Upala y Bagaces. En el centro de Upala, en Canalete y Bijagua todavía se ven muchas casas y negocios a la orilla del río Zapote, el mismo que hace un año arrasó con todo a su paso alimentado por los aguaceros que trajo el huracán Otto.
Ahí se quedaron a pesar del riesgo y los malos recuerdos porque mayor es la desesperación por la maraña de trámites, listas, papeleo, reuniones, acuerdos, desacuerdos, firmas, y sellos que les exigen las entidades que supuestamente les ayudarían a buscar una solución.
En el bar Bajo Mundo, colindante con un recodo del Zapote, incluso algunos de los troncos arrancados por la avalancha un año atrás, ahora sirven de bancas en la barra del negocio.
En aquel cantón alajuelense son 77 las familias que están en ese limbo, pero el número es mayor en Bagaces, cantón de Guanacaste, donde hay 86 que se quedaron sin casa y, por ahora, sin soluciones.
También en Santa Cecilia de La Fortuna, en Bagaces, al menos cuatro familias permanecen a orillas del río Blanco, en una zona declarada inhabitable por la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
Los que pudieron se fueron, pero muchos propietarios rehúsan salir. Primero, porque es lo único que tienen y, en segundo lugar, porque quieren confiar en que los trabajos realizados en ríos y quebradas son suficientes para evitar otra tragedia como Otto, que cobró la vida de 10 personas en esos dos cantones.
El huracán tocó tierra en el Caribe de Nicaragua con vientos de más de 180 kilómetros por hora el jueves 24 de noviembre del 2016, poco después arribó a suelo costarricense por el cantón de Los Chiles, Alajuela, y salió a las 10:22 p. m. por el golfo de Papagayo, Guanacaste. Aquella fue la primera vez en la historia que un huracán atravesaba el país.
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Además de los 10 fallecidos y las cuantiosas pérdidas en infraestructura,1.600 casas quedaron con daños totales y parciales por el paso del ciclón.
“Yo no tengo para dónde irme”, dijo Franklin Arias Barahona, albañil de 51 años, quien tiene 40 años de vivir a unos 15 metros del caudaloso río Blanco, en Santa Cecilia. Su casa quedó muy afectada, pero el hombre sigue ahí con su hijo de 15 años.
María Fernanda Méndez Obando está en la misma situación. Con la emergencia, ella y su madre perdieron todos los enseres por el golpe del río Zapote, pero no les queda más que quedarse porque lo que su mamá gana en comercio no les alcanza para más.
Mientras mecía a su hija Valeria, esta ama de casa, vecina de Rosario de Canalete, recordó que para el momento del huracán su pequeña estaba recién nacida.
Papeles extraviados
“A mí ni siquiera me tenían en la lista original enviada al Ministerio de Vivienda”, dijo Jenifer Barboza Alvarado, de 24 años, vecina de Unión Ferrer en Fortuna de Bagaces.
Cuando pasó el ciclón ella apenas pudo escapar con su hijo Matías y su pareja por un boquete de la casa. La correntada de lodo, piedras y palos que bajó de noche por la ladera oeste del volcán Miravalles sepultó a su madre, a su hermano y a su padrastro.
La casa y otras tres que colindaban con el complejo turístico Thermomanía quedaron destrozadas.Frente al establecimiento todavían quedan 15 estructuras marcadas por el barro y la destrucción que evidencian la fuerza con que la naturaleza golpeó a los bagaceños.
“Los trámites de la vivienda han estado bastante difíciles. Mi expediente estaba en las primeras listas que se levantaron, pero se extravió y no llegó a San José. Envié cartas y vinieron a una reinspección en la que constataron que de mi casa solo quedó el piso”, afirmó Barboza, quien trabaja en la cocina del complejo turístico Guayacán, en Unión Ferrer.
Ella es parte de las 66 familias a las que el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) les ha extendido durante este año el dinero para pagar alquiler mientras se les soluciona el problema. Esa entidad ha invertido más de ¢43 millones en subsidios para alquiler temporal a los afectados por el huracán Otto.
