
Irene Vallejo, una de las escritoras españolas más reconocidas de los últimos años, visitará Costa Rica por primera vez como invitada de lujo de la vigésima edición de la Feria Internacional del Libro, que se llevará a cabo entre el 19 y 27 de julio en el Centro de Convenciones de Costa Rica.
Su visita, que según confiesa la llena de emoción, desafía el ambiente nacional de polarización, gritos, ataques y descalificaciones, que hoy son la tónica en la política actual y hasta en casi cualquier diálogo en redes sociales.
La célebre autora, dueña de títulos como El infinito en un junco o Manifiesto por la lectura, que han vendido miles de ejemplares, recibido una extensa lista de premios y la han hecho viajar por el mundo, llega con ansias de conocer al público costarricense. Desea, con el sagrado rito de la conversación, poder honrar la palabra; esa materia prima que le ha dado tanto.
En el marco de su participación en la Feria Internacional del Libro, Vallejo conversó con La Nación sobre la importancia del diálogo, la historia, el periodismo y la democracia; así como de la relación de estos pilares sociales con los espacios culturales como las ferias literarias, la cuales asegura representan resistencia ante el desalentador panorama global.
— Los escritores no son ‘rockstars’ pero en su labor de difusión se ven invitados a eventos públicos, que no necesariamente son su fuerte. ¿Usted cómo lleva estas actividades?
—Sí, es cierto que las habilidades de escritura no tienen por qué venir acompañadas del disfrute de las conferencias, las intervenciones públicas, las firmas... el contacto con la gente. Tengo muchos amigos de la profesión que son personas tímidas. Y bueno, siempre existe el miedo a decepcionar a los lectores, que te han conocido a través del libro.
”Pero yo reconozco que en mi casa siempre bromeaban con lo que me gustaba hablar, con que los dejaba exhaustos y yo todavía seguía con ganas de hablar más. Realmente disfruto estos viajes y la conversación que ayuda también a refinar las propias ideas. Esto ya lo sabían los griegos con los diálogos socráticos: el pensamiento fluye mucho mejor compartiendo las ideas”.

—¿Su proceso de escritura es solitario como muchos escritores suelen decir? ¿Estos eventos la sacan de esa soledad?
Este es un trabajo extraño en el que continuamente estás pasando de una forma de vida ermitaña a una gran exposición pública. Yo sí intento vaciarme de actividades cuando estoy en la época escritura, porque al final un libro es como un universo que creas y sostienes con la sola fuerza de tu atención. Pero el tipo de vida que tengo, con mi familia, mi hijo, hacen que no llegue a esa vida de la torre de Marfil y tampoco creo que sea necesariamente lo más deseable.
”Además, las cosas que van sucediendo en la vida mientras escribes también forman parte de ese libro. Nadie sabe si a lo mejor está en un libro, si se ha cruzado con un escritor en el momento en el que estaba allí forjándolo todo y su nariz, su boca, su pelo o una frase, ha ido a parar a un personaje”.
—Usted también es columnista, ¿Cómo converge esa faceta con su labor literaria?
Algo que yo agradezco al periodismo enormemente, quizá más todavía que a la literatura, es que fomenta esa forma de estar entre los demás tremendamente atenta; como espiando cada palabra, intentando descubrir exactamente qué es lo que preocupa a la gente, qué les atormenta, dónde están sus esperanzas y sus miedos. Todo lo puedes absorber y es vivir como una esponja permanente, lo cual te hace sentir también con más intensidad el mundo que te rodea.
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—¿Cómo impacta a su literatura esa porosidad hacia el entorno, en tiempos marcados por bombardeos, miles de muertos en conflictos bélicos y otras realidades negativas?
Siempre busco los nexos entre el pasado y el presente para intentar que nuestra mirada no se quede limitada al ahora, sino contextualizarla más ampliamente. Estoy convencida de que esa apertura hacia el pasado es la que nos ha permitido también imaginar el futuro. Al mismo tiempo, nos hace salir un poco de las trampas interpretativas y la manipulación; y para eso a veces hace falta salir del discurso de tu época.

