Mari Centeno es la costarricense con más seguidores en TikTok. La cifra de sus followers puede parecer absurda, increíble o abrumadora, pues equivale al doble de la población de Costa Rica: 12 millones de personas se ríen con sus anécdotas, historias y ocurrencias.
Ella es transparente con quienes la siguen en sus plataformas, pero también lo es en persona. En conversación con La Nación, dejó ver facetas de su personalidad que no se muestran en redes sociales; entre ellas, que es una mujer muy emocional.
Tiene 30 años, está comprometida con su novia (quien prefiere mantener un perfil bajo). Es hasta cierto punto irreverente, pero sabe cuándo hacerlo. Habla sobre su sexualidad, sus miedos y se ríe de sí misma, sin problemas. Tampoco teme hablar sobre su infancia y adolescencia. Esta última la llevó a tener encuentros con la policía; el más fuerte de estos, cuando su madre la denunció.
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Su vida en las redes sociales se ve fácil, pero admitió que en algún momento sintió dolor por culpa de los comentarios negativos, aunque poco a poco se ha vuelto inmune a ellos. También se ha enfrentado en varias ocasiones a quienes han intentado quitarle su cuenta, pero ha luchado para evitarlo.
Cuando se siente cómoda, habla como si no hubiera un mañana, tiene muchas historias y utiliza canciones para agregarle drama a lo que cuenta.
Ella no tiene filtro alguno y así es como se presenta.

¿De dónde es Mari Centeno? ¿Es tica? ¿Es colombiana?
Mari fue enfática en afirmar que no es un personaje, que tanto en la vida diaria como frente a las cámaras es como se ve. Pero, aclaró que siempre pensó en que su crecimiento no debería ser solo en Costa Rica, sino que quería que fuera internacional.
—La pregunta que más le hacen es de qué nacionalidad es y sabemos que es costarricense, pero en su descripción dice “parcerita mexitica”, ¿por qué?
—Consumía mucho contenido mexicano y colombiano y de pronto había palabras que se me salían cuando estaba grabando.
“Empecé a agregar más palabras a mi léxico diario y esto me dio seguidores de Chile, Bolivia, Ecuador, Argentina, Colombia y México. De esos últimos tres es la mayoría de mi audiencia.
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”La gente era como: ‘¿Pero usted de dónde es? ¿Es de México, es de Colombia? ¿De dónde es usted?’. Fue beneficioso y al mismo tiempo perjudicial, porque a la hora de que la gente quería contratarme para algo, no sabían de dónde era”.
Mari Centeno: adolescencia complicada y problemas con la policía
Centeno recordó que durante sus tiempos de juventud fue muy rebelde con sus padres y su abuela, ya que cerca de los 17 años entró en un ambiente en el que había consumo de sustancias ilícitas.
La situación no la enorgullece porque en ese momento cedió ante la presión social que incluía tomar y fumar casi siempre en el parque Morazán, en San José.
“La policía siempre llegaba y nos quitaba (del lugar donde estábamos) y yo como siempre he sido malcriada —porque siempre he tenido la boca más grande que el tamaño—, entonces les contestaba. Me encarcelaban y al rato me soltaban, y así era”, manifestó.

En medio de esa etapa de rebeldía, donde fue arrestada varias veces, recordó la última vez y probablemente la que más la marcó: a sus 19 años su madre hizo que la detuvieran.
“Yo estaba muy descontrolada, la verdad. ¡Uy! Yo estaba muy perdida”, afirmó.
Ya para ese punto, su madre estaba preocupada, porque Mari pasaba la mayor parte del tiempo fuera de la casa y según comenta la propia Centeno, estaba muy delgada.
“Me veía enferma. Salía el fin de semana y llegaba el martes. Un día llegué a mi casa a alistar la ropa y mi mamá me encerró con llave y el portón era eléctrico, entonces no podía abrirlo”, expresó.
La situación provocó un escándalo en su casa. “Me peleé horrible con mi mamá ese día y le falté el respeto”, contó. Durante la discusión, su madre le tiró el teléfono al suelo. “Pensé: ‘Se volvió loca’. Me quedé en mi cuarto, cuando de pronto la escuché hablando por teléfono, llorando”, agregó.
Su madre tenía por costumbre llamar a alguien de la familia cuando discutía con ella para que la regañaran. Pero en esa ocasión no fue ni a su papá, ni a su abuela; esa vez llamó a la policía.
“Mientras estaba encerrada, recuerdo escuchar bulla, sonó la puerta y cuando me di cuenta, estaba en una patrulla”, confesó.
“Me llevaron a pasear por todo Desamparados. Cuando estábamos allá yo dije: ‘¿Qué hice?’ y me respondieron: ‘Usted le pegó a su mamá y le está poniendo una denuncia por violencia doméstica’. Terminé allá en Goicoechea. Allá estuve un ratillo encerrada en los calabozos, hasta que mi mamá terminó todo el trámite”, señaló.
—¿Cómo es la relación con ella ahora?
—Bien, estamos bien. Considero que me hizo un favor, no tengo nada que reprocharle. Cuando dejé de salir tanto, me di cuenta de que muchas personas no eran mis amigos. Para ese momento había dejado el cole y cuando pasó lo de la denuncia, volví a estudiar.

