
Lo verdaderamente lujoso no es la casa, el carro (…) “Lo que no se ve, eso sí que fue caro”, había reflexionado el actor, productor y fotógrafo costarricense Eloy Mora en un video que publicó en sus redes sociales, en el que reveló detalles impactantes de su vida.
Meses después, su lucha contra las drogas, su trayectoria artística, su vida personal y, por supuesto, la situación que vivió con la producción del polémico video “Salto al vacío”, fueron parte de una íntima conversación con La Nación, en la sala de su casa. Tras una vida nada fácil, el singular artista levanta la cabeza y se declara enamorado de los errores, incluso sonríe al recordarlos, pues asegura forjaron al hombre que es hoy.
Ese mismo hombre, que hace muchos años hizo reír a Costa Rica con su personaje de Chico Loco y el que encantó a miles en la televisión al encarnar a Eddy, el hijo de doña Tere en La Pensión, es el mismo que sin siquiera tener el bachillerato de secundaria logró montar y llevar al éxito su propia productora audiovisual.
Además, es el mismo que fascinó a muchos con su talento como fotógrafo. Es también quien se sentó en la Asamblea Legislativa frente a los diputados de la República para decir su verdad sobre un controversial episodio: la del polémico video “Salto al vacío”, utilizado en la campaña presidencial del 2022.
Mora es el mismo que, más relajado, arma su pasado como un rompecabezas, hace impactantes revelaciones y mira positivo al futuro. Es quien habla de manera sincera con aquellas expresiones grandilocuentes que todo actor maneja a la perfección, con sus ojos intensos y mirada penetrante, para recordar paso a paso cómo llegó a convertirse en el Eloy de la actualidad.
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A sus 46 años es reconocido por su talento, uno que, afirma, forjó en la calle, pero también en las tablas. Su inquietud como artista, poco ortodoxa, lo llevó por caminos sinuosos que a la postre se convirtieron en su estilo, en su sello irrepetible.
“Soy un artista inquieto, enamorado del error, porque en el error encontré respuestas. Soy tenaz y exitoso y el éxito nunca lo he remitido a una cuenta de banco, sino a la maravillosa posibilidad de dedicar mi vida, mi energía y mi ser a lo que me gusta hacer”, manifestó.
Eloy nació en Mansión de Nicoya y creció en Piedades de Santa Ana. A los 15 años, cuando la familia se mudó a San José, tomó una decisión radical: irse de la casa y probar suerte solo.
Más tarde desertó del colegio y se dedicó a oficios “rasos”: bodeguero, empacador, lo que apareciera. La puerta del arte se le abrió cuando tenía una escoba en la mano: consiguió trabajo limpiando, atendiendo una soda y cuidando carros en el teatro Chaplin. Ahí, entre butacas y camerinos, empezó a cambiar su destino.
Estudió actuación como pudo. En el teatro Arlequín le dieron la oportunidad de pagar las clases a punta de limpieza del lugar; mientras que en el Chaplin el dueño Eduardo Zúñiga se volvió para Eloy un mentor, una figura paterna.
Cuando presentó su examen de final de curso (actuar en tres obras), sus amigos del Chaplin lo fueron a ver. Al final, una sola frase dicha por sus compañeros lo llevaron a darle vuelta radical a su vida: “Mae, usted es actor”.
Debutó en 1996 en el Chaplin. Actuar, eso sí, le implicó ganar menos dinero porque ya no podía limpiar o cuidar carros.
“Ya no podía seguir haciendo lo de afuera porque en ese momento se mantenía esa sensación de que el público no podía ver a los actores, entonces ya no les podía recibir el carro o atenderlos en la soda”, explicó.
Entonces, Eloy pasó de recibir tres entradas de salario (la soda, los carros y la venta de empanadas en el día) a recibir un pago por función. Sin embargo, la vocación ganó el pulso.
El camino artístico le deparó no solo presencia en la televisión nacional, sino un nombre en el teatro que lo llevó a tener su propia sala. “Mamá no estaba muy contenta (con la decisión de ser artista), pero nunca me obstaculizó nada”, comentó.

Mora recordó que su mamá lo vio en las obras en el Chaplin, pero hasta que tuvo su propio teatro, él se dio cuenta del sentimiento que ella tenía por su carrera. “Cuando entró por primera vez a ese lugar, no lo dijo, pero yo sentí que ella dijo: ‘Ya está, este me ganó. Esto era su sueño y lo está haciendo bien’”.
Golpes y errores: los aprendizajes de Eloy Mora
Con transparencia, como ha afrontado todo lo que se le ha impuesto en la vida, Eloy recordó un pasaje muy doloroso pero aleccionador: su lucha contra las drogas.
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Su biografía no oculta sombras, por el contrario, todo lo oscuro lo llevó a un camino lleno de luz. “Fui desbordado, loco, desordenado. Coqueteé con las drogas fuertes”, manifestó.
Su primer encuentro con el vicio fue a los 18 años. “Salí corriendo porque me vi en el espejo y me asusté”, agregó. Un par de años más tarde, a eso de los 24, tuvo una recaída; entonces una novia lo ayudó a recuperarse.
A los 27, fue su última crisis. “Fue una droga muy fuerte. Yo primero hice cocaína y después crack; este último encuentro fue desastroso. Terminé en una clínica de rehabilitación”, explicó.
Para ese entonces, ya gozaba del éxito artístico y económico, principalmente gracias a Chico Loco. Comenzó a tener una cantidad de dinero que no supo manejar y se sumió en la crisis. Fueron días duros, pero logró salir: “Tengo que decir que volví de donde casi nadie se devuelve, porque mi problema con el crack era fuerte, fuerte, fuerte. Yo estuve ya muy cerca de tocar la calle”, aseveró.
