Corredores y Osa, Puntarenas. “Yo perdí todo, no le deseo a nadie ver que la casa está llena de agua, que los animales estén muertos y las cosechas se pierden. Es duro y cuesta retomar la calma, por eso ahora tenemos mecates y bloc, para hacer una camita para subir las cosas, aunque no se puede medir qué tan alto llegará el agua”.
Con esas palabras describió Dayana Porras, vecina desde hace dos años de Los Castaños, en Corredores de Puntarenas, su sentir a pocos días de que comiencen las lluvias más fuertes en la zona.
Ni ella ni el resto de lugareños se han repuesto totalmente del impacto de la tormenta Nate, que los golpeó fuerte un año atrás, en octubre de 2017.
Esa es una de las razones por las que desde ahora se preparan para que eventuales emergencias no los vuelan a dejar sin nada. Tienen mecates que soporten artículos pesados, bloques en el patio de las casa, cerchas gruesas en los techos y cunetas recién hechas para desviar el recorrido del agua llovida durante octubre y noviembre.
Con esas medidas intentarán asegurar la mayor cantidad de pertenencias, poniéndolas en altura, por si se registran nuevas inundaciones.
En Los Castaños hay un canal de riego y el río Corredor rodea el pueblo, eso hace que con lluvias fuertes se presenten desbordamientos que afectan la mayoría de las casas de la comunidad, al tiempo que se pierden cultivos y mueren animales.
Durante la época seca, contó Porras, los vecinos se organizaron para limpiar los caminos y canales, de tal forma que puedan atenuarse los impactos.
El 4 y 5 de octubre del 2017, fecha en la que Nate afectó al país, los caminos de Los Castaños y pueblos aledaños como Las Pangas, La Central Campesina, Pueblo Nuevo y Coto 47 quedaron cubiertos de agua, que subió más de un metro.
“La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) vino en vagonetas y nos sacó, en ese momento ya no había paso para ningún lado, pero nos llevaron al albergue y ahí estuvimos por un mes y 15 días”, relató Porras.
Para conseguir ayuda económica el proceso fue lento, según cuenta. Siete meses después obtuvo dinero para reponer electrodomésticos, platos y otros artículos elementales que perdió en aquel momento. Actualmente, ella vive con su hermana menor de edad y dos niños más.
Saturnina Serracín habita en Coto 47, donde tiene una pulpería. Con la llena de Nate tuvo que abandonar su casa por primera vez. Reponerse económicamente de las pérdidas en el negocio ha sido difícil, según comentó.
“Tengo 18 años de vivir acá y ahora ha sido complicado, muy poca gente pasa por acá y la gente compra solo lo necesario”, mencionó.
Cerca de esa pulpería, vive Orlando Trejos y su esposa Hilda Trejos. A diferencia de Porras y Serracín, la pareja se quedó en casa hace un año, ya que está en una zona más alta y eso les evitó daños graves. Sin embargo, las plantaciones de palma y el ganado sí tuvieron afectaciones y desde aquel momento no han podido sembrar de nuevo arroz.
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Agricultor de Corredores: Nosotros nunca salimos, pero con la tormenta perdimos la cosecha
Felipe Gorgona y su familia viven en Los Castaños y cuando llegaron, hace 40 años, decidieron construir la casa sobre pilotes por temor a las inundaciones.
Fue esa previsión tomada mucho tiempo atrás, lo que les permitió quedarse en la vivienda cuando llegó Nate, en octubre pasado. Ellos se mantuvieron a salvo en la casa, pero cuando el agua bajó, se percataron de que perdieron toda la cosecha.
Doce meses después, Gorgona sigue sin reponerse y aunque intentó sembrar ayote para ganar dinero, afirma que no tener mercado se ha convertido en un obstáculo.
“Nate nos afectó los productos, se perdió la palma y ahora no tenemos mercado para el ayote. Por otra parte, esperar que el comerciante invierta en arroz es difícil”, narró Gorgona.
De acuerdo con los datos que manejaba el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a finales de noviembre del año pasado, la zona Brunca (Pacífico sur) fue una de las más perjudicadas con la tormenta.
En ese momento las pérdidas agrícolas y pecuarias en todo el territorio costarricense se estimaron en ¢16.578 millones y solo en la región Brunca el perjuicio fue de ¢6.326 millones.
Al cierre de la nota no fue posible conocer el tipo de ayuda que se gestionó para la zona ni tampoco si ya se ejecutó o está pendiente.
