Por años, Pilar Orellana Gallardo soñó con una vejez en calma. “Mis planes eran disfrutar mi pensión”, dice con voz firme, pero enseguida recalca, casi como quien intenta convencerse de lo inevitable: “eran”.
Ese verbo en pasado resume todo lo que el agua se llevó este jueves por las inundaciones en pleno centro de San José. Sus pertenencias, su casa afectada. También la sensación de seguridad que había construido durante más de cinco décadas en Barrio Dent, donde vive desde hace 54 años.
Este jueves, el rugido del agua rompió la rutina del vecindario.
En cuestión de minutos, las calles se transformaron en ríos, los portones eléctricos cedieron, los carros flotaron y las casas se llenaron de barro. Pilar no pudo hacer más que mirar cómo el agua avanzaba sin freno.
Ella misma contó que debió subirse al techo.
“Tuve que entrar por otro lado, cuando esto pasó estaba fuera de la casa en una diligencia. No pudimos hacer nada y tuve que subir al techo con una escalera que me ayudó un vecino porque tal era la cantidad de agua que era el sitio más seguro para esperar”, detalló.

El desastre no fue sorpresa
Pilar recuerda que entre los años setenta y noventa las inundaciones eran frecuentes, pero el problema se solucionó cuando se construyó un sistema de desfogue pluvial que desviaba la quebrada Los Negritos hacia el río Torres. “Desde 1995 hasta el año pasado vivimos tranquilos y felices”, cuenta.
“Son pérdidas totales, carros, portones eléctricos destruidos, viviendas desechas. El agua reventó todo. Hay daños estructurales peores que un sismo; hemos sentido temblores fuertes, pero jamás un daño tan grande”, relata mientras, con una escoba en mano, intenta sacar los últimos restos de agua de su sala.
Esa paz se quebró en 2022, cuando el desfogue colapsó. Desde entonces, los vecinos han advertido del riesgo. “Se sabía que ese túnel tenía problemas. Pero siempre la misma respuesta: no hay plata”, lamenta.
Hoy, en lugar de disfrutar su retiro, Pilar encabeza una nueva batalla. Si antes sus previsiones eran de tranquilidad, ahora son de visible indignación.
“Soy presidenta de la Asociación de Vecinos de Barrio Dent y miembro del Comité Cantonal de Emergencias. Vamos a unirnos para buscar acciones legales, porque esto ya es demasiado”, asegura con determinación.
A su alrededor, otras familias viven el mismo drama. En Barrio Dent y Escalante, casi dos decenas de hogares quedaron bajo el agua. Los vecinos hablan de pérdidas totales, de muebles flotando y de calles convertidas en corrientes imposibles de cruzar.
El Instituto Meteorológico Nacional (IMN) prevé que las lluvias continuarán.
La Zona de Convergencia Intertropical mantiene condiciones inestables que favorecen nuevos aguaceros en el Valle Central, la Zona Norte y el Pacífico.
A pesar de la destrucción y la frustración, Pilar y sus vecinos han encontrado un respiro en la solidaridad vecinal.
Entre todos comenzaron a limpiar, intercambiar información y detalles de los daños, rescatar bienes y apoyarse en lo que podían. Y, recordó Pilar, interponer acciones legales.
