Rolando “Rolo” Fonseca, Eduardo “Lalo” González y Jorge “Chino” Díaz fueron los tres nombres que se negociaron entre Pachuca y Saprissa en enero de 1996. El primero de estos, se lo llevaron para México para marcar goles; los otros dos, miembros de la Ultra Morada, viajaron para fundar la barra brava más antigua de ese país.
Esta es la historia de cómo dos miembros de la Ultra Morada ayudaron a crear la Ultra Tuza, hinchada del Pachuca; y esta historia la cuenta alguien que la vivió en primera persona: el expresidente de Saprissa, Enrique Artiñano.
El exdirigente explicó a Revista Dominical que todo comenzó durante una cuadrangular jugada a finales de 1995.
“Cuando vino Pachuca a negociar el traspaso de Rolando Fonseca, nosotros vimos una cuadrangular de Concacaf con don Jesús Martínez y Andrés Fassi. Eran Saprissa, Alajuela, Municipal de Guatemala y Robin Hood. Nosotros le ganamos al Municipal de Guatemala con nueve jugadores, y la Ultra fue fundamental ese día. Ellos vieron las tres fechas”, recordó el expresidente morado.
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“Cuando estábamos transando a Rolando Fonseca, al principio de la conversación ellos dijeron: ‘Un paréntesis. Independientemente del acuerdo al que lleguemos, queremos que esté estipulado de antemano que ustedes nos van a prestar a dos muchachos para copiarles la barra que tienen, para que nos ayuden a hacer esa misma barra allá’. Yo les dije ‘trato hecho’. Entonces, la barra del Pachuca es hija de la Ultra Morada, así como la Ultra Morada es hija de la Universidad Católica de Chile", recordó Artiñano.

Así fue como el traspaso de Rolando Fonseca se firmó y el préstamo de la Ultra Morada también. En 1996, el chileno Eduardo González y el tico Jorge Díaz viajaron a tierras aztecas como representantes de la hinchada tibaseña. Andrés Fassi ha confirmado esta historia en entrevistas con medios mexicanos.
Pero, ¿en dónde entra la “U Católica” acá? Bueno, “Lalo” González también era un “barrista prestado”. Lo prestó la barra de la Universidad Católica de Chile, conocida como “Los Cruzados”, al Deportivo Saprissa a principios de 1995.

El chileno de 37 años y 1,67 metros de estatura conoció al presidente de Saprissa, Enrique Artiñano, el 1.° de noviembre de 1994, cuando la “U Católica” le ganó al Monstruo la Copa Interamericana con global de 6-4.
Dos goles en la prórroga, con dos jugadores expulsados, hicieron añicos la esperanza de Saprissa de ser campeón continental. Tras el encuentro, Eduardo González Tapia buscó a Artiñano en el hotel de concentración.
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“Fernando Castro se me acercó y me dijo ‘mirá, hay un muchacho ahí que quiere hablar con vos y dice que no se va hasta que no lo recibás’. Yo pensaba que era un periodista y yo no estaba de ánimo. Fernando me repitió ‘dice que se espera lo que tenga que esperarse’. Bueno, decidí ir a ver qué era la cosa. Era el famoso Lalo”, recordó Artiñado en entrevista con Revista Dominical.
Eduardo González Tapia se presentó: “Yo soy el coordinador de la barra de la Universidad Católica de Chile. Yo fui al estadio de ustedes en septiembre (partido de ida), nos ganaron 3-1 y a mí me sorprendió que el estadio no estuviera eufórico, que no se sintiera. Si ustedes nos pagan los pasajes y los viáticos a un compañero y a mí, nosotros les formamos la barra gratuitamente".
Así fue como este joven visitó Costa Rica a principios de 1996 para fundar la barra organizada más longeva de Centroamérica. El 23 de abril de ese año, la Ultra Morada se entrenó en un triunfo tibaseño 0-1 contra San Carlos en Ciudad Quesada. Publicaciones de la época muestran a “Lalo” González apoyando al Monstruo.
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Un artículo realizado por La Nación el 30 de abril de 1995 muestra el nivel de influencia de Eduardo González.
“Con cánticos y sincronizaciones de palmadas y brinquitos, muy al estilo a las barras bravas de América del Sur o las europeas, la afición saprissista está afinada. (...) La orquesta morada está lista. El responsable de que los aficionados no desentonen es el mismo presidente de la hinchada de la Universidad Católica de Chile, un hombre con la garganta y el empuje propios de un Goliath”, reseña la primera publicación de La Nación sobre la Ultra Morada.
De esta forma, una iniciativa que comenzó con 35 jóvenes aficionados en San Carlos, con edades entre la adolescencia y los primeros años de universidad, ayudó a fundar la barra más antigua de México. Hoy, 30 años después, la Ultra Morada contabiliza aproximadamente 2.000 integrantes.
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