Desde Pelando el ojo hasta Buen día y pasando por el mundo de la comedia, Natalia Monge se ha ganado unas cuantas etiquetas: comediante, actriz, mamá y presentadora. Con su carisma, acompaña a los costarricenses a través de las pantallas de canal 7.
Monge está cargada de contrastes, pues a pesar de desenvolverse en un mundo inundado por las risas, la presentadora reconoce que es una persona muy sensible, donde hasta lo más pequeño la puede hacer llorar.
El arte y el humor sirven como su válvula de escape, pues los utiliza como una forma de canalizar sus emociones y encontrar equilibrio dentro de su ocupada agenda profesional.
En conversación con La Nación, Natalia se despegó de estas etiquetas, las observó con detenimiento y compartió las reflexiones a las que ha llegado en esta última década, donde hubo cambios profesionales, el establecimiento de su familia y diagnósticos que fueron difíciles de aceptar.
- ¿La Natalia que vemos en redes sociales o en televisión es igual a la de la vida real?
- Si estoy triste por algo familiar, no voy a ir con cara larga al programa. Más bien, utilizo la televisión y la radio como válvula de escape para canalizar esas emociones y salir adelante. Mi trabajo consiste en llevar alegría, entretenimiento… pero, como bien decís, también hay un trabajo adicional, que es el de ser mamá”.

- ¿Cómo logra equilibrar su vida personal con tantas responsabilidades?
- Todo esto lo logro, primero, porque me apasiona. Trato de enseñarles a mis hijos que, cuando están conmigo, también me ven trabajando: haciendo videos, en la computadora, revisando correos o enviando cotizaciones.
“Yo les digo que el trabajo no solo es para traer sustento al hogar, sino que además amo lo que hago. Es importante que aprendan que uno debe amar lo que hace, o al menos, procurar hacerlo”.
- ¿Alguna vez ha sentido la necesidad de desconectarse o hacer una pausa?
- Claro, me pasa mucho. Yo podría compartir muchas cosas que me permitirían conectar más con la comunidad, pero tengo una política: a veces compartir cosas negativas no suma.
“No es que las oculte. Me canso, me agoto, soy una mamá como cualquier otra. A veces, mi escape es decir: ‘Voy al súper a traer algo’ y ya por los pasillos digo: ‘Ay, qué rico momento’.
“Canalizo eso: un rato estoy en trabajo ‘de oficina’ o frente a cámaras, y esa es mi válvula de escape de la familia. Y cuando termina, digo: ‘Ahora quiero llegar a casa a ser mamá’. Ahí descanso del trabajo”.
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- Sobre el diagnóstico de cáncer que tuvo su madre en 2022, ¿cómo está ella?
- Hace como un año fue dada de alta. Mi familia tiene algo muy bueno que creo que viene de la actitud de mi mamá, y es la actitud con la que intento asumir la vida ahora. Cumplí 40, y fue como un baldazo de madurez.
“No digo que soy la mujer más madura del mundo, pero sí he reflexionado muchas cosas. Cuando mi mamá estuvo enferma, quien la acompañó día a día fue mi papá. A las citas iba él. Yo la visité varias veces, pero no me tocó cuidarla como tal.
- ¿Usted se está cuidando?
- Para mí (el diagnóstico) es un mensaje muy grande. El año pasado ya empecé con mi mamografía, a los 39, con mucha prudencia y entendiendo que podría pasar, pero, ¿quién dijo miedo?

El camino profesional de Natalia Monge
- ¿Cómo se dio su despertar humorístico?
- Como mucha gente sabe, yo nací como humorista en Pelando el Ojo. Yo artista, pianista, lo que quisieran, ¡pero humorista jamás! Siempre fui muy seria, la nerd del grupo, la que acusaba a los que se escapaban, fatal… así que jamás pensé ser comediante.
“Hoy ya dejo que me pongan la etiqueta, pero me cuesta aceptarlo. Desde niña imitaba a los profes. Ahí empezó todo”.
- ¿Cómo fueron sus comienzos? ¿Sintió rechazo?
- Las primeras veces me atacaban horrible porque era joven y mujer. Había adultocentrismo y machismo. En aquel tiempo no había redes como hoy, pero igual se sentía el ácido. Recibíamos llamadas y decían: ‘¿Esa chiquita que tiene ahí? ¡Nada que ver!’ Y claro, eso no es bonito para nadie”.
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- ¿Cómo nace Marta Emilia?
- Un día, en un corte comercial (en Pelando el ojo), Norval (Calvo, el director) me dice: ‘Viene fútbol, ¿tenés a alguien?’. Yo tenía cuatro imitaciones en ese momento, pero me dijeron: ‘3, 2, 1… ¡al aire!’
“Y así nació Martita. Es como una de mis hijas mayores. Ha evolucionado con la sociedad. Algunas cosas que hacía al principio ya no las podría hacer hoy. Pero Martita es un alter ego muy grande. Aunque muchos dicen que somos muy distintas, en el fondo se parece mucho a mí”.

- ¿Cuáles son los principales retos de hacer comedia siendo mujer?
- Sí hay una diferencia entre ser hombre o mujer en este campo. Pero no lo uso para victimizarme, es una realidad social. ¿Qué debemos hacer? Quitarle la etiqueta al género y luchar por nuestra felicidad y por nuestros sueños.
“Se nos cobra una factura más cara solo por ser mujeres. Económicamente, también: si un hombre cobra caro, es ‘porque lo vale’. Si lo hace una mujer, es: ‘Ni que fuera…’, pero estos comentarios son parte del camino".
- ¿Cómo enfrenta los comentarios negativos?
- A mí no me ha ido bien gratis, ha sido un camino. Creo en el poder de la mentalidad. Puedo entrar a Facebook y leer comentarios negativos todos los días, incluso de esta misma entrevista.
“Pero también puedo elegir no leerlos o nutrirme de los positivos y de las críticas constructivas. Eso da paz. Enfrascarse en el ‘pobrecita yo’ es muy fácil… pero no lo hago".
- ¿Qué proyectos vienen?
- La última década me dediqué a mi familia. Ese “mega proyecto” que visualicé a los 20, lo trabajé a los 30 y hoy está encaminado.
“Ahora siento un nuevo despertar creativo. Nunca abandoné del todo el humor, pero tenía a mis personajes guardados en un cajoncito. Siento que es momento de retomarlos. El primer paso es la canción de Marta Emilia”.
- ¿Qué le gustaría que la gente supiera de usted, que aún no han visto en pantalla?
—Me gustaría que supieran que soy una persona como cualquier otra. Con dos hijos, me preocupo, me frustro, soy hipersensible. Lloro por tonteras, aunque mi vida es bastante tranquila. Cualquier cosita pequeña me puede revolcar emocionalmente, pero recurro a mis redes de apoyo.
“Creo que lo que se ve de mí es una mujer que trata de ser feliz. Y digo “trata” porque también es una decisión que tomo a diario.
