Un esguince puede ser una de las lesiones más comunes en los futbolistas, pero hubo uno en particular que le dolió en el alma a Vladimir Quesada, hoy técnico de Saprissa que está a las puertas del bicampeonato.
Vladimir fue jugador de fútbol. Debutó con la S en la Primera División en 1985 y jugó 400 partidos a lo largo de 15 temporadas.
Durante toda su estadía en el Monstruo, tuvo dolencias musculares y algunas lesiones, pero nunca como la que le impidió jugar en Italia con la Selección Nacional.
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La ocasión era más que especial. A sus 24 años de edad, el lateral derecho vivía la maravilla de la primera Copa del Mundo del país, pero esa ilusión se convirtió en un golpe bastante duro de digerir aunque le llenaría de carácter para la vida.
“Faltando pocos días para el debut en Italia, Vladimir se lesionó de un esguince en el tobillo izquierdo. Fue un duro golpe para todos. Si bien la lesión no era tan fuerte, un Mundial se tiene que jugar al 100”, recordó Róger Flores, capitán de la Selección Nacional de ese entonces.
Según rememora Flores, Vladimir estaba para jugar, pues lo había hecho en los últimos compromisos, pero no pudo llegar a tono.
"Se frustró cuando dijeron que era un esguince, su tobillo estaba muy hinchado. El grupo habló con él, yo le hice ver que esa era la parte fea de este deporte, yo quedé fuera de dos olimpiadas, la de 1980 y 1984, y por eso le dije que no perdiera la expectativa y le di fuerza mental", dijo Flores.
Ya han pasado más de 28 años de eso, pero ese momento le dejó como principal enseñanza hasta el día de hoy: saber sufrir y forjar carácter, fórmula que lo tiene a las puertas de un bicampeonato como entrenador del cuadro morado.
Pese a tener un buen 2018, no todo ha sido color de rosa para el estratega al haber tenido que soportar críticas de la afición y prensa deportiva, así como los gritos de “Paté, Paté” en la grada morada en Tibás, una eliminación en Concacaf y la partida de todo su frente de ataque de un torneo a otro, entre otros.
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Para Quesada el coraje no se negocia. Tiene un equipo base y ningún futbolista pierde la titularidad ni por lesión ni por ir a la Selección Nacional.
A sus dirigidos les da charlas cortas centradas en un mensaje: "En el fútbol no hay sacrificios".
“¿Cómo va a ser sacrificio si nos pagan por esto? Hay esfuerzo de dejar la familia, hay esfuerzos y ellos lo han sabido hacer, pero en el fútbol no hay sacrificios”, reseñó Vladimir.
Vla, como le dicen sus allegados, es morado de pura sepa. Han de imaginarse cómo celebró su primer gol, pues fue a la Liga en el 2-2 del clásico que se disputó el 18 de setiembre de 1985. Marcó el segundo dardo de la S.
Dice saber trabajar en equipo. Por eso se respalda no solo en Víctor Cordero como asistente sino del staff de entrenadores del Monstruo, como son Enrique Rivers, Carlos Santana, Roy Myers, Daniel Torres y Marco Herrera.
Pero también hay un viejo amigo del que echa mano: Carlos Watson.
"Yo busco a Carlos Watson, esta semana nos reunimos, es una persona que conoce mucho del fútbol, fue mi profesor durante dos etapas, es una persona con la que siempre quise trabajar porque me identifico con su forma de ver el fútbol. Yo digo que siempre hay que buscar a los expertos. A pesar de mis 52 años me falta mucho camino por recorrer", explicó Vladimir.
El tibaseño está a las puertas de lograr un bicampeonato histórico, pues no sucede desde hace cuatro años en el fútbol de Costa Rica, precisamente el que lo consiguió fue el Monstruo.