“Acusó al líder de la Revolución Sandinista de abuso sexual. Ahora él es presidente de Nicaragua y ella vive en el exilio”.
El texto que acompaña el póster publicitario de Exiliada no podría ser más explícito. Este filme de denuncia sobre cómo es la vida de Zoilamérica tras haber demandado a su padre adoptivo Daniel Ortega por abuso sexual se estrena en el Cine Magaly este jueves. Viva conversó con Leonor Zúñiga, directora del documental.
–¿Cómo conociste la historia que da pie al documental?
–Tenía 13 años y mi mamá estaba viendo las noticias en canal 2, recuerdo. Era el día en que Zoilamérica estaba en el Ministerio Público haciendo su denuncia contra Daniel Ortega. Recuerdo su cabello negro largo, estaba rodeada de muchas personas que gritaban... Unas mujeres llamaban a Daniel Ortega violador; otros decían que ella era una mentirosa.
“Volví a ver a mi mama, pues toda mi familia fue sandinista en algún momento, para saber su opinión. No recuerdo lo que dijo, pero sé que nunca más volvió a votar por el Frente (Frente Sandinista de Liberación Nacional). Me quedaron muchas preguntas que no me atreví a hacer”.
–¿En qué momento decidiste que esta historia debía ser contada en el cine?
–En el 2015 comencé a estudiar una Maestría en Bellas Artes en Cine Documental en la Universidad de Stanford. Cuando entré pensé que era mi oportunidad para ser más valiente y hacer películas sobre las cosas que tenía atravesadas en la garganta. Tenía años de estar conociendo de amigas muy queridas sus historias de abuso, muchas veces de parte de familiares, y siempre me impactó mucho ver a estas familias, que desde fuera parecían perfectas.
“Entonces quise hacer un documental que explorara la estructura familiar como un lugar de opresión para las víctimas de abuso sexual. Como ninguna de estas personas habían contado públicamente su historia seguí buscando, hasta que un día leyendo una entrevista de Zoilamérica, pensé: ‘bueno, la historia de Zoilamérica es un vivo ejemplo de todo esto que quiero explorar’”.
–¿Cómo lograste construir una relación de cercanía con Zoilamérica para poder llevar a cabo este filme tan intimista?
–Cuando le propuse la idea del documental a Zoilamérica le prometí dos cosas: uno, que nunca le iba a preguntar detalles de cómo había sido el abuso sexual, pues ella ya había escrito un testimonio detallado al respecto y quería alejarme del abordaje de los medios que la revictimizaban preguntándole lo mismo durante 20 años.
"También le prometí que no quería hacer un filme de odio contra sus padres y que los presentara como caricaturas diabólicas, sino que mi interés era realmente desentrañar la cultura de silencio e impunidad. Le conté que había sufrido abuso sexual cuando tenía ocho años por parte de un vecino.
“Creo que todo eso sentó las bases de confianza para que ella sintiera que este era un documental que la iba a tratar como un ser humano, una mujer, una madre con su propia voz. En el caso de su hijo Giordano, él sabía que podía retirarse del documental en el momento que quisiera y podía decirme que cortara cuando no quería ser filmado. Sí me sorprendió lo abierta que Zoilamérica es, pues recuerdo que la primera vez que la filmé me dijo que me podía quedar a dormir en su casa”.
–¿Sentiste temor de ser censurada?
–Claro. Hice la película en absoluto secreto. Comencé a filmarla en el 2016 y la hice pública hasta el 2019. No sabía cuál iba a ser la reacción del gobierno, pero sabía que de enterarse el gobierno podía tratar de dañarme a mí o a ella para impedir que terminara.
“Después de todo, esta era la misma familia que había expulsado del país a la expareja de Zoilamérica y la obligó a ella a exiliarse. Durante la producción, si me escribía con ella o hablaba con alguien de la película, siempre me refería a ella como Ana. Las dos teníamos seudónimos”.
–¿En algún momento sentiste que sufrías autocensura ante la poderosa denuncia que hacés en su película?
–No, porque los temas que me interesaban exploraban el mundo de los sentimientos, de la subjetividad, de lo íntimo. No era una investigación periodística que revelaría los detalles de cómo ocurrió el abuso, sino el mundo interno de Zoilamérica, de cómo una víctima de abuso lidia con una familia que la persigue y castiga por hablar, y cómo ella hace para seguir adelante a pesar de todo.
–¿Has sufrido consecuencias a causa de la publicación de esta película?
–He tenido la suerte de que el gobierno nicaragüense ha ignorado completamente la película, lo cual es perfecto porque esta película no es para ellos, sino para la sociedad. Aún así decidí salir del país para no poner en riesgo mi integridad física y emocional.
“Antes de la crisis ya sabía lo que era que sus grupos de choque me golpearan en la calle por protestar pacíficamente. Trabajé en CINCO (Centro de Investigación de la Comunicación), donde allanaron nuestras oficinas. Tenía prohibido filmar en instituciones públicas y una de las investigadoras de mi productora ya me había dicho en varias ocasiones que la seguían y le tomaban fotos al salir de la oficina”.
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–Algunos podrían clasificar esta cinta como una obra de corte feminista. ¿Qué pensás sobre esa etiqueta?
Cuando comencé a estudiar cine me puse como reto explorar el mundo desde mi punto de vista como mujer, con todo lo que esa construcción de género significaba. Me identifico feminista y espero que mis películas sean un reflejo de esa mirada.
"En este documental esa mirada fue un reto al momento de acercarme a la figura de Rosario Murillo. Durante la filmación muy pronto pude ver que el dolor más grande de Zoilamérica fue la complicidad de su madre con el abuso, pero siempre me recordaba volver a Ortega, como el perpetrador del abuso.
“Hice un ejercicio muy difícil porque cada vez que editaba me decía a mí misma: ‘Este es un documental sobre la estructura familiar como estructura de opresión, no solo sobre esta familia en particular’. Yo creo que la mirada feminista es vital, pero también la de las masculinidades y la de la estructura familiar”.
–¿Qué sentimiento te deja contar esta historia tan fuerte en el cine?
Alivio. Siento que hacer esta película ha sido un parto, y me alegra que vea la luz. Nunca pensé que saldría en el contexto actual, de tanta violencia por parte del gobierno y la familia Ortega Murillo. Creo que este es el momento en que esta película tenía que salir, hoy como nunca antes en Nicaragua y en el mundo ha habido una mayor apertura para hablar del abuso sexual y del abuso de poder.
“Hoy creo que Nicaragua en particular está más abierta a ver la conexión profunda que hay entre un hombre que abusa sexualmente de su hija y una familia que lo encubre, y un presidente que comete crímenes de lesa humanidad y un partido que lo defiende. Ojalá este filme sirva de espejo para ver a nuestras propias familias y preguntarnos qué estamos haciendo nosotros para proteger a las víctimas de abuso sexual en nuestro hogar”.
Exiliada será proyectada del 5 al 11 de setiembre en el Cine Magaly.