En 1984 la ficción Pesadilla en la calle Elm popularizó el personaje de Freddy Krueger, un temible villano que atemorizaba a sus víctimas en sus sueños, o más bien, sus pesadillas. En este artículo hablaremos de otro tipo de pesadilla, muy real, en la que, lamentablemente, el villano que asusta es el Estado costarricense. Los trabajadores independientes, por lo general, le temen al Estado, y este miedo no es infundado: el aparato público es tan amenazante como las cuchillas de Krueger.
Según la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), entre mayo y julio del 2025 había 462 mil trabajadores por cuenta propia. Esa independencia, aunque en principio suena bien, implica obstáculos y limitaciones que 1,6 millones de asalariados no enfrentan. Impuestos distintos, seguro de riesgos, seguro de salud, pensión, permisos, burocracia y cobros retroactivos son solo algunas de las recurrentes pesadillas. Lo son no porque quieran esquivar sus obligaciones, sino por un sistema complejo, rígido y muchas veces contradictorio.

La Caja: el lamentable protagonista
En marzo del 2021, La Nación publicó que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) estaba aplicando reglas “confiscatorias” y “discriminatorias” que ahuyentan a los trabajadores independientes, de manera que estos prefieren renunciar a los servicios de salud y no cotizar para una futura pensión del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM).
Adrián Torrealba, coordinador de la Comisión Tributaria del Colegio de Abogados, que luego fue miembro de la Junta Directiva de la CCSS, criticó en esa ocasión la discriminación que aplica la Caja a los trabajadores por cuenta propia, quienes tienen que cotizar casi el doble en comparación con un asalariado.
Esto se debe a que, en el caso de los asalariados, la cotización es tripartita: Estado, patrono y empleado. Pero el independiente no tiene jefe, así que asume casi la totalidad de lo correspondiente al patrono, y termina pagando cuotas del 18,5%; es decir, casi la quinta parte de sus ingresos van solo para la CCSS. “No son reglas confiscatorias, son recontraconfiscatorias”, reclamó Torrealba entonces.
A esto se le suma uno de los grandes temores de los trabajadores: el cobro retroactivo.

Grettel Rodríguez, gerente legal de Grant Thornton, firma especializada en temas tributarios, considera que “la Caja tiene mucha voracidad” que motiva una excesiva persecución. Eso ahuyenta por completo a los trabajadores, tanto a los que desean independizarse, como los que ya son independientes y desean regularizarse.
“Si yo voy a inscribirme, o inscribir una sociedad, hacen un estudio 10 años hacia atrás para ver si yo debo dinero o en algún momento estuve inscrito, y me empiezan a cobrar. Conozco personas humildes que les han llegado facturas por ¢40 millones, ¢50 millones. ¡Es imposible pagarlo!“, explicó Rodríguez.
Los independientes en condición irregular no son pocos.
La Encuesta Continua de Empleo del INEC detalla que, si se suman los 462 mil trabajadores por cuenta propia a los 63 mil empleadores, existe un total de 525 trabajadores independientes en el país. De ellos, solo 268 mil (51%) pagan a la CCSS seguro por trabajo.
Claro, ¿quién va a optar por regularizarse, y empezar a pagar su seguro con la Caja, si sabe que se le aplicarán un cobro retroactivo de 10 años y muchos millones de colones, incluyendo intereses, recargos y multas?
“Conozco personas humildes que les han llegado facturas por ¢40 millones, ¢50 millones. ¡Es imposible pagarlo!"
— Grettel Rodríguez, Grant Thornton
Por ese motivo, en 2022, los diputados aprobaron un proyecto para reducir de 10 a cuatro años el plazo para declarar prescritas las deudas de casi 127 mil trabajadores independientes con la CCSS. Esa exoneración venció el pasado 8 de mayo, y quienes no se hayan inscrito y puesto al día, deberán afrontar la totalidad del cobro retroactivo.
El procedimiento para el pago del seguro de la CCSS es burocrático y se realiza mediante estimaciones, no ganancias reales. Los contribuyentes deben estimar su ingreso mensual con respaldo documental, como facturas o declaraciones del Impuesto sobre la Renta (ISR), a fin de que la Caja determine el monto mensual a cancelar.
