
Steve Jobs, conocido por haber cofundado Apple, también jugó un papel crucial en la historia de la animación digital. En 2006, decidió vender Pixar, el estudio detrás de sagas como Toy Story y Los Increíbles, a The Walt Disney Company.
La historia de Pixar se remonta a 1986, cuando Jobs compró una división de computación de Lucasfilm, productora de Star Wars.
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En ese entonces, el empresario se convirtió en el mayor accionista del nuevo estudio y financió mejoras tecnológicas. Esta inversión culminó con el estreno de Toy Story en 1995, el primer largometraje animado por completo con tecnología digital.
A partir de ahí, Pixar lanzó una serie de éxitos como Bichos (1998), Toy Story 2 (1999), Monsters Inc. (2001), Buscando a Nemo (2003) y Los Increíbles (2004). En 2006, llegó Cars, la última producción independiente del estudio antes de concretarse la venta.
En ese periodo, Disney enfrentaba un declive en su división de animación. Los títulos más exitosos de la empresa del ratón eran coproducciones con Pixar. Sin embargo, ambas compañías estaban en desacuerdo sobre los términos de distribución, lo que deterioró su relación.
Fue entonces cuando Bob Iger, quien fungía como director ejecutivo de Disney, propuso una idea arriesgada. Tras analizar la situación, Iger concluyó que comprar Pixar era la forma más rápida —aunque costosa— de recuperar la ventaja competitiva.
En una reunión en la sede de Apple, Iger expuso su propuesta directamente a Steve Jobs, apelando al gusto del empresario por ideas poco convencionales. La respuesta de Jobs sorprendió al ejecutivo: consideró que la propuesta no era tan descabellada como parecía.
“Le dije: ‘Tengo una idea loca. ¿Puedo reunirme contigo y hablar de ella?’. Todos los que conocían a Steve sabían que si decías que tenías una idea loca, te escuchaba enseguida”, reveló Iger. En otras palabras, él captó la atención de Jobs de inmediato. Y cuando finalmente compartió su idea “loca” con el fundador de Apple, su respuesta fue simple: “No es tan loca”.

Jobs evaluó detenidamente las ventajas del acuerdo. Reconoció que, aunque perdería el control absoluto sobre Pixar, mantendría poder de decisión dentro de Disney. Esto le permitió integrarse al consejo directivo y convertirse en su mayor accionista individual.
La operación le otorgó libertad para concentrarse en su otra gran apuesta: la tecnología. Poco tiempo después, Apple presentó el primer iPhone, el dispositivo que cambiaría para siempre la telefonía móvil y el mercado global.
Tras el fallecimiento de Jobs en 2011, su viuda Laurene Powell Jobs heredó las 138 millones de acciones que él poseía en Disney. En 2017, redujo su participación al 4% mediante el fideicomiso Powell Jobs Trust.
El acuerdo entre Jobs e Iger no solo salvó a Disney, sino que también consolidó a Pixar como un pilar fundamental del cine animado. Desde entonces, el estudio ha ganado 11 premios Óscar a Mejor Película de Animación y se mantiene como un referente global en el sector.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
