Max Esquivel tiene claro que el jazz no es la música que más suena en los bares o los teatros de Costa Rica. “Mucha gente piensa que jazz es música de elevador, pero eso no puede estar más lejos de la realidad”, explicó el músico de 31 años.
Pero ojo, Max no reclama, él mismo no tenía mucho conocimiento del género hasta que decidió viajar a Estados Unidos a estudiar música.
Su instrumento es el bajo eléctrico, que uno podría pensar es más de acompañamiento, pero para Max es el hilo conductor de sus composiciones y solo otro de los instrumentos que pueden brillar en una canción de jazz.
Este sábado 27 de octubre Esquivel mostrará lo que más de 10 años de aprender jazz le han dejado en el Teatro Nacional. Allí estrenará nueve composiciones originales que grabará en el mismo teatro para luego editar un disco.
Todo suena ambicioso, pero si ha habido algo constante en la carrera de Esquivel es que nunca le huye a los retos, así sea llenar uno de los escenarios más icónicos y prestigiosos del país.
Los boletos para el concierto de este sábado 27 de octubre se pueden comprar en teatronacional.go.cr, llamando al 2010-1100 o en la boletería del teatro. Luneta costará ¢20.000; butaca, ¢25.000; palcos en ¢15.000; y galería ¢12.000. Adultos mayores y estudiantes tienen 20% al comprar en la boletería.
Como en Nueva York
Max Esquivel tomó por primera vez el bajo eléctrico a los 13 años. Su sueño era tener una banda de rock y cuando conoció la música progresiva encontró su nicho.
Siempre ha sido amante de los retos y la complejidad de la música progresiva lo unió con varios amigos y formó parte de algunas bandas (entre ellas, The Last Void).
“El progresivo tiene métricas complicadas, te hace tocar muy rápido pero con el tiempo te das cuenta de que es algo más de interpretación no conceptual”, señaló.
Bastó llegar a la universidad de música Los Angeles Music Academy (LAMA) para darse cuenta de que había algo más que las bandas que siempre había conocido.
“Por ejemplo, un grupo de progresivo como Dream Theater siempre va a tocar las canciones igual, un jazzista puede agarrar esa canción y tocarla de diez maneras diferentes.
”Cualquiera puede tocar rápido, y eso en el jazz no es el punto, sino que se trata de transmitir algo en la interpretación”, recalcó.
Además de LAMA, Esquivel estudió en el Florida International University y allí supo de The New School of Jazz, en Nueva York. En esta última institución aprendió el oficio de músicos de jazz pero también de conseguir chivos en bodas, bares, etc.
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En The New School of Jazz también conoció a varios de los músicos que lo acompañarán en el Teatro Nacional, uno en el que ha puesto a prueba las habilidades de producción aprendidas en La Gran Manzana.
“Mi idea con este concierto es traer un pedazo de Nueva York acá, hacer actividades como esta es una forma de mostrarle a la gente el maravilloso mundo del jazz”, señaló el bajista.
No pasa a menudo
Max Esquivel ya había grabado un álbum titulado Max Esquivel Quintet (2012). En aquella ocasión fichó a músicos ticos como el ganador de cuatro premios Grammy Walter Flores, en el piano; el ganador del Grammy Latino Felipe Fournier, en el vibráfono; el prolífico baterista de jazz Orlando Ramírez y al trompetista estadounidense Cody Rowlands.
Pero claro, aquello fue una grabación tradicional de estudio, en la que hay tiempo para repetir o pulir.
En esta ocasión, el disco –aún sin nombre– será grabado en vivo, con un ensamble de diez músicos tocando sus instrumentos. Para lograr su cometido, Esquivel fichó al veterano productor Alberto Ortiz y, por supuesto, a un equipo de músicos que él considera infalibles.
Estarán allí, por ejemplo, la promesa del saxofón Chad Lefkowitz, estadounidense miembro de la Afro-Latin Jazz Orchestra y parte de la banda de Taylor Swift.
El guitarrista canadiense Jordan Peters es parte de la banda de Lauryn Hill; la vocalista croata Thana Alexa es parte del ensamble del baterista Antonio Sánchez; el israelí Daniel Dor, es baterista en el grupo de Avishai Cohen, y el baterista Gabriel Chakarji quien ha sido parte de distintos ensambles.
Completará la alineación un cuarteto de cuerdas con músicos de la Orquesta Filarmónica.
“De verdad estamos frente al mejor talento del mundo, y son jóvenes ¡y aman el jazz! Esto no pasa a menudo, no pasa o no creemos que sea posible algo así, pero sí lo es y sí puede serlo”, comentó Esquivel.
Según él, temas como The Cold Heart Maps y 28 de octubre y la balada Tulpen son composiciones “divertidas de tocar” y una oportunidad de hacer jazz desde Costa Rica.
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“Compuse esas canciones cuando estaba muy feliz de haber vuelto y porque tenía mucho de no sentirme así. Creo que sentí que se podía tocar aquí en Costa Rica, hacer una vida como músico de jazz como la hice en Nueva York”, comentó.
En el concierto, Esquivel tocará 9 canciones y quizá haya alguna sorpresa en el camino. Él cree que es una buena oportunidad para conocer lo más del jazz que se está haciendo en el país.
“No quiero que sea la última vez que pase algo así y me gustaría contar con el apoyo de la mayor cantidad de gente. He tocado en muchos lugares importantes pero no era mi música… Este será realmente el concierto más importante de mi carrera”, comentó Esquivel.