
Durante los últimos tres años, el edificio Rofas, sobre el Paseo Colón, enfrente del Hospital San Juan de Dios, ha sido uno de los muchos inmuebles que permanecen desocupados en San José. Alguna vez fue un punto de referencia, un símbolo de actividad y modernidad. Hoy, su fachada muestra el paso de cinco décadas y sus pisos altos permanecen vacíos, aunque no por mucho tiempo más.
Sus desarrolladores esperan que el edificio contribuya a revivir el corazón de la capital y reactivar una zona que, desde hace más de dos décadas, comenzó a perder su atractivo.
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Entre el bullicio de los buses, los semáforos que avalan el paso de peatones, y las conversaciones entre quienes aguardan en fila el transporte público, irrumpen ya los sonidos de los taladros y los martillos. A través de sus ventanas se asoman los cascos amarillos de trabajadores que, subidos en andamios, van removiendo uno a uno los ventanales del emblemático edificio esquinero.
Paredones de lata impiden ver hacia adentro desde su entrada principal, y al mirar arriba, solo quedan restos dispersos del rótulo, que desde 1974 publicitó el sitio. Al asomarse tras las verjas, sobre la calle 16, se revela un poco más de lo que ocurre en su interior. El esqueleto de las gradas eléctricas que conducían a lo que en algún momento fueron oficinas, está cubierto de un polvo blanco que lejos de sugerir abandono, anticipa el cambio.
La desarrolladora Genera, anunció el pasado 11 de noviembre que invertirá $1,2 millones para convertir el edificio Rofas en un espacio “moderno, eficiente y sostenible”. El inmueble tendrá la capacidad de albergar hasta 1.600 personas en sus cuatro plantas superiores, las cuales se destinarán a oficinas, call centers y centros de negocio.
“La llegada de entre 1.500 y 1.600 trabajadores diarios contribuirá a reactivar el comercio local, aumentar la seguridad mediante una mayor presencia peatonal y promover una percepción positiva del centro urbano”, se consignó en el comunicado de prensa.
La remodelación, que culminaría en marzo del 2026, propone un cambio total de la fachada y de los sistemas electromecánicos y de seguridad, además de mejoras en ventanería, eficiencia energética y sistemas de ahorro de agua.
Así lo explicó a La Nación Ignacio Gómez Saavedra, gerente general de la desarrolladora y representante legal de la sociedad anónima propietaria del edificio.
El inmueble generará empleo y saldrá de la lista de 441 edificios desocupados o parcialmente desocupados que, según determinó la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tecnológico de Costa Rica (TEC), en mayo pasado, abundan en 100 cuadrantes del casco central.

Dinamizar San José
En los últimos 20 años, distintas oficinas ocuparon los pisos superiores del edificio. Incluso, entre sus paredes se ubicó la plaza de comidas Rofas, que cerró sus puertas producto de la pandemia. La salida del último inquilino que ocupó los niveles altos se anunció en octubre del 2020, cuando el Ministerio de Educación Pública informó que trasladaría sus oficinas a la Torre Mercedes.
Entonces, la desarrolladora Genera anunció que invertiría $10 millones para darle una nueva cara al edificio, pero el proyecto no se concretó.
Según explicó Gómez a La Nación, la pandemia pausó la propuesta y obligó a reajustar los diseños a las nuevas tendencias en los espacios de trabajo. La empresa, ahora, anunció la posibilidad de alquilar un piso completo o dividido en espacios de distintas dimensiones.

“Estamos buscando dinamizar y llevar a San José en la dirección correcta, abriendo espacios de trabajo (…). Eso nos va a ir permitiendo recuperar el espacio público en las inmediaciones de Rofas y, a su vez, traer un beneficio para los comercios aledaños”, indicó.
Al día de hoy, solo algunos locales permanecen en la planta baja. Un outlet y panaderías como Granier, Merayo y Musmanni, frecuentadas por trabajadores y personal de salud, solo verán intervenidas sus fachadas, sin cambios en sus espacios interiores.
A estos locales, afirmó Gómez, los acompañarán, a partir de marzo, las franquicias Popeyes, Krispy Kreme y Burger King.
Para el gerente de la desarrolladora, el centro de la capital tiene mucho que ofrecer, como facilidad de transporte, acceso a servicios y una gran variedad de comercios. Sin embargo, concuerda con que el principal reto para los propietarios de viejos inmuebles es atraer inversión mientras el centro se vacía.

El reto de repoblar la capital
“Nos ha tomado demasiado tiempo hacer lo que debimos haber hecho hace tiempo”, afirmó el ingeniero civil y fundador del Programa de Investigación en Desarrollo Urbano Sostenible (ProDUS) de la Universidad de Costa Rica, Rosendo Pujol.
Para el experto, el negocio inmobiliario de transformar la ciudad puede generar muchas ganancias, pero, a la vez, es sumamente riesgoso.
Entre el 2019 y el 2024, 6.296 negocios renunciaron a sus patentes, según datos brindados por la Municipalidad josefina. Aunque los ceses crecieron durante la pandemia, continuaron en los años posteriores.
Personas que antes habitaban el centro se han movilizado hacia zonas más alejadas, mientras que otras han abandonado el casco urbano por la inseguridad que aqueja a la capital.
El municipio afirma tener un plan de repoblamiento para atraer residentes y, en conjunto con instituciones como el TEC, se han buscado alternativas de diseño para revitalizar las edificaciones que llevan años desocupadas.
Tomás Martínez, coordinador del programa Reactivación Inmobiliaria del Centro Histórico (RISE) del TEC, explicó que, pese a que el Rofas no es uno de sus proyectos, sí es producto de la participación en mesas técnicas convocadas para discutir el futuro de la capital.
“Todo lo que sea inversión nueva en San José es positivo”, recalcó.
Como parte de la iniciativa para repoblar los edificios desocupados, RISE ha brindado a los propietarios de los inmuebles una propuesta para recrear espacios habitacionales con el objetivo de atraer inquilinos.

Sin embargo, para algunos dueños, renovar las estructuras y adecuarlas a la normativa vigente es muy costoso. Además, afirman no tener garantía de un retorno, producto del creciente deterioro en el casco central.
Así lo manifestó a este medio, en setiembre pasado, Uri Rudelman, administrador del edificio América, cuyas plantas altas llevan más de 10 años desocupadas y cuyos ventanales colapsaron ese mismo mes producto de los fuertes vientos.
Otra propuesta que apuesta por repoblar el centro surgió a finales de octubre, con la aprobación de un reglamento de vivienda en el Concejo Municipal de San José, que pretende que el ayuntamiento compre edificios subutilizados en la ciudad y los habilite como apartamentos para alquilarlos. Al 27 de octubre, la municipalidad no había definido los recursos presupuestarios para su ejecución.
