La sopa, los tacos, las empanadas y hasta el churchill sacaron sus mejores galas la noche de Halloween para disfrazarse de comida gourmet en la más reciente edición del Amex for Foodies.
El evento culinario también lució diferente ya que se disfrazó de un distinguido street food festival en el que tres destacados chefs dieron rienda suelta a su imaginación con sabores callejeros inspirados en las cocinas de Asia, México y Costa Rica.
La noche de este miércoles 31 de octubre, el restaurante Gallo Rojo, ubicado en Escazú, fue la sede de una fiesta gastronómica única.
El chef Andrés Sandoval, de Gallo Rojo, tuvo como invitados a Rodrigo Montesinos (El Punto) y José Pablo Alvarado (Impar) y entre los tres llevaron a los asistentes por un viaje de la mejor comida callejera internacional.
“Va a ser una noche de sorpresas”, dijo Alvarado. “Existe la creencia de que street food son solo hamburguesas y papas y nuestra propuesta de esta noche es que conozcan la esencia de cada país”. El reto estaba echado.
Desfile de sabores
La velada empezó con acento mexicano con esquites: un consomé de maíz y elote desgranado, con vinagreta de limón y chile. Una creación de Montesinos que llegó acompañada de un chardonnay reserva chileno y que fue el encargado de abrir el apetito de los comensales.
De inmediato, llegó el turno de viajar hasta Asia con todos los sentidos. Llegó un plato con una colorida ensalada con flores incluidas dentro de una bolsa plástica inflada y con unos pinchos de pollo a un lado junto con una salsa agridulce.
Esta propuesta de Sandoval es una ensalada thai, presentada como suele verse con frecuencia en las calles de Tailandia y que incluía papaya verde con camarón seco, tomate cherry y vainicas maridadas también con un chardonnay. Fue todo un espectáculo para los ojos y el paladar.
Costa Rica no podía estar ausente en esta noche y Alvarado sorprendió con una empanada arreglada de camarón y frijol blanco, la cual entró triunfante en un hermoso plato adornada con aguacate, chicharrón molido, ensalada de repollo y mayonesa. En este caso, no podía ser de otra manera, una cerveza fue su acompañante.
Volvimos a viajar a Asia. El chef residente echó mano de dos clásicos. De Taiwán el gua bao y de Vietnam el bánh mì, un sándwich de cerdo con zanahoria, daikon encurtidos, jalapeño y culantro en un exquisito pan que se llevó los halagos de muchos.
La noche se acercaba al final, pero antes haríamos otra parada en tierras aztecas con unos tacos de pulpo asado con aguacate y salsa verde acompañados por un cabernet sauvignon californiano.
Era el momento del postre y un clásico porteño apareció en el salón. Era un churchill con naranja y jenjibre, cajeta de leche y helado de vainilla, una propuesta de Alvarado.