Cada semana, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) difunde decenas de imágenes de personas cuyo paradero se desconoce. Algunos, con suerte, regresan a casa. De otros, nunca más se vuelve a saber nada.
Han pasado dos años desde que la fotografía de Donny Avendaño Vielma, un venezolano de 42 años refugiado en Costa Rica desde 2018, fue difundida por las autoridades. Hoy, sus familiares y allegados siguen sin tener respuesta oficial sobre su paradero.
Su madre, Alide Vielma, vive en Venezuela y la desaparición de Donny le duele igual que el día en que perdió contacto con él. Se llena de impotencia al hablar del caso y, entre lágrimas, dice tener “las manos atadas”.
No puede llegar a Costa Rica, pues no tiene el dinero para venir y tampoco los documentos necesarios para viajar. A pesar de ello, lo busca a diario desde la distancia. Sigue creadores de contenido que recorren el país, pausa el video y rebusca entre los rostros de los transeútes. La fe, dice, mueve montañas.
También está pendiente de las noticias, con la esperanza de que algún día dará con su paradero.
“Tenemos fe de que él está con vida, porque él es bueno, porque Dios lo ha protegido. Estamos esperando, seguimos confiando, no nos damos por vencidos. (...) Mi hijo está esperando y él sabe que su madre está orando, que su madre quiere hacer muchas cosas y no puede hacerlas”, expresa.
Tras dos años, asegura que no hay día que no se levante pensando en él, ni noche que no se vaya a dormir sin pedirle a Dios, en quien se apoya a diario, que Donny se aparezca en sus sueños y, por ahí, le envíe una señal de que está bien.
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“Era el paño de lágrimas cuando me sentía triste”
Marwin Arias es venezolano y trabaja en una barbería en Costa Rica. Conoció a Donny en 2018, seis meses después de haber llegado desde Venezuela. En ese entonces, Donny trabajaba y vivía en un restaurante, y fue allí donde coincidieron.

“Hicimos una conexión de amistad”, recuerda Marwin.
Solían verse ahí para comer y charlar, pero poco tiempo después, el sitio cerró sus puertas. Donny perdió su trabajo, su casa e incluso se cuestionó su estancia en el país.
“Dijo que se iba a ir, que aquí ya no hacía nada. Estaba sin trabajo”, cuenta Marwin.
En ese momento, Marwin alquilaba un pequeño apartamento de dos cuartos y uno estaba desocupado. Sabía que Donny mantenía a sus dos hijos en Venezuela y le ofreció alojamiento mientras conseguía empleo y reunía lo suficiente para asegurar su propio lugar.
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No está claro cuánto tiempo permaneció allí, pero pronto consiguió trabajo en el Anfiteatro de Villa, en Ciudad Colón y con su primer salario alquiló un pequeño cuarto a solo 2,6 kilómetros del trabajo.
Poco a poco Donny fue ascendiendo en el Anfiteatro hasta llegar a ser jefe de personal. Cada vez tenía más responsabilidades y perdieron contacto, aunque siempre sabían el uno del otro, evoca Marwin.
Su madre, Alide, se comunicaba con él con regularidad. Dos meses antes de su desaparición, Donny le contó que estaba tramitando su pasaporte para viajar a Venezuela, ver a sus hijos y verla a ella. Eran muy cercanos.