Los alcaldes Juan Bosco Acevedo, de Upala, y William Guido Quijano, de Bagaces, coinciden en que el problema de vivienda ha sido de los más difíciles de resolver.
En Bijagua de Upala ya tienen listo un terreno ubicado 300 metros al sur del colegio de la comunidad donde se levantarán unas 16 casas y un parque infantil.
Las estructuras serían de unos 48 metros cuadrados y estarían listas a inicios del año entrante porque se usará material prefabricado, informó Juan Carlos Camacho, de la Asociación de Desarrollo de Bijagua.
El lote se adquirió gracias a que la Asociación Solidarista de la empresa Procter and Gamble donó ¢31,7 millones. Diez de la casas serán edificadas con una donación de la Purdy Motor, mientras que las otras seis con un bono de vivienda.
Eraida Martínez, vecina de la cuesta de los Pichardo, también en Bijagua, dice que su hijo Rolando Pichardo, está enlistado como uno de los beneficiarios de esas casas.
De la vivienda de Rolando no quedó nada. Él se salvó pero su esposa Kattia Vanesa Argüello, de 30 años, y su hija Bianca, de año y nueve meses, perecieron.
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Rolando, de 28 años, vive con sus padres a pocos metros de donde vívía su familia. Esa casa también estuvo a punto de ser arrastrada.
“Para él sido muy duro. Al principio se sentaba en una banca del corredor y se quedaba viendo el terreno donde vivió con su familia. Uno ha aprendido a vivir con ese dolor”, dijo Martínez.
La Fundación Promotora de la Vivienda (Fuprovi) les hizo el estudio a otras 30 familias de Upala y calificaron para una solución, por lo que se está buscando una propiedad adecuada, ya que en Upala centro no hay terrenos disponibles, según manifestó el alcalde.
Todavía quedan unas 21 familias pendientes de respuesta.
El jerarca local sostuvo que hubo personas afectadas que perdieron todo, pero no califican para un bono de vivienda por las reglas existentes que no reconoce la situación de hogares, que tal vez tenían casa propia y lo perdieron en desastres.
“Estamos esperando que esto avance con las personas que califican, para buscar una solución alternativa al resto”, dijo el alcalde.
Por su parte, las asociaciones de desarrollo de Bagaces han preferido manejar el tema de las familias sin casa directamente con el Viceministerio de Vivienda, informó el alcalde William Guido. “En Guayabo de Bagaces han surgido algunos diferendos porque unos quieren construir por cuenta propia y otros prefieren una constructora”, indicó.
El jerarca fue enfático en que los inmuebles afectadas por la avalancha frente a Thermomanía, en Unión Ferrer, serán demolidas, porque es zona declarada de alto riesgo y el uso de suelos no permitirá viviendas ahí.
Oportunidad para mejorar
Al tiempo que las obras echan a andar, también deben comenzar las correcciones. Por lo menos, ese es el criterio de Iván Brenes, presidente de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), quien aseguró que ya Upala y Bagaces tienen un nuevo mapa de amenazas por los desbordamientos de ríos y quebradas que tuvieron con el ciclón.
“Se debe hacer un proceso de reubicación en unos casos y en otros replantear los modelos constructivos para hacer un uso óptimo del suelo”, afirmó.
Los cambios generaron resistencia que obligó a reuniones de "sensibilización" con los gobiernos locales, asociaciones, comercio y empresas privadas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que gran cantidad de las viviendas afectadas estaban en zonas donde las construcciones estaban prohibidas, porque no respetaban la distancia mínima de la margen de ríos.
“No son directrices arbitrarias, sino que están fundamentadas en estudios. Debe verse el proceso de reconstrucción como una oportunidad para mejorar, ya que aplicar esos conceptos más bien protege la inversión”, acotó.
“Un cambio no se puede hacer de la noche a la mañana. Eso significa arruinar aquello por lo que tanto hemos luchado, que es la reactivación económica”, sostuvo.
Brenes dijo que están a la espera del nuevo informe de la CNE, con un mapa de riesgos actualizado. Recalcó que en Upala el río se sale todos los años, pero lo de Otto fue un evento extraordinario.