Mora recuperó el timón y se abrazó a una vida con reglas nuevas: terapia, trabajo, propósito y una relación sentimental estable y responsable. La paternidad le agregó norte: “Desde que nació mi hija soy una mejor persona”, agregó.
“No me arrepiento de absolutamente nada de lo que pasó en aquel momento. Atesoro la experiencia: los golpes, un error, un fracaso; siempre son aprendizaje”, expresó.
Esa metamorfosis de vida también la ha aplicado al arte. Dejó la actuación en el 2015 para volcarse de lleno a la fotografía, pasión que fue trabajando desde un par de años antes. Construyó la Fotografía de Eloy Mora pensando desde lo publicitario, pero también como un despliegue artístico. “Me traigo a actores, los visto, les pongo luces y comienzo a construir esa cosa medio rara”, explicó.
El camino de la vida lo llevó poco a poco por la fotografía comercial, lo que después derivó en la decisión de cerrar su sala de teatro. Posteriormente, el mundo publicitario lo condujo a lo audiovisual; su empresa evolucionó al Drim Tim, que como lo dijo el propio Eloy, recibió un “bien que llegó por un mal”: el video de “Salto al vacío”.
Eloy Mora: sacarle provecho a la adversidad
Ante la adversidad, Mora aprendió a apostar por la transparencia y la verdad, incluso si ello implica asumir errores o enfrentarse a la opinión pública. El polémico video “Salto al vacío”, hecho para la campaña política de José María Figueres, en el 2022, fue prueba de ello.
“(Fue) El golpe de los medios, de la opinión pública. Golpeando y odiando sin conocerme, sin conocer el contexto”, recordó Eloy.
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El video usaba el suicidio como una metáfora, aduciendo que quienes votaran por Rodrigo Chaves cometerían un suicidio político. El anuncio llegó hasta la Asamblea Legislativa, porque su producción fue financiada de manera presuntamente irregular.
En el Congreso, los diputados concluyeron que esa producción constituyó una donación electoral que no fue reportada debidamente y recomendaron al Ministerio Público hacer una investigación penal.
“Mucha gente hoy no sabe qué fue lo que pasó. Yo fui a la Asamblea Legislativa, fui al Ministerio Público; fui a todos lados a responder como tenía que responder (...) Yo estoy limpio (...) Me compré un carrito que me gusta mucho y hay gente que dice: ‘Se lo regaló Figueres’. Mae, Figueres y yo no somos amigos”, manifestó.
Mora enfatizó en que, de 16 o 17 producciones que hizo para Liberación Nacional, una salió mal porque el equipo del partido lo hizo mal. “Porque se quitaron (de la concepción de la idea), porque lo pagó alguien que no tenía que pagarlo. Todo lo que estaba mal alrededor de ese spot eran ellos, no yo”, agregó.
Afirmó que fue tranquilo, con aplomo y relajado a dar su versión de los hechos a las instancias públicas y formales. “Llevaba la verdad conmigo”, manifestó.
“A mí me ofrecieron plata (...) Si yo hubiera sucumbido, hoy no estaría tranquilo”, expresó.
—¿Le ofrecieron plata para cambiar la versión o para callarlo?
-“Para que yo dijera que el spot lo había hecho yo y el spot no lo hice yo. No fue el partido exactamente (quien hizo la oferta económica). Pero sí algunos de los involucrados lo que me dijeron era: ‘¿Usted podría decir que el spot lo hizo usted?’ Y yo: ‘No, ¿por qué?’ Y fui a todo lado diciendo: ‘No’. Yo fui contratado y aquí están todas las pruebas. Punto".
Al pasar el tiempo, este capítulo en la vida personal y profesional de Eloy lo califica como una bendición. “Quien no sabía que yo estaba haciendo producción a este nivel, ahora lo sabía (...). No fue ‘Salto al vacío’ ni Figueres los que me pegaron el impulso; lo que me pegó el impulso fue que no hay mal que por bien no venga. Que ese despelote se haya armado hizo que muchísima gente supiera que yo me dedicaba a esto y que lo hacemos bien", comentó.
Chico Loco, el álter ego de Eloy Mora
“La gente lo adora. Lo quieren mucho más que a mí y tienen razón: él es mucho mejor ser humano que yo”, dijo sin reparos Mora sobre el personaje más famoso de su historia.
A más de dos décadas de su nacimiento, Chico Loco sigue siendo más que un personaje para Eloy: es su historia, un espejo de sus raíces y un puente que lo conecta todavía con el público.
Después de mucho tiempo de tenerlo guardado en el baúl de los recuerdos y de haber dicho que no lo volvería a interpretar, lo desempolvó y lo llevó a las redes sociales, donde hace lo que quiere y todo lo que Eloy no se atreve o no quiere.
“Es gracioso sin querer serlo. Es honesto, es genuino e inocente. Todo eso es chiva porque se le permite decir casi cualquier cosa, porque desde su inocencia, casi cualquier cosa es permitida”, explicó Eloy, quien habla en tercera persona de Chico Loco, porque eso es, una persona fuera de él.
Eloy se desprende de sí mismo cuando Chico Loco entra a su cabeza. Deja de ser él y está bien, es su liberación.
A sus 46 años, Mora concluye que se construyó entre errores, luces, caídas y recuperaciones, por lo que no mide su éxito con números, sino en aprendizajes... Al final, si algo no está bien, está Chico Loco para ser su escape.
Nota importante: Doce días después de realizada esta entrevista, Eloy Mora solicitó que no se publicara lo referente a la campaña del PLN, pero dado su interés público se procedió a su divulgación.
