Imagine asistir a una cita médica, que tardó meses en concretarse por la saturada agenda del especialista. No hay recepcionista; en su lugar, debe interactuar con una pantalla, como sucede en ciertos establecimientos de comida rápida. Durante la cita, el doctor dicta los síntomas frente a una computadora y el diagnóstico lo proporciona ChatGPT. Si estos escenarios ya no suenan a ciencia ficción, cabe preguntarse: ¿la inteligencia artificial (IA) está reemplazando nuestros trabajos?
No son pocas las empresas han priorizado la digitalización por encima del talento humano. En Nueva York, desde 2023, la multinacional International Business Machines Corporation (IBM) ha despedido cerca de 8.000 personas y reemplazado el 30% de esas vacantes con sistemas automatizados. En Costa Rica, varias empresas han anunciado “ajustes” en su personal debido a las “oportunidades tecnológicas”.
Para Tomás de Camino Beck, director de la Escuela de Sistemas Inteligentes de la Universidad Cenfotec, este panorama representa un riesgo para sectores clave de la economía costarricense. En un país que ha “apostado mucho” por los call centers, resulta inevitable que el campo de servicio al cliente se vea afectado: “Es doloroso, pero al mismo tiempo tenemos que despertarnos”.
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“La gente perderá sus empleos”, afirmó con bombos y platillos Sam Altman, CEO de OpenAI, según The Economic Times. Para el líder de una de las compañías tecnológicas más influyentes del sector, el impacto dependerá de la ocupación, aunque no duda en afirmar que ciertos puestos quedarán obsoletos.
Y claro, informes de PwC, McKinsey y el Foro Económico Mundial coinciden en que la IA transformará profundamente la fuerza laboral global hacia 2050. Calculan que hasta el 60% de los empleos actuales requerirán una adaptación significativa.
¿Lo terrorífico? La banca de inversión Goldman Sachs estima que se podrían perder 300 millones de empleos para 2045 debido a la IA, lo que afectaría al 25% del mercado laboral mundial. ¿El lado positivo? No hay amenazas hacia las ocupaciones de alta demanda física, como construcción, oficios técnicos, instalación, reparación y mantenimiento... por ahora.
Siguiendo con lo esperanzador. Investigaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no suponen un “apocalipsis laboral”. En la mayoría de los casos, no sería rentable reemplazar a un ser humano con IA: como máximo, proyectan que solo el 2,3 % de los empleos podrían ser automatizados.
Eso sí, como ya lo ha demostrado la historia, el potencial impacto en las mujeres es aproximadamente 2,5 veces mayor que en los hombres.

Desde nuestro charco, Andrés Fernández considera un mito que la IA esté dejando sin empleo a las personas. Según expone en su estudio Impacto de la Inteligencia Artificial Generativa en los trabajos costarricenses –publicado por la Academia de Centroamérica y la Fundación Konrad Adenauer–, la automatización no elimina plazas laborales, sino que sustituye tareas específicas.
La introducción de datos, la programación y la atención al cliente ya están siendo superadas por herramientas de IA. Áreas como la contabilidad, la modelización financiera y el análisis básico de datos se consideran altamente vulnerables, según Forbes.
“Lo que tuvo que darse fue una reconversión del trabajo. Mientras en un trabajo particular se realizaban 12 o 15 tareas, se automatizaron seis u ocho, pero aún quedaron libres otras que tienen que ser ejecutadas por una persona. Cómo replantear ese trabajo ha sido el centro del debate en la última década”, explicó Fernández.
A la vez, el economista advirtió que la IA, irremediablemente, requiere supervisión humana. No solo para formular las instrucciones iniciales, conocidas como prompts, sino para verificar la calidad y veracidad de los resultados. A su juicio, delegar por completo en estas tecnologías no sería ético.
Fernandez subrayó que sectores como salud, educación y seguridad deberían encabezar la incorporación de IA; sin embargo, esa transformación todavía no se materializa. Por el momento, los algoritmos están siendo entrenados, principalmente, para responder a preguntas genéricas. Ya no asombra que nuestros vecinos aclamen las recetas semanales que les sugiere la pantalla a raíz de los escasos ingredientes que encontraron en la refrigeradora.