Mari Centeno y lo más difícil de ser tiktoker
—¿Cómo empezó realmente con la creación de contenido?
—Empecé a crear contenido a mis 17 años en YouTube, me sentía muy sola, a veces tenía cuadros depresivos. Una amiga me dijo: “¿Por qué usted no hace videos para YouTube?”. Traté, no la di y lo dejé. Volví a retomarlo como a los 20 años, fue patético, fue muy triste.
“Luego, tuve una cuenta en Tiktok por tres años y me la cerraron en 2020 en pandemia. Esa cuenta la llegué a los 200.000 seguidores y me la clausuraron. El 12 de diciembre del 2020 fue que empecé esta cuenta que tengo ahorita”.
—¿Qué ha sido lo más difícil de tener la cuenta?
—La gente que me la trata de tumbar todo el tiempo. Me la han tratado de robar, me la han tumbado dos veces. Una vez me la bajó TikTok por error. Y entonces ha sido muy difícil mantenerla, pero creo que principalmente mi mayor obstáculo ha sido la misma gente.
—¿Cuál gente?
—Otros creadores, otras audiencias, otras personas que simplemente no les gusta mi contenido.
—12 millones de seguidores no es para nada poco, ¿qué ha sido lo más difícil de una vida tan pública?
—Las críticas, definitivamente. Creo que no todo el mundo tiene la estabilidad emocional para tener redes sociales. Hay gente que le pesan las críticas mucho más que a otras. A mí al principio me pesaban mucho, después ya no. A veces hay cosas que obviamente duelen, y duelen mucho. Pero yo trato de no darles pelota y mantenerme bien.
—También hay que decir que recibe críticas por su sexualidad o su apariencia, ¿cómo se maneja eso en un núcleo familiar?
—Salí del clóset a mis 17 años. Tuve novios, muchos novios. Entonces, cuando salí del clóset, afronté todo eso. Me dolía más al principio que ahora, pero ahora digo: “Di, pues yo soy así, ¿qué se va a hacer?”.
“Por ejemplo, tú te llamas Fiorella, es como que yo trate de ofenderte con tu nombre, que yo diga: ‘Uy, es que eres tan Fiorella’. Y como que la gente diga: ‘Oh, me ofendió’. ¿Por qué a mí me ofendería mi orientación sexual, si es lo que soy?
”Yo siempre soy libre de mi sexualidad, pero he sabido respetar a las demás personas. Puedo andar libremente con mi pareja caminando de la mano por la calle, darle un besito tal vez, pero nunca me he puesto a hacer escenas en un parque. Porque siempre he respetado; soy del pensar que la gente tiene que respetar para que lo respeten”.
—¿Hay cosas o gustos que no le muestre a su público?
—Me gusta la música clásica, me gusta mucho escuchar Las cuatro estaciones de Vivaldi. No es algo que comparta muy abiertamente con mi público. También me gustan el ballet, el teatro, la ópera, tocar piano y me gusta bastante cocinar; lo que mejor me queda es la pasta en salsa blanca.
“Nunca lo he compartido con la gente, porque no soy el tipo de influencer que comparte ese tipo de cosas, pero me apasiona mucho ayudar al prójimo, me gusta mucho. Siempre, siempre desde mi punto de vista y mi perspectiva personal, nunca detrás de una cámara.