Los daños con puentes, caminos, postes y acueductos tuvieron una rápida recuperación, así como el dragado de ríos que ha permitido a la región afrontar sin inundaciones la estación lluviosa de este año.
Hasta el momento, entre las principales inversiones están:
- ¢72 millones ha invertido el IMAS en reparación de 37 casas dañadas por Otto.
- Más de ¢4.243 millones ha otorgado el IMAS en ayudas a más de 3.000 familias golpeadas por Otto.
- Un total de 53 kilómetros de ríos se limpiaron y canalizaron. Fueron 23 kilómetros en Upala, 22 en Bagaces y ocho en Corredores de Puntarenas.
José Vásquez Noguera, de la Cruz Roja de Upala, dice que durante la presente temporada de lluvias, todo ha sido normal en el centro de Upala, sin embargo en otros poblados que antes no se inundaban, como San Isidro, Montecristo y barrio el Carmen, han tenido anegamientos menores.
Cambios desde la Asamblea Legislativa
Marian Pérez, viceministra de Vivienda y Asentamientos Humanos explicó el cambio en las reglas que podría ayudar a las familias damnificadas.
–¿Qué posibilidades reales ven de ayudar a las familias que perdieron sus casas?
Al Ministerio le corresponde atender las viviendas calificadas como de reconstrucción y traslado, las que requieren reparación las atiende el IMAS. Hay 86 familias que requieren casa en Bagaces y 77 en Upala.
Un análisis preliminar de las familias de las listas reveló que la mayoría no podía ser atendida por el Sistema Financiero Nacional para la Vivienda con los reglamentos vigentes.
–¿Por qué?
Porque los reglamentos no reconocían el problema real de la pobreza coyuntural que afecta a las familias víctimas de un desastre natural, como ingresos diezmados por la pérdida del medio de vida, propiedades inutilizadas aunque estuviesen inscritas en el Registro Público y viviendas de bono perdidas en terrenos declarados inhabitables.
–¿Cómo beneficia la nueva legislación aprobada recientemente en el Congreso?
Una vez publicada la recién aprobada ley para la modificación del Reglamento de Operaciones del Sistema Financiero Nacional para la Vivienda los grupos familiares damnificados, cuyos ingresos sean iguales o inferiores a ¢776.000, pueden optar por un bono de vivienda. Con eso será posible aumentar el número de familias afectadas por emergencias a las que se les puede ayudar.
–¿Cuándo podrían concretarse las ayudas?
En el momento en que los expedientes, debidamente completados por las familias damnificadas y tramitados, sean aprobados por el Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi). Se espera que al ser tramitados con la debida supervisión y por desarrolladores acreditados, no haya atrasos innecesarios.
–¿Cómo van las gestiones?
De las 86 familias de Bagaces, 27 ya gestionan su solución de vivienda y de las 77 de Upala, 35 tramitan su expediente. Hay cuatro viviendas ya construidas en Upala y están por iniciar nueve donadas por la Purdy Motor.
–¿Cómo se coordinan los proyectos de vivienda?
En ambos municipios (Bagaces y Upala) se acordó que la gestión esté a cargo de un comité local, el cual escogería a una entidad autorizada (para tramitar bono) y a un desarrollador acreditado. En Upala trabaja Fuprovi como desarrollador de los casos que coordina la Vicealcaldía y la entidad escogia es la Fundación Costa Rica Canadá.
En Bagaces coordina la Vicealcaldía, en Fortuna la asociación de desarrollo solicitó a Coopenae, y la de Guayabo al Grupo Mutual, cada una busca al respectivo desarrollador.
–¿Fiscalizan el buen uso de los recursos?
Los recursos son invertidos conforme a las regulaciones del ordenamiento jurídico vigente.
–¿Cuándo regirá el segundo bono para afectados por desastres?
Las familias beneficiadas con el reciente cambio en la ley podrán iniciar gestiones a partir de la publicación en La Gaceta, mientras tanto pueden realizar las gestiones previas en relación con el resto de requisitos.