Antes de celebrar, sufrieron. Minutos previos a escribir la historia, lo encomendaron a Dios.
El sentimiento de la familia de Keylor Navas, no dista mucho al experimentado por el resto de ticos, incluidos los improperios contra el árbitro australiano, Benjamin Williams.
El electrizante encuentro entre la Selección Nacional y la representación de Grecia valió para todo, y fue la sala de la casa de Kenya Gamboa, tía de Keylor Navas, en Barrio La Aurora de Pérez Zeledón, la principal testigo.
La sensatez y la confianza acompañaban a doña Sara Gamboa (mamá de Navas), a Kimberly Navas (hermana del portero), y a sus abuelos Elizabeth Guzmán y Juan Gamboa; sin embargo, al llegar el empate y los tiempos extras, el estrés se apoderó de la vivienda. Al grupo se unieron primos, tíos y sobrinos.
Doña Elizabeth no soportó la tensión del juego y en la tanda de penales prefirió apartarse de la escena y se fue a un cuarto, al mismo momento la madre de Navas se acercó al televisor y le echó la bendición a su hijo.
Su tía tuvo otro gesto, colocó cerca de la pantalla del televisor una oración de la Santa Cruz.
La moneda estaba en el aire. Llegaron los remates del equipo rival (primeros tres efectivos) y de igual manera con el mismo éxito los tiros de la Sele.
Mientras Navas hacía lo suyo, su hermana dobló rodillas y rezaba, hasta que llegó el milagro: Navas detuvo el penal del griego Gekas.
El momento crucial para que la familia de Navas explotara en alegría, que se conjugó con la anotación de Michael Umaña, que selló el boleto definitivo de la Sele a los cuartos de final.
Desde ese momento, no solo la familia de Navas celebró, todo el país inundó las calles con los colores de la bandera más linda del mundo: la de Costa Rica.
Colaboró el fotoperiodista Rafael Pacheco.