“Mi hijo era ese paño de lágrimas cuando yo me sentía triste, cuando yo me sentía mal, él estaba ahí. Desde que era un niño de tres o cuatro añitos. Después de grande siempre estaba pendiente de mi”, recuerda.
Marwin asegura que su amigo había solicitado una liquidación anticipada para pagar el viaje a Venezuela y ese 4 de julio de 2023, el día que desapareció, la liquidación estaba lista para que él la recibiera. Donny no alcanzó a retirar el pago, tampoco logró recoger el pasaporte.
“Madre, te amo. Estamos en contacto”
Su madre estaba en Chile el día que se perdió su rastro. Esa mañana acompañaba a una de sus nueras, que estaba a punto de dar a luz. Le contó a Donny que pronto nacería su sobrino, y él le respondió con un audio que hoy la estremece. Solo así puede escuchar su voz.
“Bendición, madre, ¿cómo estás? Yo me encuentro bien, estoy en el trabajo. ¡Y muy buena noticia! ¿Ya tiene los nueve meses? Wow, qué rápido pasa el tiempo. (...) Le dice a mi hermano que le envío fuerzas y que estoy con él. Madre, te amo. Estamos en contacto. Ahorita voy a estar algo ocupado, entonces tal vez no pueda responder mensajes, ni llamadas”, dijo entusiasmado.
Donny tenía el día libre y, como era usual, dedicaría varias horas a hacer diligencias. Ese día; sin embargo, pasó por el Anfiteatro a dejar a su pareja, Wendy Chavarría, quien también trabajaba ahí. Tenía en sus planes polarizar las ventanas del carro y cortarse el pelo donde su amigo, Marwin, pero nunca llegó.
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El vehículo que conducía, un Mitsubishi Outlander blanco con placa BLN-966, modelo 2017, que había sido adquirido por su pareja, también desapareció.
En declaraciones a La Nación, en abril de 2024, Chavarría sostuvo que Donny entregó el vehículo para recibir dinero y salir del país. “Estoy segura de que él está en Venezuela y que tiene contacto con su familia allá”, alegó.
Su madre, Alide, refuta la teoría. Donny no se llevó sus pertenencias con él, y en un mes viajaría a Venezuela a ver a su familia, lo había anhelado desde que dejó el país, dice Alide.

Además, el mismo día de su desaparición, las tarjetas bancarias que portaba el joven fueron utilizadas en sitios que, de acuerdo con sus allegados, nunca frecuentaba. Un cobro se registró en Purral (Goicoechea), en un McDonald’s cercano al Hospital San Juan de Dios y, más tarde, para adquirir tres celulares en un establecimiento de la capital. Asimismo, habrían sido utilizadas para hacer compras en un supermercado en Coronado.
A su madre llegó información de que una cámara en Coronado captó a dos personas abordando el vehículo que conducía su hijo. La última ubicación registrada por su teléfono fue en Cartago, en las cercanías del Paseo Metrópoli, en la zona franca.
“Le he pedido al Señor que no me lo hayan matado, que no me lo hayan enterrado en alguna parte, que no me lo hayan lanzado en una montaña”, dice su madre.
En apariencia, allegados a Donny habrían recibido intimidaciones de una persona cercana a él, quien habría solicitado que dejaran de indagar sobre el caso. Por ahora, todo son rumores que llevan a sus amigos a sospechar incluso de un posible secuestro.
A Patricia Fuenmayor, madre de Marwin, la desaparición de Donny la inquieta. “Era tan dulce. Lo pienso mucho. Me pregunto dónde está, dónde quedó Donny. Él estaba enamorado de su trabajo, es un muchacho tranquilo”, dice.
El jefe de Donny en el Anfiteatro, Benito Dessard, concuerda. Lo describe como “humilde, especial y sin vicios” y continúa a la espera de información por parte de las autoridades. “Temo inclusive que ya hayan cerrado el caso. (...) El milagro más grande sería ver que aparezca Donny, de frente, vivo y hablando”.
Alide, por su parte, fustiga que ningún agente del OIJ se haya puesto en contacto con ella en los últimos dos años.
“Yo sigo confiando en que él está con vida, porque si Dios le ha dado la oportunidad a gente mala, que ha violado, que ha matado, que ha hecho tanta maldad, ¿cómo no voy a creer yo que le va a dar la oportunidad a mi hijo?”, agrega.
Ante una consulta de este medio, el departamento de prensa del OIJ informó que remitió un informe del caso a la Fiscalía de Pavas. El el 17 de julio, La Nación solicitó al Ministerio Público detalles sobre la desaparición de Donny. Al cierre de esta nota respondieron que, según su sistema de gestión, no existe registro de causas relacionadas con la persona de interés.
