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Diez horas después de la erupción de este domingo, el cráter del volcán Turrialba seguía humeante. Foto: Cortesía de Reina Sánchez/SINAC.
Varios vecinos de La Pastora, La Central y Monte Calas, en las cercanías del volcán Turrialba, escucharon la madrugada del domingo un fuerte retumbo y poco después notaron caída de cenizas en un rango de dos a tres kilómetros hacia el suroeste del cráter.
De acuerdo con Javier Pacheco, investigador del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) las lluvias de los últimos días generaron esa erupción hidrotermal a las 12:18 a. m., la cual levantó una columna de ceniza y gases de aproximadamente 300 metros.
“Fue una explosión bastante fuerte, porque el sonido lo oyeron vecinos de zonas cercanas. La cantidad de ceniza fue poca y no viajó mucha distancia”, acotó.
Según el científico, esta es la primera erupción de este año en ese volcán y no se descartan otras.
El fondo del cráter todavía tiene rocas por encima de los 500 grados Celsius, que reaccionan al entrar en contacto con el agua.
Como el sistema hidrotermal del coloso se saturó por las fuertes precipitaciones y el agua llegó hasta la roca caliente, inmediatamente se evaporó de golpe y produjo esa erupción.
La energía que activa estas explosiones proviene del magma que subió en el ciclo eruptivo ocurrido entre el 2010 y el 2018.
“Todos los volcanes son reservas de agua, tienen acuíferos muy grandes. En el Turrialba, al cesar la subida del magma, el acuífero se va recuperando. Al entrar el agua, genera presión en el sistema y esa presión abre grietas por donde pasa el líquido hasta llegar a la roca caliente”, dijo.
Desde la semana pasada los guardaparques y vecinos han escuchado retumbos, los cuales también quedan registrados en las estaciones sísmicas cercanas, pero el de este domingo fue mucho más potente.
El agua hirviendo, vapor, barro y fragmentos de roca fueron erupcionados y lanzados hasta varios kilómetros.
Se estima que el cuerpo caliente de ese volcán está a menos de 500 metros de profundidad.
Pacheco afirmó que el retumbo del domingo fue tan fuerte que incluso quedó registrado en una estación de infrasonido que el Ovsicori tiene en Alajuela, en las faldas del Poás.
“Con la erupción se produce una onda de sonido, el cual viaja a 340 metros por segundo y eso es lo que la gente oye”, acotó.
El acceso de turistas al mirador del volcán Turrialba sigue abierto, pues está a distancia prudencial del cráter. Además, en el trayecto hay refugios para protegerse ante cualquier eventualidad.
El monitoreo del Ovsicori permite avisar por radio a los guardaparques en caso de que se note algún peligro.
De momento, estas erupciones son parte del proceso del volcán hacia su estado de reposo y no se trata de alguna reactivación.
La actividad podría seguir, pues la temporada lluviosa apenas está en su inicio y cuenta con el refuerzo que generan las ondas tropicales.
Riesgo para visitantes furtivos
Pacheco afirmó que la ceniza y los gases, principalmente dióxido de carbono (CO2), salen a temperaturas muy altas y quienes llegan de forma ilegal a la orilla del cráter, se exponen a consecuencias graves.
“Las personas que ascienden ilegalmente no saben qué es lo que está pasando y estas erupciones no avisan. Ocurren de un momento a otro y la gente pone en riesgo su vida, pues el CO2 es gas magmático muy nocivo”, explicó.
El CO2 es más pesado que el aire. Una persona sin equipos no advierte su presencia, pues ese químico no tiene color ni olor. Cuando hay salidas de grandes cantidades, el CO2 desplaza el oxígeno por un tiempo, pues es más pesado que este último, de forma que la personas expuestas de pronto se encuentran en ambientes sin oxígeno, lo que pone en peligro su salud y su vida.
Pacheco afirmó que pasarán varios años para que el cuerpo caliente del Turrialba se enfríe, de modo que durante las estaciones lluviosas, se van a repetir este tipo de erupciones.
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Desde San Antonio de Santa Cruz, Turrialba, a las 5:58 a. m. del domingo persistía una efusiva emanación de gas en la cima del coloso. Foto: cortesía Ellieth Romero A.