Pero, ¿qué pasa si usted no tiene facturas ni declaraciones de impuestos, porque aún no ha empezado a trabajar, y precisamente necesita el permiso de la CCSS para iniciar? Es decir, no puede trabajar, porque necesita el permiso de la Caja, pero no puede sacar el permiso, porque aún no está trabajando. Un círculo vicioso de contradicciones.
Según Rodríguez, esto motiva que muchos trabajadores prefieran empezar a trabajar informalmente para generar ingresos y tener el respaldo documental necesario para inscribirse. Pero, si hacen esto, se arriesgan a que la Caja los investigue y les cobre retroactivo.
“Hemos tenido casos donde la persona va a inscribirse para una actividad lucrativa, y la Caja le dice ‘no, yo no le creo que usted va a hacer esa actividad’, entonces no la inscriben. Por ejemplo, unos muchachos querían hacer unas exportaciones, se trataron de inscribir, y como no tenían una bodega no los inscribieron. Pero no necesariamente requiero una bodega; la puedo subcontratar”, explicó Rodríguez.
El director general de la Oficina del Consumidor Financiero (OCF), Danilo Montero, respaldó la posición de Rodríguez, al considerar que la burocracia es desmedida.
“Regularizarse es costoso en términos de tiempo y de dinero. En el país tenemos una seguridad social aceptable, pero costosa. Además, frecuentemente el negocio no da para pagar un salario, que es un costo fijo, y eso desmotiva. La formalidad tiene un costo muy alto. Eso explica por qué hay una gran cantidad de informales y claro, recibir un salario da una tranquilidad versus ser independiente”, consideró Montero.

Más contradicciones
La Caja tiene una base mínima contributiva según la cual los trabajadores por cuenta propia deben reportar ingresos mensuales iguales o superiores a ese umbral —unos ¢300.000— para acceder al Seguro de Salud. Quienes no alcancen ese monto pueden solicitar la suspensión del seguro.
No obstante, como se cobra el seguro a partir de esa base, esto provoca que algunos independientes paguen aunque no trabajen.
Revista Dominical conoció el caso de un trabajador que es asalariado en una empresa, pero también factura por cuenta propia aproximadamente $2.000, tres o cuatro veces al año. Aunque su trabajo sea ocasional, y pase meses sin facturar del todo, igualmente debe pagar el seguro de la CCSS mes a mes.
Este trabajador tiene dos cuotas de la Caja atrasadas (dado que no ha facturado en los últimos dos meses); sigue cotizando como asalariado en la empresa en la que trabaja en condiciones normales. Pese a esto, ha recibido tres llamadas de la CCSS advirtiéndole que, si no paga, se le negará o cobrará la atención médica.
Al comentarle al funcionario de la Caja que tiene seguro de asalariado, y solicitarle que lo corrobore, la respuesta del trabajador estatal fue: “No puedo verlo en el sistema”.
“Hemos tenido casos donde la persona va a inscribirse y la Caja le dice ‘no, yo no le creo que usted va a hacer esa actividad’, entonces no la inscriben”
— Grettel Rodríguez, Grant Thornton
Apabullante, ¿verdad? Y en lo que va de este artículo solo hemos hablado de la Caja. No hemos mencionado los permisos de funcionamiento ante el Ministerio de Salud, los trámites ante Hacienda, las patentes municipales y un sinfín de ida y venidas más. Incluso, ocurre que un permiso es requerido para sacar el otro, y viceversa, por lo que el sistema, de nuevo, entra en contradicción.
Según Rodríguez, todo el procedimiento para regularizarse puede tardar un mes en el mejor de los casos, y hasta seis meses en las situaciones más complejas (por ejemplo, establecimientos de salud).
Pensión: más que pesadilla, una fantasía

Muchas personas sueñan con llegar a tener una pensión que, por fin, tras años de trabajo, les permita vivir con bienestar la última etapa vital. Para muchos trabajadores independientes, esto no es solo un sueño: es pura fantasía. Así lo explicó el exsuperintendente de Pensiones, Edgar Robles.