“No hay tecnología que haga todo lo que hace un abogado, un profesor, un periodista. Te puede ayudar a ser más productivo, incluso a eliminar por completo la necesidad de que realicés tareas específicas, pero no te sustituye por completo”
— Andrés Fernández, economista

Mientras no se produzca ese giro hacia un uso más estratégico y humanista de la tecnología, el economista Daron Acemoglu –galardonado con el Premio Nobel en 2024– advirtió en su libro Power and Progress que muchas tecnologías digitales han contribuido a profundizar las desigualdades. Al automatizar tareas y desplazar trabajadores, no genera oportunidades laborales para quienes quedan al margen.
En esa misma línea, el informe Creación de empleo y desarrollo económico local 2024, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), advierte que la IA generativa no solo transforma la naturaleza del trabajo, sino que amplía las brechas regionales. Los trabajadores urbanos son, hasta ahora, los más afectados.
¿Cómo evitar que crezcan estas brechas, desde nuestras trincheras? Ricardo Carvajal, director de la Dirección General de Apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa (Digepyme) del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), ilustró un ejemplo: no se trata de generar un logotipo completo con Gemini, sino de utilizar la herramienta como punto de partida.
Cuando la IA genere un primer boceto, el emprendedor puede identificar lo que le agrada y lo que no, para luego llevarlo a manos de un diseñador profesional. Así, el resultado se ajustará mejor a las expectativas del cliente, sin desvalorizar o suplantar el trabajo del artista. El desafío será garantizar que se cumpla, sobre todo en una industria que ya se encuentra mal remunerada.
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La presunta reducción de costos por la IA
Mientras una hamburguesa descansa, lista para ser devorada en el área de comidas de un centro comercial, compite brevemente con una imagen en el televisor: gruesas tortas de carne, queso fundido al milímetro y un pan de brillo impecable. A simple vista, parece una creación del foodstyling, pero es una muestra de que la publicidad ya no depende de las tradicionales producciones audiovisuales ni del ingenio de los creativos.
Con mayor frecuencia, se recurre al respaldo de herramientas como OpenAI, Gemini, Gypsy y otros sistemas de IA para agilizar los procesos. Sin embargo, aún no hay un consenso sobre si estas tecnologías realmente reducen los costos de producción en las empresas. “No está nada claro”, dice Tomás de Camino.
Por su parte, el Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, no vislumbra un impacto económico significativo de la Inteligencia Artificial a corto plazo. Podremos seguir viendo hamburguesas, pizzas y hasta parrilladas hechas con IA por doquier, pero según las estimaciones del académico, su efecto sobre la productividad macroeconómica será modesto: inferior al 1% durante la próxima década.
Incluso, una encuesta de IBM aplicada a 2.000 directores ejecutivos en Estados Unidos, reveló que solo uno de cada cuatro proyectos de IA cumple con el retorno de inversión esperado. Esto ha llevado a algunas compañías, como el banco sueco Klarna, a revertir decisiones y volver a contratar personal humano tras haber sustituido vacantes con IA.
Luego de obtener resultados de calidad inferior, y un año después de que su CEO, Sebastian Siemiatkowski, declarara que quería convertir a su empresa en el “conejillo de indias favorito” de OpenAI, Klarna dio marcha atrás para que sus clientes sean atendidos por una persona real.
Tampoco se salva Microsoft. El 13 de mayo anunció el despido de 6.000 personas —el 3% de su fuerza laboral—, incluida su directora de inteligencia artificial para startups.
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En Costa Rica, la adopción de esta tecnología sí ha tenido consecuencias tangibles. Así lo revela el estudio IA en micro, pequeñas y medianas empresas: tendencias, desafíos y oportunidades, publicado por Microsoft en 2025, en el que se entrevistó a 100 Pymes.
El informe señala que la IA se ha convertido en un motor de desarrollo: un 48% de las Pymes nacionales utiliza IA para optimizar el servicio al cliente y elevar los niveles de satisfacción, mientras que un 34% la implementa como herramienta para asegurar la continuidad del negocio.
En este país, donde se anunció la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA) 2024-2027 para promover el uso, adopción y desarrollo de la IA de manera ética, segura y responsable, las Pymes reportan avances significativos en la calidad del trabajo, así como en la productividad y motivación del personal al invertir en este tipo de tecnología.
Por ahora, mientras se esclarece el panorama, especialistas de la OIT recomiendan fortalecer la cooperación internacional en IA e integrarla en las organizaciones. Permitir que los colaboradores la exploren, para que sean ellos quienes identifiquen dónde y cómo aplicarla.
“En Costa Rica, ahora que tenemos la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, viene esa motivación a tratar de incorporarlo, pero todavía no están las guías claras de cómo hacerlo”
— Andrés Fernández, economista
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