Propios y extraños reconocen esa capacidad que tenemos los ticos de dar direcciones desde los lugares más inusitados: un árbol, un salón de baile ya desaparecido o un farol. Las llamadas “direcciones a la tica” cuentan con un nutrido conjunto de lugares que solo habitan en la historia y en la memoria de algunos costarricenses.
Es decir, usamos como referencia La Galera (en Curridabat), que actualmente es una estación de gasolina que le debe su nombre a un popular salón de baile en los años 70 y 80, o damos una dirección en el famoso barrio Escalante a partir de la Pulpería La Luz, un sitio abandonado que otrora fue un negocito con una particularidad.
¿A qué se debe esta costumbre tan tica? “Mi hipótesis, desde hace dos décadas ya, es que se trata de un resabio rural, claramente campesino en el mejor sentido: es algo del campo, del campo abierto y sin referentes abstractos (¿quién le pone puertas al campo?) y donde los referentes se vuelven los árboles y las quebradas, los portones de las fincas o los cruces de camino…, pero nunca una esquina inexistente y menos aún un número que nada dice de una calle cualquiera”, asegura Andrés Fernández, cronista urbano.
LEA MÁS: Las direcciones inventadas de los ticos
El historiador Carlos Zamora, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio de Costa Rica, explica que la gente necesita orientarse y usar dar puntos de referencia, los cuales terminan por subsistir en el tiempo. “La gente que conoce el origen fallece y las nuevas generaciones los siguen usando porque los necesitan, aunque no sepan de dónde viene tal nombre o qué era tal sitio”, agrega.
Estas son las historias detrás de cinco célebres referentes que perviven en nuestra memoria colectiva, en dos casos quedan las edificaciones originales –con cambios, por supuesto– pero con usos muy diferentes a los iniciales.
La Galera (Curridabat)
¿Qué era la Galera, sitio que es referencia obligatoria en Curridabat, donde hay una gasolinera y en cuyo cruce se hará un túnel para tratar de disminuir las presas en la zona?
La Galera fue un popular salón de baile, especialmente célebre en los años 70 y 80 del siglo pasado. Allí bailaron con Los Hicsos y otras orquesta populares, miles de costarricenses que suspiran de nostalgia al recordar el lugar.
Cuenta Mario Zaldívar, destacado investigador de la música popular, que en los años 60, el salón se llamaba La Tranquera y que luego fue bautizado como La Galera. “Allí tocó Solón Sirias y, luego, fue la sede de los Hicsos; era el mejor momento de los Hicsos y el lugar se convirtió en punto de referencia geográfico”, dice el especialista.
Era una época dorada para los salones de baile, en que había público fiel no solo a las diferentes agrupaciones sino también a los sitios para bailar. Claro, quien era bailarín de hueso colorado recorría todos los lugares posibles; ¡cómo perderse una buena oportunidad para lucirse en la pista!
Para Solón Sirias Alvarado, aquellos fueron años lindísimos en que su grupo (Solón Sirias y su Tinaja Brass) tocaban allí al igual que en el Club Unión, el Country Club y el Tennis Club. Tenían buen arrastre, asegura. “Tocábamos para lo que a la gente le gusta escuchar y bailar. Nuestro repertorio muy amplio. Era un grupo muy disquero, que pegaba muchos éxitos. El salón estaba muy bien atendido, era abierto y allí llegaban a escuchar los éxitos de la Tinaja Brass”, afirma el músico de 91 años lleno de nostalgia.
La Galera era un salón para la clase media ni tan grande como el Jorón en Desamparados ni tan estrecho como el Yugo en Guadalupe (Goicoechea).
Gerardo Ramírez, líder de Los Hicsos, recuerda que allí fueron donde empezaron “los viernes de moda” y su grupo era el protagonista. “La Galera fue uno de los salones más grandes (por fama), aún se comenta de él… Uno veía allí a políticos, doctores, futbolistas; eran bailes enormes a los que llegaba gente de todo el país. Fueron épocas muy lindas”, agrega.
¿Qué anécdota hay que contar de ese salón? “Julio Iglesias llegó a cantar a La Galera. No había mucha gente; no era muy adecuado él para ese lugar. Antes de empezar, dijo si yo hubiera sabido donde iba a cantar, no hubiese venido; voy a cantar por cantar. Eso fue en los 70”, recuerda el cantante y músico.
En ese sitio también se presentaron Rocío Dúrcal, la Sonora Santanera, el Gran Combo, el Combo de las Estrellas y Los Ocho de Colombia, además de las grandes orquestas costarricenses.
Eso sí, los viernes eran para Los Hicsos. “Luego, dejamos La Galera y se lo dejamos a Los Alegrísimos. No les duró mucho tiempo porque se quemó con todo e instrumentos nuevos. Nosotros veníamos de tocar en Limón, pasamos y todo estaba normal; en la mañana, amaneció quemado. Fue algo tremendo; era un lugar muy bonito”, relata Ramírez.
Antiguo higuerón (San Pedro de Montes de Oca)
Es quizá el más célebre y raro de los puntos de referencia porque es un árbol, porque durante mucho años fue una ficción y porque habla de ríos, potreros y una Costa Rica que ya no existe en el céntrico Montes de Oca.
¿De qué forma un árbol de higuerón se volvió tan importante? El cronista urbano Andrés Fernández explica que en el siglo XIX hasta allí llegaba la vía que venía desde San José centro y exactamente en el Higuerón había que desviarse hacia la derecha para encontrar un paso mejor acondicionado –más plano y bajito– para cruzar el río Ocloro. Es decir, el famoso árbol era desde entonces una marca para no perder el camino.
