Verónica González era apenas una niña cuando sintió una tristeza muy grande, tanto que la hizo experimentar que su mundo infantil era oscuro. Ella se escondía en el baño de la habitación de sus papás y allí lloraba en silencio.
Siendo una criatura de 9 años, Verónica sufría porque veía como su maestra de escuela solamente reconocía el esfuerzo y capacidad de los niños de la clase, no el de las niñas. Como ella era una estudiante aplicada, estaba acostumbrada al reconocimiento e incentivo de sus profesoras. Sentir aquello, que traducía como un rechazo por parte de su docente, la hizo sufrir y años después se dio cuenta de que esa fue su primera depresión.
Verónica no le decía nada a su mamá. Su progenitora también estaba deprimida y, sabiéndola vulnerable, la niña guardó silencio.
La presentadora Verónica González compartió su vivencia en la edición más reciente del programa Íntimo, en el que Douglas Sánchez -presentador del espacio y director de Multimedios-, conversó con ella a raíz de su incorporación al Canal 8, desde el 5 de abril.
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Con esa historia de su infancia, Verónica, de 38 años, empezó a hablar acerca de las difíciles situaciones que ha vivido a lo largo de su existencia. Entre las que además de la depresión, habló del dañó psicológico que alguna vez parejas sentimentales causaron en ella y sobre sus problemas de baja autoestima.
“Soy una persona que tiende a la depresión. De parte de mi mamá vengo con este tema. Mi primera depresión fue a los ocho o nueve años. (...) Tal vez muy chiquilla sentía esa responsabilidad de ver cómo lo resolvía porque no quería acudir a nadie más para no generarles un peso. Estas conductas vienen desde pequeñita”, contó. Posteriormente comentó lo difícil que fue para ella afrontar su divorcio y la muerte de su amada amiga María del Mar Umaña.
“Aunque no estoy medicada (para el tema de la depresión), siempre he tratado de salir adelante con ayuda psicológica, con Dios y demás; son cosas que uno no lo comenta, porque la depresión a veces es vista como falta de agallas, como que usted puede salir de eso, que lo que le hace falta es fuerza y agarrarse de Dios. Tal vez las personas que tienen depresión me entenderán. Es una desmotivación, usted no quiere hacer nada, solo tiene ganas de llorar: me acuerdo de ir a trabajar en modo remoto e ir a hacer lo que tenía que hacer. Después de mucho tiempo, de unos meses para acá, me he sentido más plena y feliz y he entendido que estuve en depresión todo el año pasado”, confió Verónica, quien dice que en sus crisis ella no se tumba y que aunque puede trabajar, no se siente ella misma.
En la entrevista Verónica desnudó sus emociones y entre lágrimas y risas, celebró sentirse feliz, motivada y plena.
“Tengo ganas de hacer cosas, estoy motivada y haciendo ejercicios: quiero cambios positivos para mi vida y eso me hace sentir muy feliz, tomar decisiones.
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“Soy esa persona rumiante, a la que le cuesta mucho y da demasiadas vueltas antes de generar un cambio que pueda llegar a ser positivo, me da miedo, me aferro. Trato de romper esquemas que en algún momento me han funcionado pero que hoy sé que podría estar mucho mejor si soy más libre, no impulsiva de la mala manera, pero si dejarme gobernar por ciertas emociones que me hacen bien. Soy esa persona que siempre tengo que estar bien, dar la mejor sonrisa, hasta para ir al súper me medio arreglo, soy coqueta pero podría soltar un poco más y ser más libre, más yo y más feliz. Estoy trabajando en eso”, detalló.
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Buscar el reconocimiento
En la conversación, Miss Costa Rica 2007 habló de etapas de su vida en las que se apoyaba solamente en su pareja sentimental, dejando de lado sus círculos de amistad; si bien ella estaba disponible cuando la necesitaban, no era alguien que estaba pendiente de esos allegados. Con María del Mar, dice, aprendió a ser amiga.
“Dejaba algo tan hermoso como la amistad de lado y cuando estaba sin pareja me sentía sola y ahí estaba la depresión, la angustia y todas estas emociones porque no tenía un círculo que me pudiera ayudar en esa etapa de mi vida”, cuenta.
Ante la pregunta de por qué se enfocaba solamente en su pareja, Verónica responde que no lo sabe. De inmediato intenta descifrarlo.
“Creo que es un tema más emocional y psicológico, buscaba más en una pareja, novio o esposo esa afirmación y compañía que no encontraba en mí misma. No daba la oportunidad de que amigos fueran parte de la ecuación. Una buena amistad te acompaña y te cuida sin pedir nada a cambio.
“Una mala pareja te puede arrebatar muchas cosas de vos sin darte cuenta. En algún momento de mi vida sí me ha pasado. Sé lo que es sentirme menos porque la pareja me lo hacía ver así, que no iba a poder ser sin él, que no iba a poder salir adelante porque no tenía capacidades propias para hacerlo. Cuando estamos en ese tipo de relación uno está como en un hueco y no se da cuenta hasta que sale. A veces cuando se tiene todo cerca no se puede ver el panorama completo. Fui sanando y creciendo y me di cuenta de que no era cierto. Pero en su momento lo creía”, reveló.
Posteriormente y muy ligado a lo que antes mencionaba, se habló del autoestima. En este momento, la expresentadora de Giros contó que ha tenido que trabajar mucho en esa área y que su inicio en los certámenes de belleza fue buscando validación, aunque en ese momento no lo sabía.
“He tenido que trabajar muchísimo en mi autoestima. Buscaba valía en alguien más. No en mi propia persona. De unos años para acá me di cuenta. Desde jovencita tuve graves problemas de autoestima, que si analizo lo compensaba metiéndome en concursos de belleza para tener reconocimiento de los demás. No digo que todas las reinas hagan eso (...). Yo disfrutaba competir, pero necesitaba que alguien más me dijera que era bonita, que me validaran como mujer.
“El trasfondo no era lo que pensaba, no era el hecho de competir, ni de ganar una corona. Necesitaba con mi baja autoestima del momento reconocimiento de alguien más y ni siquiera lo sabía”, contó.
Verónica continuó: “(...) Antes de mi relación matrimonial tuve gente, particularmente una persona que me hizo mucho daño, iba arrastrando traumas que vienen de chiquita y van creciendo con uno, no se logra identificar y se vuelve normal.
“Sé que ser una persona agredida no es solo un golpe, es como te agreden acá (se toca la sien), es como empiezan a minar y a ir drenando tu estima, tu fortaleza y sentir que dependés de alguien más para poder salir adelante”, dice haciendo énfasis en que la relación de la que habla fue antes de su matrimonio.