El sábado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, usó una frase que levanta suspicacias: “El poder presidencial es poder del pueblo”. La dijo luego de amenazar, con la destitución, a los ministros que no firmen un decreto para llevar a referéndum su reforma laboral. La pretensión es controversial, pues especialistas han advertido de que las consultas populares deben ser aprobadas por el Senado, según la Constitución colombiana, y este órgano ya votó en contra.
Petro alega que la votación fue ilegal, pero su frase se sale del debate para caer en la retórica que han utilizado numerosos personajes a lo largo de la historia, con terribles consecuencias: “Yo soy la voz del pueblo”.
Josef Stalin usaba esta retórica para enviar “a los enemigos del pueblo” a los campos de concentración (en el mejor de los casos), aunque en realidad se refería a todo aquel que consideraba un opositor a su régimen. Hugo Chávez y Nicolás Maduro también se atribuyeron con frecuencia la voz del pueblo, mientras consolidaban la dictadura.
Con motivo del atentado contra el senador y precandidato opositor colombiano, Miguel Uribe Turbay, diversas figuras fustigaron a Petro por utilizar un discurso incendiario para forzar una consulta popular, sin medir las consecuencias, según publicó el diario español El País.
De acuerdo con el diario, el presidente llamó “HP” al presidente del Senado y calificó de “HP esclavista” a cualquier diputado que se opusiera a su reforma laboral, además de que ha calificado a varios opositores de “nazis”.
Llegó al grado de que el 1.° de mayo, frente a una multitud en Bogotá, desenvainó la espada de Simón Bolívar.
La senadora María Fernanda Cabal lamentó el “ambiente de odio y estigmatización” que Petro ha promovido contra quienes piensan distinto, mientras que el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, le recordó al presidente que los jerarcas deben dejar de lado la visión en la que solo existen enemigos.
El mismo sábado, entró a regir, en El Salvador, una Ley de Agentes Extranjeros con la que el gobierno de Nayib Bukele tendrá discrecionalidad para prohibir organizaciones de derechos humanos o medios de comunicación, si considera que tienen influencia extranjera.
Es el mismo esquema que usó Daniel Ortega para perseguir hasta organizaciones religiosas y educativas. Estas son las voces del pueblo.