
Samara (AFP). Una Brasil triste y plana deambulaba atenazada este lunes al comienzo del partido de octavos frente a México, cuando Neymar despertó a los suyos, los iluminó con su fútbol y, con un gol en la segunda mitad, los hizo avanzar con paso firme a cuartos de final del Mundial de Rusia 2018.
Ney está de regreso y trae un repertorio especial para montar su show. Atrás quedó el inicio dubitativo en la Copa del Mundo, con el pasar de los minutos desparrama florituras y asume el rol protagónico al participar en el 57% de los goles de su selección y ser el eje que potencia al resto de sus compañeros.
El astro viene en franco crecimiento en su cuota goleadora, también en el rubro de asistencias y de igual forma lo hace en los remates. Además, de aquel partido gris ante Suiza, a los dos últimos, incrementó por completo la cantidad de ocasiones en las que toca la pelota. Frente a serbios fueron 119 veces y con los mexicanos 100. VEA: Infográfico.
Sus ocasiones de gol también reportan un alza, pasando de cuatro frente a los suizos, a seis con Costa Rica, ocho con Serbia y nuevamente seis con el Tri.
Lo más importante de todo para los pentacampeones del mundo es que su líder emerge en los momentos más críticos y así quedó plasmado en el duelo a muerte súbita con México.
En los primeros 20 minutos los aztecas dominaban la pelota y llegaban al arco de Alisson sin demasiadas dificultades. La Canarinha, partida, era incapaz de crear peligro y tampoco de detenerlo y, así, los pupilos de Juan Carlos Osorio fueron sintiéndose cada vez más fuertes, hasta el punto de rozar el gol en varias ocasiones.
Neymar dejó un tímido intento, con un disparo lejano que despejó Guillermo Ochoa en el primer cuarto de hora, para recordar a todos que seguía ahí. Que a pesar de haberse perdido los últimos tres meses de competición por una lesión, a pesar de no haber mostrado su mejor nivel, seguía siendo el faro que todos buscaban.
“Neymar hizo un verdadero partidazo ante Serbia (en el último duelo de la fase de grupos). Jugó demasiado bien. Sabe y nosotros sabemos el precio que él ha pagado para regresar a este nivel. Ha sufrido mucho, pero ha regresado a su máximo nivel”, comentó su técnico, Tite, la víspera del duelo contra México.
El jogo de los brasileños, sin las apariciones de su estrella, fue más especulativo que bonito.
Pero, a los 25 minutos, Ney apareció por fin y mostró el camino que a la postre los llevaría al triunfo. El exdelantero del Barcelona, hoy en las filas del París Saint-Germain, agarró el balón en la frontal, dejó sentado a un rival con un regate imposible y cruzó un disparo que solo un milagroso guante de Ochoa consiguió salvar.
Segundos después lanzó una falta que, tras varios remates de sus compañeros y estuvo a punto de poner el 1 en el marcador.
Dos acciones consecutivas para levantar el espíritu de un equipo, hasta entonces, apagado.
Neymar se animaba y los suyos crecían a la vez de que México cada vez se hacía más chiquito. De los efusivos intentos del comienzo, el Tri pasó a vislumbrar el abismo desde lejos, con el fantasma del maleficio del quinto partido rondando una y otra vez. No habían sido capaces de materializar su superioridad en el resultado y temían que la Seleçao se lo hiciera pagar más pronto que tarde... como así fue.
Neymar lo volvió a probar con una falta en el 39' que se marchó por encima del horizontal, se internó por la izquierda tras la reanudación para servir un tanto a Coutinho que no entró por poco y, a continuación, no erró.
Willian se inventó a los 51 minutos una oportunidad de la nada, cruzó demasiado su zurdazo y, en el segundo palo, Neymar emergió con fe inquebrantable para adelantar a Brasil, máxima favorita al título tras las prematuras eliminaciones de Alemania, España y Argentina.
Neymar festejó con rabia. Con la lesión aún fresca en su cabeza, el delantero señaló el campo al grito de “Yo, aquí”, mandó callar a sus críticos y hasta se subió en los hombros de Paulinho en señal de victoria.
El atacante del PSG acababa de anotar el sexto tanto de su carrera en una Copa del Mundo, el primero en una fase de muerte súbita, superando así al portugués Cristiano Ronaldo y al argentino Lionel Messi, incapaces de ver puerta en ese tipo de rondas.
Y no se conformó con ello. Siguió dejando regates, disparos peligrosos y la asistencia del definitivo 2-0 a Roberto Firmino al final de la contienda (88').
Su trabajo estaba hecho: Brasil estaba en cuartos y él era ya la estrella más luminosa del firmamento ruso.