—¿Considera que ese es un vacío en nuestras sociedades? Hoy, tanto en España como en Costa Rica se reivindican dictaduras, violencia y otras páginas nefastas de la historia...
Creo que somos criaturas nostálgicas y tendemos a colocar nuestras utopías en el pasado. Queremos recuperar una etapa perdida, un tiempo que idealizamos porque no lo hemos vivido. No conocemos sus imperfecciones y es muy fácil negarlas o sentir que aquello era un mundo más ordenado, porque no hemos experimentado la asfixia de esa solidez y de ese orden que dejaba muy poco espacio a las libertades.
”Al final, se trata también de entender que las democracias son conversación y que tenemos que cuidar de la salud de esas conversaciones, cuidar las palabras, cuidar el lenguaje, el cómo nos referimos a los demás y también el sentimiento de respeto hacia la veracidad histórica. Se trata de no dejarnos llevar por las ideas que más nos gustan, sino de intentar contrastarlas. Por eso tengo mucho respeto al periodismo y a la gente que está poniendo su vida en peligro en nombre del periodismo”.
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—De hecho, en Costa Rica se vive un contexto de hostilidad hacia los periodistas y de alta polarización social ¿Qué reflexión tiene de esto?
Son grandes corrientes que nos atraviesan, como vendavales históricos. Ahora estamos viviendo esa sensación de impunidad con la que se ataca a las universidades, a los medios; a quienes cuestionan. Eso es peligroso porque dependemos de nuestros esfuerzos, más o menos ilusorios, por tener una idea bien fundada de lo que está sucediendo. Tiene que haber alguien que discuta, que sea capaz de rebatir, incluso aunque luego esos cuestionamientos se puedan demostrar a la larga más o menos infundados.

”En España hay una democracia muy joven que tiene mi edad, porque yo prácticamente nací con ella y mi madre recuerda haber ido a votar la Constitución conmigo en la tripa. Vivimos creyendo que todavía estaban recientes estas libertades conquistadas y ahora de repente todo parece tambalearse. Hay mucha confusión en qué es libertad, donde llega este lenguaje tan agresivo que nos invade y que también está fomentado por las redes sociales”.
—Su labor, en este contexto, es a contracorriente, ¿cuál es la importancia de fomentar espacios de diálogo y apreciación de la cultura en medio de esta realidad?
Creo que ahora es, precisamente, el momento en el que tenemos que recordar que somos mucho más fuertes como comunidades y no en trincheras de individualismo y enfrentamiento. Hay que reivindicar las ferias del libro, los clubes de lectura y los espacios relacionados con la confianza en la palabra que, por deteriorada que esté, es el sustento de nuestra esperanza de entendernos.
”Me gusta precisamente ir a esos lugares donde se cultiva y eso se reivindica. También intentar transmitirles a las personas que participan de eso que no se trata solo de un entretenimiento, que tiene una dimensión más profunda en este momento: el sustentar una capacidad de resistencia”.
No se pierda la Feria Internacional del Libro 2025

Del 19 al 27 de julio, la Feria Internacional del Libro (FILCR) celebrará 20 años de historia. Tendrá lugar en el Centro de Convenciones de Costa Rica, ubicado en Belén de Heredia.
Vallejo tendrá participación durante el primer fin de semana del evento. Además de ella, visitarán el país Santiago Posteguillo, de España; Juan David Morgan, de Panamá; y Éric Chacour, de Canadá.
La feria tendrá 116 stands con una variada oferta literaria, contará con 80 expositores y una muestra de 8 artesanos en el Mercadito Artesanal. Además, se abrirá un espacio colectivo denominado “La Librería”, en el que autores nacionales que no pueden costearse un puesto, podrán ofrecer sus libros a cambio de un monto menor.
Los días entre semana se desarrollará “La ventana de los héroes”, un espacio en el que figuras del deporte y la cultura darán charlas para estudiantes de escuelas y colegios.
También, existirá un pabellón dedicado a los cómics y un concurso de portadas que premiará dos categorías:
- Para la comunidad editorial y de autor, que destacará los diseños de publicaciones realizadas este 2025.
- De la comunidad estudiantil, en el que alumnos diseñarán portadas para microrrelatos realizados por autores costarricenses.
Este 2025, la FILCR estará dedicada a la Editorial Costa Rica, en su 65 aniversario, y a la Librería Internacional, fundada hace 30 años.
“La vigésima tercera versión de la FILCR nos toma con gran convicción de que si se ha mantenido tanto tiempo, a pesar de dificultades innombrables, pero siempre superadas, es porque la población nacional la hace posible, la necesita y la aprecia”, comentó Óscar Castillo, organizador de la feria.
“Nuestra promesa es que no se arrepentirán, porque serán parte y testigos de un renacer y fortalecimiento de la feria”, agregó.