“Como los independientes no tienen la cotización del patrono, esto los pone en desventaja, ya que además no cotizan para el Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP). Su pensión va a ser significativamente menor. Además, por lo general, el independiente tiene un salario más bajo respecto al asalariado; por tanto, contribuyen sobre una base más baja”, aclaró Robles.
Esto implica que, si un trabajador por cuenta propia desea tener una pensión más alta, tiene que ahorrar por cuenta propia en una pensión complementaria. No obstante, para compensar la pérdida por no tener ROP, el independiente tiene que cotizar, al menos, un 10% de su salario.
Como es previsible, esta precaria situación provoca que sea muy, muy pocos los trabajadores independientes que pagan una pensión complementaria.
“A nivel nacional aproximadamente el 4% de todos los trabajadores tienen un plan de pensión voluntaria, y de esos, la gran mayoría son asalariados. El porcentaje de trabajadores independientes que tiene planes voluntarios es ínfimo. No están pensando en ese tema”, explicó Robles.
A la larga, esto contribuirá a la desigualdad y precariedad en una población vulnerable: los adultos mayores. “Van a terminar siendo afectados los más pobres, aumentaría exponencialmente la desigualdad en el país”, lamentó el ex superintendente.
Si un trabajador empieza a cotizar como independiente a los 40 años de edad, es probable que nunca alcance las cuotas necesarias para tener una pensión, a menos que trabaje hasta que tenga bisnietos. Técnicamente, este trabajador está pagando el IVM “para nada”, porque nunca podrá jubilarse; entonces, ¿para qué seguir pagando? Este es otro camino más hacia la informalidad.
“Van a terminar siendo afectados los más pobres”
— Edgar Robles, ex superintendente de Pensiones
Pero bueno, supongamos que los independientes llegan a la edad de pensión y reciben ese ingreso, por pequeño que sea. Eso no evita que estén en la mira de la Caja.
Grettel Rodríguez, de Grant Thornton, recordó el caso de un trabajador que se pensionó. Lo lógico es que, tras acogerse a la jubilación, la CCSS le deje de cobrar en su seguro mensual el importe correspondiente al IVM. Sin embargo, esto no ocurrió, el cobro siguió llegando.
“Además de ser pensionado, él es patrón, tiene trabajadores. A pesar de que está al día en sus obligaciones como patrono, como tiene esta discusión con la Caja por montos que no tiene por qué cobrarle, igualmente aparece moroso ante la CCSS. Esa morosidad se la aplican a su condición de patrono y, por lo tanto, le cobran todos los tratamientos que dan a sus trabajadores", relató Rodríguez.
Renta: ejemplo de la desigualdad
La prueba más fehaciente de la desigualdad entre los trabajadores independientes y asalariados es, quizás, el Impuesto sobre la Renta (ISR).
Actualmente, los trabajadores asalariados pagan impuesto sobre la renta solo si ganan más de ¢900.000 mensuales. En cambio, los independientes pagan a partir de los ¢6.244.000 anuales, unos ¢520.000 mensuales. Antes pagaban desde los ¢348.000 por mes, no obstante, una ley impulsada por el Frente Amplio (FA) acortó esa diferencia.
Sin embargo, dicha desigualdad desincentiva a los trabajadores a independizarse o, al menos, a formalizarse, especialmente si consideran que sus ingresos superan dicho margen.
En principio, el gobierno se opuso a la iniciativa del FA, la calificó de irresponsable y el entonces ministro de Hacienda, Nogui Acosta, dijo que Zapote evaluaba vetarla. “Es mentira que este proyecto está hecho para los pobres”, argumentó entonces.
No obstante, al final, el Ejecutivo descartó el veto y respaldó el proyecto; los ingresos fiscales disminuyeron en ¢7.000 millones anuales.
Pese a estos esfuerzos, la desigualdad persiste. Seguimos escuchando de historias como la de Leyla Rojas, la adulta mayor de 71 años que aguantó siete años de hemorragias porque tenía una deuda con la Caja y no podía ir al Ebáis. O el caso de Jorge López, el taxista moroso que vio agonizar a su hija de 4 años mientras su deuda se acercaba a ¢200 millones.
¿Quién se anima a ser trabajador independiente?
LEA MÁS: Trabajadora independiente aguantó 7 años de hemorragias por deuda con la CCSS
