
Farbod Samadian Khatami ha pasado su vida entre Costa Rica e Irán. El defensor de Liga Deportiva Alajuelense nació en Costa Rica, pero a los 10 años se fue a la tierra de sus padres y pasó seis años allá.
Aquel niño iba creciendo, siempre con el balón en los pies e imaginando cosas importantes que podía lograr dentro de un terreno de juego. A nivel familiar llegó el momento de tomar decisiones, aunque en realidad no tenían mucho que pensar.
“Fue difícil, porque toda mi familia estaba allá en Irán, teníamos toda nuestra vida allá, pero por tener la nacionalidad iraní también uno está obligado a cumplir dos años de servicio militar. Tomamos la decisión de volver todos juntos para poder seguir mi sueño de jugar fútbol aquí.
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”Yo me vine antes para no tener que hacer el servicio militar. Es bastante diferente todo, porque es muy lindo vivir en un país en donde se promueve mucho la paz”, relató Farbod Samadian.
Acostumbrarse es un poco difícil, pero recuerda que desde chiquito, aprendió las dos culturas y se siente afortunado por eso.
De su época en Irán, recuerda que en el colegio jugaban mucho y en el barrio también, porque tenían una cancha de cemento, donde se golpeaban, salían raspados, pero era normal y lo disfrutaban.
“Vivo con mi mamá y la comida iraní es algo que no puede faltar en la casa, es algo que siempre tengo que llevar conmigo. Varios días sin comer comida iraní, pues me deprimo”, comentó.
El futbolista juega con el equipo U-21 de Alajuelense, se entrena con el primer equipo y también estudia Administración de Empresas, gracias a un convenio de la Liga.
“Obviamente es complicado, pero mis papás siempre me han empujado a no dejar los estudios y con un buen balance y equilibrio se pueden llevar las dos cosas”, indicó el futbolista de 20 años.
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Farbod Samadian acudió al auditorio del Proyecto Gol para representar a su club en la presentación de los detalles para la final del Torneo de Copa entre Liga Deportiva Alajuelense y Puntarenas FC.
Este reto pactado para el sábado 22 de marzo a las 8 p. m. en el Estadio Nacional lo entusiasma, porque es una competición que incentiva la participación de los futbolistas jóvenes. De hecho, por reglamento, cada equipo debe sumar un mínimo de 360 minutos con jugadores U-21.

“Disputando mi primera final, es una emoción, es un sueño. Obviamente la mentalidad que se tiene en la Liga es de ganar todo y vamos con esa misma mentalidad, y qué lindo sería disputar mi primera final y poder ganarla, poder levantar esa copa”, comentó el tico iraní de Alajuelense.
El jugador confiesa que se siente tan entusiasmado de formar parte de Alajuelense que ni siquiera las presas le molestan. Todos los días viaja desde Curridabat hasta el Centro de Alto Rendimiento (CAR) en Turrúcares.
“Cuando entreno con la Primera División es bastante lindo, uno va aprendiendo mucho, hay jugadores que ofrecen mucha experiencia y siempre lo están ayudando a uno para poder mejorar día a día. Y en el alto rendimiento (U-21), es un equipo con mucha calidad. Ahí siempre está la mentalidad de estar ganando todos los partidos”, relató.
Junto a jugadores 100% formados en el semillero rojinegro y rodeado de figuras muy representativas del club, como el mismo Bryan Ruiz, a quien tiene de técnico en el equipo U-21, Farbod Samadian dijo que se siente distinto.
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“La mentalidad, lo que se implementa ahí, de estar ganando todo, de estar peleando todo, de estar jugando a máxima intensidad es lo que más he aprendido y ya lo estoy viviendo. También los consejos de los jugadores con experiencia”, indicó.
Aunque toda su familia es vital para él, al preguntársele qué significa Ati para él, respondió: “Ati para mí es todo, creo que sin mi madre no podría estar haciendo lo que estoy haciendo ahorita. Fue gracias a ella y personas muy importantes en mi vida que he llegado hasta donde estoy, y estoy agradecido de tenerla ahí conmigo, siempre apoyándome”.

En una entrevista con La Nación, Ati Khatami dijo que todo este proceso no ha sido fácil, porque Farbod tuvo que superar muchos altos y bajos, empezando por las dificultades para adaptarse a situaciones y ambientes que constantemente iban cambiando a un ritmo que no era normal para un niño.
Como irse a vivir a otro país donde todo es diferente en cuanto a cultura, idioma, clima extremo de frío y nieve, o calor extremo en verano. Además, el tener que viajar solo en una ciudad de 12 millones de habitantes para ir a entrenar todos los días.
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A ella la llena de orgullo ver que su hijo habla español, inglés, persa y está estudiando francés. También la emociona verlo realizado en donde quiere estar, aprendiendo a diario como futbolista de Alajuelense.

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