Alcalde de Corredores: ‘Monitoreamos diferentes comunidades’
Un año después de uno de los desastres naturales más fuertes que ha tenido Costa Rica en la última década, Carlos Viales, alcalde de Corredores, dice sentirse satisfecho por el apoyo que ha recibido de parte de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y por el avance en las labores de primer impacto.
Empero, sabe que todavía hay mucho por hacer con el objetivo de brindar mayor tranquilidad a la población.
“Monitoreamos diferentes comunidades y nos mantenemos en contacto con los vecinos cuando hay lluvias torrenciales, para estar vigilantes”, aseveró Viales.
Actualmente, explicó, trabajan en la limpieza del cauce del río Corredor y en la conformación de diques en Abrojo para mantener la situación lo más controlada posible.
“Estoy satisfecho por la coordinación que hemos mantenido con la CNE, especialmente con las solicitudes de primer impacto. De momento la época lluviosa no ha generado emergencias graves y no hemos tenido que habilitar albergues”, enfatizó Viales.
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Llantas salvadoras
A 89,5 kilómetros de Corredores, en Palmar Sur de Osa, los impactos de Nate también afectaron viviendas y plantaciones.
En finca 6, por ejemplo, Socorro Araya perdió la refrigeradora y la lavadora, artículos que no pudo subir a la segunda planta de su casa, donde hospedó por varias horas a vecinos.
Su hijo, quien vive a la par perdió todo. Luego de la tormenta tuvo que iniciar de cero.
“Nosotros nos quedamos acá, no salimos. A una de las vecinas apenas se fue le robaron todo, por lo que nosotros preferimos quedarnos cuidando lo poquito que nos quedaba”, relató Araya.
En la entrada de Palmar Sur, Humberto Carvajal reconoce que tener una tapia de llantas que construyó desde que llegó al pueblo en el 2000 evitó una tragedia en su llantera, su casa y la de sus vecinos.
Actualmente, el terreno está socavado, por lo que teme que una crecida en las próximas semanas del río Grande de Térraba cauce más inestabilidad en el sitio. “Las llantas me salvaron a mi familia y los vecinos. El agua subió más que otras veces, pegaba en la ventana”, manifestó Carvajal.
Morgan Porras, cuya familia tiene una soda a la par de la llantera, afirmó que es consciente de que una llena similar a la de octubre anterior no será retenida por los hules y recordó que, en aquel momento, amigos suyos que habitan en las fincas pasaron hasta dos o tres días en los techos de las casas.
Ciudad Cortés tampoco se libró del impacto de la tormenta, que fue considerada en enero de este año como el desastre natural que dejó las reparaciones más costosas para el país.
Jerarca municipal de Osa: ‘Hay un gran temor de la gente’
El alcalde de Osa, Alberto Cole, reconoce que tanto en Palmar Sur como en Ciudad Cortés y otras comunidades cercanas, la población vive inquieta, consciente de que la fuerza del río Grande de Térraba puede hacer estragos con precipitaciones fuertes.
“Hay un gran temor de la gente porque estamos en la época lluviosa y no hay protección. Hay que reconstruir los diques, porque en el Térraba, por ejemplo, se partió en siete partes. Además, hay que dragar los canales y esas son tan solo medidas paliativas”, explicó.
El jerarca municipal reconoce que todavía no se han repuesto de otros fenómenos que golpearon la comunidad antes de Nate y es consciente que por la geografía de la zona no debería haber personas viviendo en Ciudad Cortés.
Desde 1997, durante la administración de José María Figueres, se supo que lo mejor era deshabitar la comunidad, pero hoy, 21 años después, decenas de familias tienen su propiedad allí.
Asimismo, Cole sabe que pese a que las personas pierden todo, regresan al mismo sitio, porque no tienen otro lugar para instalarse.
“Con otras llenas se veían afectadas unas 40 cuadras en Ciudad Cortés, con Nate llegamos a más de 60 cuadras anegadas, entre 1.000 y 2.000 casas”, dijo Cole.
Agregó que en Sierpe y Drake todavía hay problemas en los accesos y que las condiciones de los caminos son difíciles.
El paso de la tormenta Nate por Costa Rica, el 4 y 5 de octubre del 2017, dejó 14 fallecidos en diferentes partes del país, 76 cantones afectados, 11.517 personas trasladadas a albergues, así como daños considerables en carretera, según datos de la CNE divulgados en enero de este año.
Según el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), los daños en las vías fueron de proporciones titánicas ya que algunos tramos de vías desaparecieron, puentes se socavaron y derrumbes afectaron a seis de las siete provincias del país.
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