el simple envío por WhatsApp de las mismas fotocopias que repartiría el docente en el aula: esta crisis ofrece una nueva oportunidad para enseñar y aprender de forma diferente. Se abre espacio para educar desde la confianza, la creatividad, la escritura, la lectura en casa, el arte y la construcción de argumentos. El profesor debe ser visto como mediador del proceso de aprendizaje y capaz de emocionar al alumno para que la cuarentena no implique la suspensión del verbo aprender.
En Costa Rica, para dar ese paso hacia un modelo colaborativo es fundamental que impere la confianza y que el Ministerio de Educación Pública (MEP) subsane los siguientes desafíos que apunta el último Informe del Estado de la Educación (2019):
--El estilo de gestión centralista y vertical del MEP, no favorece el trabajo colaborativo ni la promoción del liderazgo académico en las comunidades educativas.
--En las direcciones regionales de educación del MEP, predomina el rol de transmitir información sobre el de contextualizar la política educativa. En la práctica, los supervisores realizan tareas principalmente administrativas que limitan el apoyo curricular.
--La capacidad real de las direcciones regionales para trabajar bajo un esquema de gestión por resultados es limitada.
--En la estructura operativa actual de las direcciones regionales, no existe una figura con la función o la capacitación necesaria para acompañar y apoyar a los directores y supervisores en el desarrollo de un liderazgo pedagógico.
--Los asesores pedagógicos carecen de la capacidad operativa real para apoyar con éxito las reformas educativas.
Una vez que los docentes y los estudiantes regresen a las aulas, es necesario fortalecer el sentido colaborativo y de intercambio que permita llegar a nuevas respuestas sobre qué se enseña, para qué se enseña y cómo se enseña. No habrá tiempo para colocarse la camisa de fuerza y cumplir al pie de la letra con los que dicen los programas de estudio. Será vital priorizar contenidos con el propósito de no dejar a nadie atrás y de que los estudiantes adquieran las herramientas necesarias para el siglo XXI: habilidades de comunicación, trabajo en equipo, empatía, capacidad de adaptación, comprensión lectora, pensamiento crítico y resolución de problemas.
En palabras de Rosan Bosch, “si queremos un cambio en el mundo, debemos empezar por la escuela. ¿Es difícil? ¡Claro que lo es! Pero no cambiar no es la opción”.
Después de esta oportunidad de cambio, volver al anticuado modelo educativo tradicional, organizado en hileras para memorizar y aprobar exámenes, sería una terrible pérdida de tiempo.
Cuénteme su opinión sobre el tema abajo en los comentarios, o bien, a mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com, o en mis cuenta en Twitter (@albertobace).