Luego, se gestó una leyenda, afirma Fernández: si aquel árbol se cortaba o dañaba, San José se quedaría sin agua.
Además, la ramal de San Pedro del tranvía terminaba a unos 50 metros de este árbol.
LEA MÁS: No hay antiguo ni nuevo higuerón
Han pasado décadas y el árbol sigue siendo un punto de referencia.
¿Hace cuánto desapareció el original? No hay nada escrito al respecto, aunque hay imágenes en blanco y negro de hace unas décadas que registran el árbol caído.
Durante años fue el árbol más famoso y mencionado por todos, pero era solo un recuerdo en la memoria de unos y una ficción en boca de la mayoría.
LEA MÁS: Del higueroncito de San Pedro hacia...
Posteriormente, la Municipalidad de Montes de Oca sembró un higuerón para que creciera y reemplazara a los anteriores. Sin embargo, el ejemplar fue víctima del vandalismo: estaba pequeño y murió quemado entre la basura y el descuido en que se encontraba.
Hubo otro –o varios– intento más. Actualmente, el sitio muestra un saludable higuerón que fue iluminado durante las fiestas de fin de año. Curiosamente, los ticos se siguen refiriendo a él como si fuera su desaparecido antepasado: el antiguo Higuerón.
La Pulpería La Luz (avenida central, calle 33, San José)
Es recordado, memorable y lleno de vacíos históricos. Les queda a los vecinos de barrio Escalante escribir la historia de este punto que le da nombre a su Paseo Gastronómico y desde donde parten la mayoría de direcciones en la zona.
En la historia reciente, sabemos que allí estuvo el restaurante Bagelmen’s y que después ha tenido azarosas reactivaciones hasta lucir abandonado ahora.
¿Y qué sabemos de su nacimiento? Según Sabrina Vargas, vecina de Escalante, y el propio Andrés Fernández, el punto debe su nombre a que era la última luz de un provinciano San José y la primera que veían los viajeros que venían de Cartago. Estamos hablando de finales del siglo XIX e incluso las primeras décadas del siglo XX.
LEA MÁS: Bagelmen’s anuncia el cierre de operaciones en el país
A la luz de aquel farol (la compañía de luz cobraba por bombillo) surgió la pulpería, una farmacia y, por supuesto, una cantina. La última en morir fue, eso sí, la pulpería.
En honor a aquella historia, afirma Vargas, la administración de Bagelmen’s puso un farol en la esquina de su parqueo. Ahora, los recuerdos son los que habitan el sitio.
Casa Matute Gómez (calle 21, avenida 10, San José)
El hogar del restaurante y bar Antik es una casa declarada como patrimonio histórico y arquitectónico de Costa Rica. El ingeniero Francisco Jiménez Piedra le compró un terreno de 827 metros cuadrados a la familia González Lahmann entre la calle 21 y la avenida 10 donde construyó una casa de dos pisos en la década de los años 30, detalla el libro San José de antaño: Distrito Catedral (1890-1940), de Yanory Álvarez y Dennis Gómez. Se dice que Chico Piedra la construyó para originalmente para un diplomático.
LEA MÁS: Casa Matute Gómez: Una esquina famosa por extravagancias y escándalos
Esta vivienda, que muestra diferentes lenguajes arquitectónicos con predominancia de la influencia neoclásica, fue adquirida por el venezolano Santos Matute Gómez en 1937. Con sus dos hijas, este hombre se exilió en Costa Rica luego de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, su medio hermano; aunque salió por motivos políticos, la familia llegó forrada en dinero.
Desde su llegada y alimentada por habladurías, aquella residencia protagoniza el interés de la prensa y de los vecinos y se convertiría en un hito urbano.
De las hijas Ida e Isolda se hablaba en especial de la segunda, de sus actividades sociales y poemas, y de su padre se comentaba su interés por los menores de edad. El escándalo estalló en 1951, cuando el venezolano fue arrestado por corrupción de menores; en 1953 fue expulsado del país y se alojó en Panamá, donde falleció en 1958.
La Casa Matute Gómez ha sido reconocida desde entonces.
LEA MÁS: La esquina roja de Matute Gómez
Antigua Botica Solera (avenida 11, calles 8 y 10, San José)
En una de las siete entradas de la ciudad, en el llamado Paso de la Vaca, está la antigua Botica Solera, una singular edificación en forma de cuña construida en 1933, inspirada en el rascacielos Flatiron en Manhattan (Nueva York, Estados Unidos).
LEA MÁS: La antigua Botica Solera es desmantelada a pedazos
El edificio es buen representante del art decó y de la arquitectura comercial de la época, ya que fue encargada por el farmacéutico Otto Solera Valverde para ser botica y droguería. Funcionó así solo en la década de los años 40, ya que en 1953 se trasladó al centro de San José con otro nombre, según explica el libro Paseo Colón (distritos Merced y Hospital). Ciudad de San José, del historiador Carlos Zamora Hernández.
Posteriormente, fue la colchonería y mueblería de los Alvarado durante 35 años.
LEA MÁS: La botica Solera ‘se curó’ de su enfermedad
Fue declarada como patrimonio histórico y arquitectónico el 1.° de diciembre de 1999. Estuvo abandonada durante la primera década de este siglo debido a problemas legales con la herencia, a pesar del interés de la Municipalidad de San José por adquirirla.
Finalmente, hace seis años y tras trabajos de restauración, el municipio abrió en el lugar el pequeño centro cultural que lleva el nombre de la botica. Nadie la conoce así, sino que se impone el de antigua Botica Solera.